domingo, 27 de marzo de 2016
EL REFORMISTA Y EL POLÌTICO
EL
REFORMISTA Y EL POLÌTICO
Miguel
Aponte
La diferencia entre el reformista y el político estriba en que
el primero nunca tiene idea de la totalidad que enfrenta, cree que su deber es
complacer los “estudios y encuestas” de opinión y termina haciendo lo que le
hacen creer que cree su electorado, sintiéndose eximido de tener una visión
integral de país y un proyecto definido que proponer sin ambigüedad. Estamos
frente a una invasión indebida de la racionalidad mercantil en el ámbito de la política
que terminó sustituyendo la acción política genuina por el arribismo.
Las consecuencias son múltiples
y muy perjudiciales para la política, la economía y la sociedad; el destino de
esta degradación es el “todo vale” y -al final- la muerte de la democracia
representativa, por su propia culpa. A esto nos ha traído la idea suicida de
que el ciudadano debe retirarse a sus “asuntos privados” mientras unos
supuestos profesionales y especialistas de los asuntos públicos -¿profesionales
de la política, la sociedad y la democracia?- se ocupan de todo.
Aúne usted a lo anterior la
idea de que todo lo público debe privatizarse y tendrá la llave que abre la
puerta para que ante el fracaso de la antipolítica llegue algún civil o militar
-¿por qué no un “cívico-militar”?- con un discurso vulgar revestido de baratijas
ideológicas y convenza a la gente -pobres y ricos- de que la causa del fracaso
y la frustración social se encuentra y es culpa única y exclusiva de algún
enemigo interno o externo que, por lo tanto, debe ser eliminado de raíz para
lograr automáticamente la ansiada “felicidad social, como consecuencia racional
y lógica de todo el “proceso” que él, como mesías salvador, conducirá.
Si el enemigo es otro y nunca
el origen de la degradación se encuentra en nuestras propias ideas e
instituciones, entonces el alegato contra un “otro” siempre va a tener cabida
en el discurso: los inmigrantes, los judíos, los políticos, los empresarios,
los comunistas para los liberales y los liberales para los comunistas, etc,
etc. Aguas arriba, sin embargo, la cosa es de muy vieja data y se inició a
partir del momento en que la política se “profesionalizó” alejando al ciudadano
de los asuntos públicos.
Por esta costosísima falla de
origen de la democracia representativa prosperan en el mundo los Berlusconi,
Putin y Trump y también los Chávez, López Obrador e Iglesias; por eso el
repugnante híbrido comunista-capitalista chino y el que están organizando para
Cuba -¿y Venezuela?; y no se sorprenda por las coincidencias. Después de que
las “grandes ideologías” han fracasado en su propio absurdo reduccionismo
racionalista y han cedido lo último al pragmatismo economicista, todas buscan
solamente el mejor método de control social: nada que ver con la democracia y,
por supuesto, tampoco con la libertad.
27 de marzo del 2016.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario