domingo, 2 de agosto de 2015

MÁS ALLÁ DE LA AGENDA ELECTORAL


MÁS ALLÁ DE LA AGENDA ELECTORAL
Miguel Aponte


“Troya resiste no por su fuerza, sino por nuestra debilidad”, era el reclamo de Ulises a los griegos para explicar por qué no ganaban la guerra de Troya. Parte de la grandeza de Grecia fue ver los elementos universales de la constitución de lo humano y sus creaciones y penetrar en las más profundas razones, no siempre racionales, de esa condición. La frase es, por tanto, un buen ejemplo a la vez de repetición y realización en la historia. Muchas han sido y, seguramente, serán, las veces en que esta situación se ha replicado, para superarse en ocasiones y hundirse en otras. Recordemos que, finalmente, los griegos ganaron la guerra, pero no tuvo que ser así: pudo perderse; como, en efecto, en el siglo IV adC Atenas perdió la guerra frente a Esparta y sus aliados; y, lo más grave, se  perdió la democracia y a Atenas. Fin de la época griega.

Traemos el ejemplo para afirmar que en Venezuela hoy estamos repitiendo el mismo trance: un régimen perdido que, por 16 años, disfrutó del mayor poder imaginable –todos los poderes públicos secuestrados, miles de millones de dólares a su disposición y un apoyo jamás visto– se derrumba prácticamente solo y por implosión, contradicciones internas, incapacidad, incompetencia, brutalidad real y manifiesta, abusos y excesos de todo tipo, uso de la mentira y la subestimación de aquel mismo país que alguna vez confío en él, de la mano de aquella promesa, fallida desde su origen e inservible por innumerables razones teóricas, políticas y económicas, que llamó con arrogancia infantil socialismo del siglo XXI: una estafa.

¿Cómo es posible,  pregúntese, que todo el país no se vuelque al  100% -abusamos del número, pero no importa– a apoyar a la opción opositora? ¿Qué falta? ¿A quién más convencer de la ruina del régimen? Ni los cubanos, primeros usurpadores del desastre venezolano, le creen ya, ¿entonces? ¿No debe la oposición plantear claramente y ya el duro trabajo que tocará enfrentar, más allá de declaraciones de intención y no por triunfalismo tonto, sino por elemental responsabilidad? ¿No toca en tales circunstancias divulgar qué es lo que haremos para superar los males y construir la visión que colocará a Venezuela, por fin, en el siglo XXI? 

¿Y no es debilidad retrasar la conducción del país hacia esa visión? ¿Esa debilidad no fortalece al régimen? ¿No es precisamente esto lo que está faltando a la oposición? Y más claro: ¿es que acaso no sería ésta la única manera de hacer hoy oposición? Esto es: plantear, divulgar, discutir, un verdadero proyecto de país, sabiendo que no tiene sentido colaborar con un régimen hundido que lo único que tiene en mente es la estúpida idea de gobernar para siempre y matar la democracia y la libertad. Es esto precisamente ir más allá de la agenda electoral. ¿Por qué no?





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