miércoles, 2 de marzo de 2016
FEBREROS DE CHAVISMO
27F-1989
04F-1992
Febrero 2014
FEBREROS DE
CHAVISMO
Rafael Iribarren
Febreros chavistas
Para el chavismo los
febreros constituyen fechas clave.
Algunos de los más determinantes eventos del “proceso” de su historia y
constitución, sucedieron en un febrero. Particularmente, el 27F de 1989, el 4F
de 1992 y, el 12F del 2014; fueron febreros en los que el chavismo, o los
“COMACATES”, fueron sus protagonistas.
En febrero de 1989 fue “El Caracazo”; “el
día en que bajaron los cerros”; la primera activación del “Plan Avila” decretado
por CAP; y ejecutada sin más por la oficialidad media con mando de tropa; en la
que estaban los “COMACATES”; comandantes, mayores, capitales, tenientes; que
masacraron con saña a los caraqueños. Estaban los COMACATES pese a que ya
estaban constituyendo su movimiento el MBR-200; fundado formalmente en 1983; el
año siguiente a “El Juramento del Samán”.
En febrero de 1992, fue el 4F; el golpe de
los COMACATES contra el gobierno de CAP; que movilizó 15.000 efectivos; triunfó
las principales plazas militares; incluso en Caracas, donde solo faltó
Miraflores y parte de Fuerte Tiuna. Fue un golpe hecho derrotar por Chávez que
lo comandaba en Caracas; y que según, en su momento señaló Arias Cárdenas,
buscó comandarlo, precisamente, para rendirlo.
En febrero
del 2014 fue el primer golpe abierto del 4Febrerismo, de los
COMACATES contra el gobierno de Maduro. Haciendo matar a Juancho Montoya,
aparte de salir de un enemigo interno; y reprimiendo a discreción y desproporcionadamente la GNB la
as guarimbas; provocó su radicalización e intensificación durante varias
semanas. Como lo denunció abiertamente su hermano Jhonny Montoya; con su muerte intentaban
desencadenar una reacción del chavismo de base; de desestabilización del
gobierno. Y que sería el soporte de la “Contraofensiva fulminante antifascista”
anunciada por Ameliach, cabeza del chavismo antimadurista; de los COMACATES,
hoy en unas 15 gobernaciones y una 130 alcaldías.
La impunidad; según.
Según el protagonismo
que el chavismo, concretamente los COMACATES, tuvieron en cada febrero, su
manejo del tema de “la impunidad”; que la haya o que no; varia, se ajusta o se invierte. Culpables, víctimas,
ejecutores y héroes, se personifican según cada circunstancia; siempre atendiendo
al principio de “no a la impunidad”; de
ellos.
La impunidad absoluta.
En El Caracazo
COFAVIC formalizó listas de cerca de 700 víctimas; habiendo la apreciación
generalizada, de que hubo muchas más, quizás hasta varios miles. Tal cantidad
de muertos, en tres días no es pensable que fueran hechas con el desgano de
unos soldados que solo “cumplían órdenes”. En las avenidas y barrios de Caracas
los saqueadores y agitadores, mayormente desarmados, fueron reprimidos
técnicamente, con saña, por lo visto la convicción de que se justificaba; y
hasta disfrutando.
La oficialidad media
que estuvo al mando de los efectivos, en buena parte, los COMACATES, se empeñó
a fondo; incluso en exceso; buena parte de ella, tuvo responsabilidad imputable
en las violaciones generalizadas de los DDHH que hubo entonces.; como
documentaron COFAVIC y PROVEA.
Pero, ya en el Poder,
el reclamo chavista contra la impunidad se concretó en señalar a CAP y a
Alliegro; ciertamente los responsables máximos del Plan Avila; pero, en tal
caso, ni los únicos, ni de todas las actuaciones de la oficialidad al mando.
En relación al
Caracazo de los muertos y sus victimarios concretos; hoy muchos en altos mandos
y cargos del régimen chavista; la impunidad es absoluta. COFAVIC, contra todo
tipo de dificultades y trabas, hizo un gran trabajo de muchos años; para que no
hubiera impunidad; que las instancias
nacionales puntofijistas y chavistas ignoraron. Como siguen sin implementación
concreta mismo las resoluciones sobre
los casos que ha logrado llevar a la CIDDHH.
La impunidad consensuada.
El 4F de 1992
murieron, unos centenares de efectivos, en este caso en combate, bajo los
mandos militares opuestos, del gobierno de CAP y el ministro de entonces Ochoa
Antich; y del MBR-200 que montó el golpe. Según la retórica actual de
no-impunidad chavista; los muertos en ese evento habrían sido responsabilidad
de quienes hicieron el golpe; que lo comandaron; y que finalmente lo rindieron.
Los jefes y mandos golpistas, bolivarianos; algunas docenas; fueron hechos y
duraron presos solo meses; a los tres años todos estaban libres y en
actividades públicas varios. A ninguno se le hizo o terminó juicio.
Igual que en el caso
del “Caracazo”, la impunidad ha sido absoluta; con la sola diferencia en
relación al discurso chavista de que ni siquiera ha habido inculpación a nadie;
ni siquiera a CAP ni a Ochoa Antich. Obviamente, no hay inculpación, porque en este
caso, los inculpados resultarían ellos mismos, los COMACATES. Indicativamente,
en este caso; ni el régimen puntofijista planteó que no hubiera impunidad; ni
los bolivarianos lo hicieron. La impunidad ha sido absoluta; asumida,
evidentemente consensuada por ambas partes.
Los muertos en las guarimbas fueron de la GNB y los colectivos.
En febrero y marzo
del 2014, la GNB junto con colectivos armados encapuchados, reprimieron a
discreción las guarimbas; a simple vista matando 40 personas e hiriendo a
varias decenas; evidentemente con el propósito de radicalizarlas. Durante unas
seis semanas los guardias nacionales y los motorizados, fue evidente que no
respondían al gobierno; ni al Ministerio de la Defensa ni al de Relaciones Interiores
Justicia y Paz. Que respondían a un
mando en la sombra; y la directriz del
4Febrerismo, de los COMACATES; en la activación
de su “contraofensiva fulminante antifascista” formalmente contra la oposición;
pero en concreto, para desestabilizar al gobierno de Maduro. Fue el primer
golpe chavista contra Maduro.
El madurismo tomó
rápidamente consciencia de que estaba ante un golpe montado desde el propio
chavismo. Optó por manejar la situación, como “contradicción interna”, como una
cuestión “entre hermanos en Chávez”. Y por aprovecha la situación para “matar
varios pájaros de un tiro”. A partir de la idea de “la trilogía del mal” de la
campaña presidencial del 2012, y sobre las confrentaciones y lucha interna
entre las oposiciones, en la MUD; manipuló el oportunismo y el protagonismo
principalmente de Machado y López; que sistemáticamente hicieron para que, las
guarimbas, reacción principalmente estudiantil y de las comunidades ante la represión
de, concretamente, de su movilización de
protesta del 12F ante la FGR; aparecieran como el resultado de su convocatoria
y discurso.
40 de los 43 muertos
que hubo en esas semanas; 3 lo fueron
por otras manos; y los centenares de heridos de bala; a la vista de todos y más
que registrado en videos; cayeron por los disparos de los guardias nacionales y
colectivos. O sea, que, sin vuelta de hoja,
fueron muertos del gobierno chavista y los militares. Muertos y heridos que,
aparte las diferencias de escala y de la circunstancia política; y ahora, de enmarcarse en la lucha interna entre chavismos;
lo fueron igual que los del 27F del “Caracazo”, del gobierno de CAP y los
militares.
“La impunidad perfecta”.
Matar varios pájaros
de un tiro y lograr “la impunidad perfecta”. En eso consistió y ha consistido el manejo
chavista de la cuestión de la amnistía, particularmente de los presos por las
guarimbas. Le dio una salida, al menos momentánea al conflicto interno entre
chavismos; junto a activar las contradicciones entre las oposiciones; dándole
fuelle a sus protagonismos más agresivos
y autosuficientes. Reavivó el discurso chavista de la “lucha de clases,
antiburguesa-anticapitalista” y de la ofensiva desestabilizadora golpista, la
amenaza imperialista, etcétera en la
subjetividad chavista; personificando al enemigo perfecto, “de clase”, por sus
vínculos con factores de poder internos e internacionales.
Tiene montado un
cuadro disuasivo de cualquier intento de confrontación civil o militar al autoritarismo. Y, la retórica de “no a la impunidad”; se
concreta , en este caso, con la identificación y prisión de los “culpables” de las “víctimas de las
guarimbas”, decenas, con nombres y apellidos; y particularmente de uno, de Leopoldo
López, hasta confeso; aunque ambigua y oportunistamente confeso; ni de los
muertos ni del incendio naturalmente. Paro sí de su supuesta responsabilidad en
la movilización de ese día.
Exhibir y tener
presos a los supuestos culpables de los
40 muertos de la GNB y sus colectivos, no-culpables, en febrero y marzo del
2014; es nada más y nada menos,, hay que reconocerlo, “la impunidad perfecta” De
forma que para que resultara tan perfecta y manejable; tan veraz; como creen lo
chavismos haber logrado; conformaron, y durante un tiempo movieron y circularon nacional e
internacionalmente; hasta la OEA y la ONU intentó; ir un “Comité de víctimas de
las guarimbas”; obviamente entre otros,
con el propósito, de picar adelante, bloquear o entorpecer cualquier intento tipo,
o mismo de COFAVIC, o de PROVEA o similar.
La tanqueta patriota bolivariana y el megáfono proimperialista uribista.
La idea de “los
culpables de las víctimas de las guarimbas; de por sí, abstrusa; de que los
culpables no son los guardias nacionales
que los mataron; sino otros, que,
según, por eso están presos; tiene dos aspectos que se relacionan con el
radicalismo extremo, aspavientoso, con que, principalmente el madurismo, aunque
también el 4Febrerismo, rechazan la amnistía y la Ley de Amnistía en cualquier variante.
Esos presos; pese el costo político que le significa al
madurismo, la ilegalidad y la perversión
de todo su proceso; son la clave para la
preservación de la identidad y la retórica chavistas; ya en el postchavismo en
su fase terminal. Son la base concreta de la posibilidad de sobrevivir en la
subjetividad chavista de base; al menos en un lapso. Son la concreción de que
si hay un enemigo, un acoso, un amenaza; internacional, naturalmente; y de los
que ellos serían sus agentes nacional. Los presos políticos del chavismo le son
indispensables.
Son la deriva final
concreta de la identificación por Chávez, en el 2012, de un enemigo
estratégico, “de clase”; de derecha”; mediante la creación de la figura de “la
trilogía del mal”; Capriles, Machado y López. Aunque las cosas entonces no son
equiparables a las de hoy; quedarse sin presos; por la vía u otra de una ley de
amnistía; a los chavismos le es o sería, letal; seria quedarse sin enemigo, ya prácticamente
“agarrados de la brocha”; sería el fin.
Sobre todo porque
hacia el mismo chavismo de base que aún queda, la cuestión de los presos
políticos es proyectada por las burocracias, en términos casi monosilábicos; sin
permitir ninguna lectura posible más allá de lo panfletario; como cuestión de
fe. Obviamente porque no aguanta ni siquiera la mínima racionalidad. La
sorpresiva y arriesgada denuncia del
Johnny Montoya; de que se manipulaba el asesinato, de Juancho, ordenado desde el alto
chavismo; para inculpar a López; tiene que haber caído en las mentes de los
chavistas de base como una bomba de profundidad.
Porque, aparte los
procesos, de inteligencia, policiales, judiciales, etcétera; de su perversión
integral; ninguna relatividad explica cómo se acusa a la escala a que se hace y a que se condena;
por agitar y hacer violencia de calle,
la que sea, pero desarmada escotera y con alcance mínimo; a gente de las
guarimbas.
El caso más promovido
mediáticamente, de Leopoldo López; puro protagonismo por lo demás; acusado de
“instigar”, además, sin pruebas consistentes; armado de ¡un megáfono!; y ¡condenado a 14 años!. Lo peor, hecho preso,
“juzgado y sentenciado” por gente, militares, funcionarios, que o
estuvieron involucrados, mataron gente, o
lo justifican o se hacen los locos; en la masacre del “caracazo” en el golpe
rendido del 4F y hasta en la misma represión de las guarimbas del 2014.
Quien el 4F trató de
entrar en el Palacio Blanco con una tanqueta; según, no solo que no delinquió
sino que además hoy es un patriota bolivariano célebre; y no estuvo sino meses
preso. Mientras que haber participado en una huelga de hambre, un agitador o un
estudiante o un vecino radicalizado, ejerciendo pacíficamente su derecho a protestar,
a las puertas de la OEA; y declarado que
es para ”sacar a Maduro”; ese es entonces un agente del imperialismo y un
peligroso para-milita uribistar; lleva
preso dos años en perspectiva de
ser condenado a equis años de cárcel. El contraste es inocultable hasta para el
más ingenuo chavista de base;, entre el patriótico usar una tanqueta y la
amenaza golpista y magnicida de usar un megáfono.
Febreros de chavismo, de impunidad y de vergüenza.
La concreción de la
bazofia ético-moral que es la burocracia chavista, se muestra en sus
aspavientos en contra de la amnistía por ley o por decreto; en que según, se
estarían dejando impunes delitos y crímenes, violencias, en fin; contra la
gente contra el orden contra la Patria, etcétera; atribuidos a los presos en el
SEBIN. Amnistiarlos sería, según, beneficiarlos dejando impunes sus culpas; y
sin justicia a sus víctimas. Cuando
precisamente los más aspavientosos; la mayoría COMACATES que reclaman la
no-ímpunidad en contra de cualquier variante de amnistía; han sido
beneficiarios de dos, o, según, los tres procesos de impunidad mayor habidos en
Venezuela en el último siglo.
De la impunidad que
cubre los delitos y crímenes contra la Humanidad y los DDHH cometidos por los
militares, COMACATES incluidos, en el Caracazo; la mayor masacre en la historia
latinoamericana. De la impunidad convenida, de los muertos delitos y daños
contra la gente, y entre los mismos
militares, cuando el golpe de los COMACATES del 4F. Y de la impunidad, esta,
“impunidad perfecta”; con la que se pretende cubrir los crímenes y violaciones
masivas de los DDHH cuando contra las guarimba, bajo un mando en la sombra de
COMACATES; la GNB y sus colectivos armados y encapuchados; las reprimieron
discrecional y salvajemente.
Varios febreros venezolanos han sido de chavismo, de impunidad; y, ahora,
con la “impunidad perfecta”, de
vergüenza nacional.
Caracas marzo del
2016
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