martes, 28 de febrero de 2012

PEDRO GARCÍA OLIVO - CREAR, LUCHAR, VIVIR

El siguiente material nos lo envía una amiga: Delia Polanco. Dice que nos recordó cuando lo leyó. Y al recibirlo esto fue lo que le dije: “Qué extraordinario texto me has enviado. Además de que el gesto de pensar en nosotros para enviarlo, ya es más que motivo de alegría. Porque nos juntamos precisamente con más fuerzas que nunca, en lo que hay todavía por descubrir, conquistar, conocer, reconocer, escudriñar.

Me han dado ganas de meterme en una biblioteca a releer viejos y nuevos textos. Y ese tiempo del porvenir que uno se inventa toma por asalto al presente y nos deja desvalidos de ese mirar hacia lo profundo que tan necesario es a nuestro ser, existir y vivir.

Con tu permiso, lo voy a difundir en la RIC. Tal vez si entendiéramos ese conflicto, que se traslada a tantos hechos comunes y cotidianos, sin que ni siquiera nos demos cuenta, estaríamos más pendientes de resolverlos en la libertad de crear, que en hacer guerras.

Recorde el Tonel de Diógenes que Pío fundó allá en su Tocuyo de los años 1918. También, en esa búsqueda, con una lámpara a pleno sol. Y nadie pudo adivinar cuánta ternura había detrás de aquel gesto de decir, en aquella Venezuela, tan parecida a esta: que si había que ir a una guerra civil, había que ir, para sanear un cuerpo social corrompido y enfermo.

Y luego advirtió que ni eso era posible impulsarlo, porque quienes se preparaban para la lucha apenas tenían en su mismo un deseo predestinado de suplantar al otro, para seguir haciendo lo mismo. Y la triste historia de este expaís lo ha demostrado con creces. 

Releeo algunas cosas que he escrito y a raíz de este texto, y sin darme cuenta, me parece que ese conflicto está en esa inmensa batalla que doy por la vida, por vivir sin predestinación alguna, con la libertad de hacer de la vida algo que valga la pena vivir,en uno mismo, con el otro que es parte nuestra, en un tiempo sin violencias por defender ni una cosa ni otra.” 

Y, en efecto, este texto nos pone a reflexionar, a revisar, a hurgarnos, a tratar de descubrir en qué limites estamos atrapados, qué predestinaciones han sellado nuestro rumbo, cuántas cercas se han encargado de escribir una historia que no nos pertenece. Y, sobre todo, en cuántos intentos de libertad se han convertido en altas murallas que también nos reducen  a ser  y hacer lo que otros piensan de nosotros.

Resumido en este texto están algunas de las grandes interrogantes del hombre y de la historia. Y apunta hacia respuestas que asumen una y otra posición, sin que cada una por separado logre advertir a veces que al descartar una, ya se limita la otra.

Nos corresponde a nosotros buscar respuestas o replantear las preguntas. Todo menos ser pasivos. Y si este texto sirve a ese propósito, bienvenido Pedro a esta estafeta libertaria. mery sananes



EL COMBATE CONTRA LA PREDESTINACIÓN

I)
Doble rostro

Cuando Karl Jaspers escribe “La vida es la ocasión para un experimento. Pero el hombre moderno está obsesionado con liberarse de la libertad”, define su lugar en una tradición crítica que cabe rotular así: “El combate contra la Predestinación”.

Porque tan antigua como la Predestinación misma es el combate contra la Predestinación – he aquí dos fuerzas que atraviesan toda la historia cultural de Occidente.

Desde el principio, la “predestinación” mostró una doble naturaleza, si no un rostro partido, como en el sugerente cuadro de Matisse. De un lado, se da la predestinación allí donde la vida es mecánica, “dictada”, previsible, casi una “pseudo-vida” que nos sería otorgada con insalvables “instrucciones de uso”: una existencia “vegetal”, “mineral”, “maquínica”, por recordar la calificación de Emil Cioran. De otro, ese título señalaría un devenir vital estrictamente “obediente”, “sumiso”, “dócil”, “conformista”, adherido a todos los poderes, a todas las dominaciones, a todo Lo Establecido, “enigmático” a su manera.

Y la guerrilla contra la Predestinación también se desdobla, al acecho de ambas facetas, tan refractaria a una como a otra. En muchos alzados se da la mixtura (aversión a lo maquinal y enojo ante lo sumiso), a veces con el predominio ostensible de una variable, a veces guardando cierta proporción, bajo el diálogo y el apretón de manos de las dos índoles. En no pocos insurrectos, sin embargo, asoma la perspectiva unilateral...

II)
Desde el principio

Pululaba la “vida predestinada” en Grecia, donde se gestó la mentira democrática; y concurrió, insolente, Diógenes el Perro, maestro de la escuela quínica, denigrando la cosificación y la esterilización del existir. Se le ve cruzar el ágora con un candil en la mano, en pleno día. ¿Qué busca? ¿Para qué un candil bajo el sol? “Busco un hombre”, responde, rodeado de simulacros de lo humano, de hombres aparentes... Buscaba a un hombre autónomo, hombre-hombre, y no al ejemplar de un rebaño; buscaba una vida “no predestinada”.

Diógenes, tal todos los cínicos antiguos, combate la Predestinación, y la combate plenamente: como vida mecánica y como obediencia instintiva. En él se da el equilibrio, la armonía, que más tarde se perderá...

Contra los homúnculos en que su mirada apenas se detiene y sobre los que resbala decepcionada su lamparilla, contra las biografías pre-escritas, esgrime dos figuras: la del Creador, la del sujeto que concibe su vida como Obra, que se enfrenta al futuro como el escultor a la roca o el escritor a la página en blanco, “artista” en el vivir; y la del Luchador, la del individuo capaz de negar, capaz de odiar de verdad aquello que merece ser odiado, proclive a “responder”, a “cuestionar”, a “contestar”. El Artista abolía la vida dictada y el Luchador suprime la docilidad.

Diógenes atenta contra las dos vertientes de la Predestinación: su existencia, deliberadamente miserable, de espaldas a la producción y al consumo, enemiga de la propiedad y de las instituciones, negadora de toda Autoridad, lo consagra como Luchador; y su beligerancia ante cualquier convención, ante la suma de los prejuicios, ante toda costumbre y todo hábito, lo distingue como Creador. El filósofo perro, “autor” por “explorador”, se lanza a la vida en el olvido de la moral de los establos, entendiendo sus días precisamente como “la ocasión para un experimento”.

III)
Los insurrectos

Como islas e islotes en una mar de Predestinación, la historia de nuestra cultura presenta una serie “muy definida” de nombres propios, deimpugnadores, en quienes hallamos las dos instancias de la contestación, pero en grado desigual, a menudo descompensado: unos se rebelaban más contra el vivir automático que contra la posición aquiescente; y otros se ensañaban con la sumisión política, con la subordinación social, concediendo menos importancia a la ausencia de arte en la forja de los días. La lista, nunca demasiado larga, refiere una suerte de “familia intelectual”: Esquilo, Camus, Baudelaire, Stirner, Verlaine, Rilke, Jaspers, Dostoievski, Artaud, Sillitoe, Wilde, Genet, Strindberg, Nietzsche, Gide, Diógenes, Poe, Rimbaud, Villon, Blake, Cioran,..., por recordar, en un perfecto desorden, a algunos de sus integrantes.

IV)
Perspectiva unilateral

Andando el tiempo, se dio un peligro en la “insurgencia contra la Predestinación” y acabó infeccionándose un sector de los sublevados. Sobrevino la “perspectiva unilateral”, que contemplaba solo un aspecto del problema y se olvidaba prácticamente del otro.

De una parte, encontramos a aquellos que atendían exclusivamente al momento de la “vida anodina”, gris, apenas viva, y exaltaban la imaginación existencial, la “invención” del futuro, el lema de la Vida cono Obra, al tiempo que admitían o toleraban (al menos implícitamente) la obediencia, el conformismo, la integración... Supo de esta “reducción”, verbi gratia, el dandismo decimonónico, con Oscar Wilde al frente, resolviéndose en una vida llena de piruetas, que se proclamaba “artística”, verdadera apoteosis de la emotividad, meros fuegos fatuos del devenir personal; un existir abierto a la fantasía, al capricho, a la locura, pero siempre arraigado en una aceptación de fondo del orden social general, siempre en el marco del “privilegio”, siempre “aristocrático”. Escritores acaso “mitificados”, como Borges o Vargas Llosa, redundaron en este acatamiento de Lo Dado mientras cantaban a la creatividad, a la idiosincrasia espiritual y a la reinvención del vivir...

De otra parte, y como modalidad simétrica de la reducción, de la unilateralidad, hallamos el punto de vista de cuantos solo abogaban por la rebeldía política, por la contestación social, sustentando privilegiadamente el estereotipo del Luchador. Caen aquí quienes, por enfatizar desmedidamente la batalla político-ideológica, la cuestión social, concedieron muy poca atención al aspecto de la existencia “auto-generada”, consciente de sí, “estética”. En su embriaguez y en su maniqueísmo, llegaron a concebir nuevos “manuales” para el empleo correcto de los días, nuevas “reglas” para el Buen Vivir Solidario, una especie de “catecismo” para la existencia comprometida. Denegada la predestinación estándar, se fraguaba una predestinación segunda, a menudo sectaria, “iluminada”, fanática. No pocos marxistas y demasiados comunistas se erigieron en soberbios exponentes de esta luchaincompleta contra la Predestinación, que obviaba una de sus vertientes. El Dandismo “instalaba” aún cuando apelara a la idea de vivir como se compone, de crear la propia vida. El Marxismo aherrojaba en un existir también “de molde”, no-libre, tal un reclusorio, a pesar de su franca hostilidad a la opresión política y a la dominación social.

V)
Arte combatiente, luchador artista

La “re-unificación”, el regreso a la completud de la crítica cínica, a la actitud equilibrada de Diógenes, se da, de un modo absolutamente logrado, en Nietzsche: el “creador” de Nietzsche es, al mismo tiempo, y por necesidad, un “rebelde”. Y no solo un “rebelde” en lo político y en los social; aparece, desde el principio, como un “rebelde” en la esfera que lo engloba todo, que subyace a todo -un rebelde ante la moral, un “inmoralista”:
“¡Ved los buenos y los justos!
¿A quién es al que más odian?
Al que rompe sus tablas de valores, al quebrantador,
al infractor –pero ése es el creador.

¡Ved los creyentes de todas las creencias!
¿A quién es al que más odian?
Al que rompe sus tablas de valores, al quebrantador,
al infractor –pero ése es el creador.

Compañeros para su camino busca el creador,
y no cadáveres, ni tampoco rebaños de creyentes.
Compañeros en la creación busca el creador,
que escriban nuevos valores en tablas nuevas.
Compañeros busca el creador, que sepan afilar sus hoces.
Aniquiladores se les llamará,
y despreciadores del bien y del mal.
Pero son los cosechadores y los que celebran fiestas.
Compañeros en la creación busca Zaratustra,
compañeros en la recolección y en las fiestas busca Zaratustra:
¡qué tiene él que ver con rebaños y pastores y cadáveres!”

La “fusión” es magnífica. Se refunda en Nietzsche una concepción insuperable del “arte conspirativo”, que recuperarán las vanguardias históricas (surrealismo, dadaísmo, expresionismo,...) y se prefigura, con una lucidez demoníaca, el arquetipo del “luchador artista”, retomado enseguida por la tradición libertaria no-dogmática – es decir: más próxima al espíritu de Antonin Artaud que al de Anselmo Lorenzo, valga el ejemplo.

El combate contra la Predestinación pasa hoy por el hermanamiento de esos dos planos: ámbito del arte como complot y dominio de la lucha artística. “Diseñar” la propia vida, “crearla”, “inventarla”..., pero a fin de corroer la “sombría organización de lo existente”, el orden socio-político imperante; “insubordinarse”, “levantarse”, “oponerse”, pero de un modo imaginativo, soberano, propio, “bello”. Cuando se funden las dos propuestas, la del arte en rebeldía y la del luchador artista, tocamos los cielos de la anti-predestinación.

Recuerdo un texto de Heidegger: “Construir, habitar, pensar”. En él se apuntaba que el construir era ya, en sí mismo, un habitar, y que ambos constituían la condición del pensar. Bajo su influencia, he elegido este título para mi colaboración: “Crear, Luchar, Vivir”. La creatividad que lucha y la lucha creativa se erigen en la exigencia primordial del vivir. Porque solo hay vida “viva”, verdad de la vida, allí donde desfallece la Predestinación.

(Texto concebido por Pedro García Olivo para el primer número, y acaso el último, de la revista “Libelo”, titulado “Contra la Predestinación”)
www.pedrogarciaolivoliteratura.com
Pedro García Olivo – La Haine 5/2/2012

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