Nadie está pidiendo que las FAN den un Golpe de Estado. Lo que les exige la inmensa mayoría es que cumplan su deber de ser garantes de la Constitución, que no se presten a los atropellos que, desesperados y sin remordimiento alguno, quieren cometer los “revolucionarios” que han expoliado el país contra los venezolanos. ¡Que hagan cumplir la Constitución y los derechos ciudadanos ahí consagrados, impidiendo que se sabotee la realización del RR en 2016!
domingo, 28 de agosto de 2016
MILITARES EN EL TITANIC
MILITARES EN EL TITANIC
Humberto García Larralde
Los militares han sido centrales al
régimen bolivariano. Chávez, militar, rápidamente hizo de ellos la columna
vertebral de su gestión. Nunca confió los destinos de su proyecto en manos de
los “revolucionarios” charlatanes. Éstos apenas fueron pretexto, con su
verborrea radical, para sus desmanes. Desde el Plan Bolívar 2000, pasando por
la CAAEZ, cargos directivos en las empresas básicas, ministerios y
gobernaciones, las FAN -ahora con el epíteto de “Bolivarianas”- se han
convertido en el verdadero partido de los gobiernos chavistas. Actualmente, 11
de los 20 gobernadores oficiales son de origen militar, 12 ocupan cargos
ministeriales y un número no definido ocupan altos cargos en ministerios,
institutos y empresas públicas.
Chávez cautivó a muchos integrantes de la
FAN con sus evocaciones épicas haciéndoles creer que eran los herederos del
Ejército Libertador, llamados a “salvar” la patria de las manos de los
políticos corruptos que la habían dejado perder. Hizo obligatorio el saludo
fascista “Patria, socialismo o muerte” entre sus filas, así como la profesión
de lealtad hacia su persona, violando lo dispuesto en el artículo 328 de la
Constitución. Pero además de la persuasión ideológica, instrumentó otros
mecanismos para asegurar su lealtad. Desde el Plan Bolívar 2000 se hizo la vista
gorda ante las irregularidades denunciadas acerca de la no rendición de
cuentas, los dineros desaparecidos, las compras con sobreprecio, las
corruptelas abiertas y otras irregularidades, pero se cuidaba de tomar nota a
fin de pasar cuentas en momentos que alguno se atreviera a asumir una posición
crítica o, más grave aún, convertirse él mismo en denunciante.
Ahora que ha quedado notoriamente al
descubierto la pérdida de apoyo popular al gobierno actual por la total
incapacidad de Maduro por entender sus responsabilidades como Presidente, se ha
acentuado como nunca antes la dependencia del régimen del componente castrense.
A sabiendas que los militares no son marcianos, que sus familias son
venezolanas y padecen muchos de los sufrimientos que aquejan al resto de sus
compatriotas, que muchos muestran preocupación y hastío por lo que está pasando
y que votaron mayoritariamente a favor de los representantes democráticos en
las elecciones del 6-D, ha procurado aislarlos del mundo civil con atenciones
especiales.
Si bien no hacen cola para comprar sus
alimentos, pues se les hacen llegar por mecanismos específicos de distribución,
y disfrutan de un buen seguro médico como de de otras prebendas, la
incompetencia de este gobierno ha impedido hacer de ellos un sector
privilegiado, por la sencilla razón de que los dineros ya no alcanzan para
ello. Sus sueldos son tan miserables como los del resto de la administración
pública. El expediente a que sus jefes cubanos le aconsejaron a Maduro y
es, por ende, otro: hacerlos cómplices del proyecto que ha destruido al
país en nombre del “socialismo”, como hicieron en la isla con el GAESA (Grupo
de Administración Empresarial S.A.).
Además de las estaciones de televisión,
compañías de transporte de carga, de seguros, de importación y exportación, que
han sido puestas en sus manos, Maduro les facilitó aún más su participación en
la depredación de la riqueza social creando la Compañía Anónima Militar de
Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas (Camimpeg) -una licencia para generosas
comisiones en los contratos que celebre el Ejecutivo con empresas extranjeras
llamadas a explotar el Arco Minero y la Faja del Orinoco, siendo que, de estos
negocios, los militares no saben nada- y, ahora, poniendo al Ministro de la
Defensa al frente de una Gran Misión de Abastecimiento Seguro, con
responsabilidades omniabarcantes sobre la importación y distribución de
alimentos y medicinas.
Cualquiera entenderá que, con las
distorsiones abultadas de precio existentes, la consecuente escasez y el abismal
diferencial cambiario, las oportunidades para la corrupción son gigantescas,
más si se les encarga de “custodiar” fronteras y negocios. A esto se le suma el
amparo abierto, sin remilgos, de quienes han sido señalados de estar implicados
en delitos graves como el narcotráfico y la violación de los derechos humanos.
La reciente designación del Gral. Reverol al frente del Ministerio del Interior
es el último insulto que los venezolanos hemos recibido al respecto.
El gobierno quisiera pensar, entonces, que
se las comió, que tiene garantizado el apoyo militar y que, por tanto, puede
mandar al carajo las formalidades democráticas que Chávez sí se cuidó de
aparentar, y arremeter contra las atribuciones de la Asamblea Nacional y los
derechos civiles consagrados en la Constitución. Las FAN serían, no la última,
sino la única barrera de defensa contra las protestas de la población por el
hambre y la miseria a que ha sido condenada cruelmente y, ahora, contra las
marramucias ejecutadas por el CNE para intentar evitar la realización del
Referendo Revocatorio de Maduro este año.
El crucero de lujo que engañosamente quiso
proyectar Chávez como “socialismo del Siglo XXI” en realidad era el Titanic.
Durante su travesía, todos los objetos de lujo fueron acaparados por el grupito
que controla el barco. Ante la tragedia que divisan (y que viven) sus
pasajeros, éstos han acentuado su presión para que se les habiliten los botes
salvavidas -en esta versión del cuento disponibles en número suficiente. Se
trata del Referendo Revocatorio, garantizado en el artículo 72 de la
Constitución, el mecanismo más idóneo para evitar que los actuales tripulantes
del Titanic-Venezuela nos lleven a todos a pique.
Pero los que “conducen” el buque,
convertidos en una verdadera mafia, quieren utilizar los botes salvavidas sólo
para ellos, para salvarse llevándose los tesoros que acapararon en esta
travesía malhadada. Sabiéndose en minoría, le piden a los que los custodian
-los militares-, algunos de los cuales participaron en el saqueo, que impidan a
la población abordarlos para poder salirse con la suya. Y uno se hace la
pregunta, ¿Qué van a hacer, cómo van a responder ante el 1º de septiembre?
Nadie está pidiendo que las FAN den un Golpe de Estado. Lo que les exige la inmensa mayoría es que cumplan su deber de ser garantes de la Constitución, que no se presten a los atropellos que, desesperados y sin remordimiento alguno, quieren cometer los “revolucionarios” que han expoliado el país contra los venezolanos. ¡Que hagan cumplir la Constitución y los derechos ciudadanos ahí consagrados, impidiendo que se sabotee la realización del RR en 2016!
Aquellos que serán llamados a reprimir u
obstaculizar la marcha, que tengan en cuenta que el símil del Titanic no es
coincidencia: esto irremediablemente se acabó, no tiene futuro, ni siquiera
para los vivianes que se cogieron el país. Si se prestan a los atropellos de
Maduro, Cabello y los hermanos Rodríguez, pasarán a la historia, no como
herederos del Ejército Libertador -”maldito sea el soldado que dispare
contra su pueblo”-, sino como esbirros de la mafia fascista que nos ha
arruinado a todos. ¿Hasta cuándo correr la arruga? ¿A qué costo, para el país y
para sí mismos? ¿Para qué? Impedir que los venezolanos aborden los botes salvavidas
puede provocar confrontaciones violentas que nos llevarán a todos a pique.
Humberto García Larralde
economista, profesor de la UCV
26 agosto 2016
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