Juan Carlos Sosa Azpúrua
Más de cuarenta días tienen los venezolanos en las calles, demostrando una gallardía y convicción libertaria admirables. Es milagroso que una nación con tantos padecimientos y frustraciones esté dispuesta a luchar y manifestar su hastío, a pesar de los riesgos mortales. Estos dieciocho años de tiranía, su desangre migratorio y las tragedias sufridas, no han amilanado el corazón criollo.
Son decenas de compatriotas asesinados y miles apresados arbitrariamente. Cada día que pasa, es un día que muere un joven y sus ilusiones de amanecer en Libertad. Es heroica la gesta de nuestros muchachos de Caracas, Táchira, Mérida, Carabobo, Zulia, y demás rincones de esta tierra de gracia, que hoy llora lágrimas de sangre. También son heroicos todos y cada uno de los que abandonan sus burbujas cotidianas y asumen la calle con todos sus costos.
Pero estas páginas históricas corren el peligro de terminar empastadas en un libro cuyo título es “La frustración de un pueblo desmoralizado”. Ya son casi dos décadas de experiencia que nos deben abrir los ojos para captar las lecciones que nos dicta el pasado, tan rico en marchas y luchas que se desvanecieron.
Padecemos un régimen inescrupuloso, cuyo objetivo es la dominación total. Para lograrlo, solo tiene que destruir lo que tenga valor: la decencia, la educación, el trabajo, los sueños y la Libertad. Por eso las marchas son un arma de doble filo. Si no se articulan dentro de una estrategia política, cónsona con la belleza juvenil que sacrifican, estas concentraciones de calle son vitaminas para un régimen que se nutre del cansancio, la sangre y la miseria.
El tiempo de marchas es tiempo de anarquía, que se desborda. Comercios quiebran, universidades cierran, estudiantes se distraen, profesionales se extravían en nieblas paralizantes, el exilio se dispara, la economía se hunde más, el hampa saca músculos, los hogares tiemblan y lloran las tragedias; los huesos rotos de la nación se hacen polvo.
Para amortiguar o al menos intentar sanar las heridas infligidas por las marchas, y que las páginas se inmortalicen en el libro de la Libertad, la calle debe encuadrarse dentro de una estrategia que, lógicamente, debería accionarla la Asamblea Nacional. No existe razón alguna para no hacerlo y sí todas para abrazar con ahínco la oportunidad de oro que nos brinda el destino, para resolver esta crisis con la limpieza que proporciona la institucionalidad de una Asamblea que representa la voz del pueblo.
La Asamblea Nacional es el único poder público autónomo y legítimo que existe en Venezuela. Su legitimidad cuenta con el respaldo de cerca del noventa por ciento del país. Es momento de asumir esa inmensa responsabilidad y abrazar la historia con fuerza y determinación.
¿Qué debe hacer la AN?:
Es evidente, que los puntos que a continuación se enumerarán, el régimen forajido no los acatará en un primer momento. Al contrario, se burlará y profundizará su represión. Pero en la medida que la nación se pronuncie en favor del nuevo gobierno y así mismo lo hagan las entidades y personalidades internacionales, la realidad irá mutando y lo que luce fantástico se volverá tangible y lo que hoy es real dejará de serlo.
1) Decretar la ilegitimidad del régimen, por estar incurso en crímenes de Lesa Humanidad, públicos y notorios. En este sentido, los funcionarios principales del régimen forajido deben ser desconocidos por la AN. No está de más reiterar, en acto formal, que Venezuela no tiene presidente de la República desde que la misma Asamblea Nacional decretó su falta absoluta (por abandono del cargo -deberes constitucionales-) en enero de este año.
2) Nombrar magistrados del TSJ; Fiscal y nuevos rectores para el CNE.
3) Designar un gobierno de transición (presidente, vicepresidente, ministro de la Defensa y demás funcionarios necesarios para acciones inmediatas). Este gobierno transitorio contará con el aval del nuevo TSJ y será celebrado por los venezolanos en las calles del mundo entero, que se organizarán para que el apoyo sea contundente e innegable.
4) Hacer un llamado formal a las Fuerzas Armadas, para que sepan que obedecer a un régimen forajido implica penas graves, al ser cómplices de criminales de Lesa Humanidad.
5) Organizar a las Fuerzas Armadas institucionales, para que formalmente desconozcan las órdenes del alto mando militar que pretenda serle leal al régimen forajido.
6) Comunicar a todas las cancillerías que Venezuela tiene un régimen forajido, que ha sido desconocido por el pueblo; y que la AN ha nombrado un gobierno transitorio, para poner orden y convocar elecciones libres, tan pronto como lo permitan las circunstancias.
7) Hacer una convocatoria a los funcionarios del régimen forajido, incluyendo militares, para que desconozcan a los criminales usurpadores y apoyen al gobierno legítimo de transición.
8) Decretar el desarme de los colectivos, milicias y demás cuerpos delictivos que han sido equipados por el régimen forajido. Enumerar, en un decreto, todas las penas aplicables a todos aquellos que no cumplan con el decreto de desarme.
9) Convocar a los hogares venezolanos a manifestar continuamente su apoyo al gobierno legítimo de transición, a través de acciones puntuales que deben planificarse dentro de una estrategia coherente, y que aminore los riesgos a la vida.
10) El gobierno de transición debe actuar como si el poder del régimen forajido no existiera, emitiendo órdenes a todos los organismos públicos para que actúen en conformidad con la nueva realidad.
11) Solicitar el apoyo de los gobiernos americanos, europeos, asiáticos y africanos, así como de sus organismos de inteligencia y combate antidrogas, para que neutralicen las rutas del narcotráfico y petroleras, que usa el régimen forajido para abastecerse de recursos.
12) Crear una coalición internacional de jefes de Estado en apoyo al gobierno legítimo de transición.
13) Crear una coalición de escritores, periodistas, artistas, y demás personalidades influyentes del planeta para que se pronuncien en favor del gobierno legítimo de transición y condenen al régimen forajido.
14) Emitir comunicados a la INTERPOL y demás organismos pertinentes para que colaboren con las acciones del gobierno legítimo de transición.
15) Emitir comunicados al sistema financiero internacional para que tome las medidas necesarias que bloqueen las acciones del régimen forajido.
16) Nombrar una comisión especial para negociar empréstitos, para que el gobierno legítimo de transición pueda operar sin depender del situado constitucional, mientras éste siga secuestrado por el régimen forajido. Estos préstamos también deberían abarcar las necesidades operativas esenciales de las gobernaciones y alcaldías que decidieren desconocer al régimen forajido.
17) Decretar un estado de emergencia nacional, y solicitar el apoyo militar de las fuerzas nacionales e internacionales que decidan apoyar al gobierno legítimo de transición.
18) Emitir ordenes de libertad a todos los presos políticos y exigir a los organismos pertinentes que cumplan con dichas ordenes, so pena de incurrir en graves delitos, que deberán consagrarse a través de una ley especial, promulgada por la AN.
19) Anunciar al país un cronograma de acciones, que culminen en elecciones presidenciales en un tiempo perentorio.
20) Nombrar una comisión negociadora, que defina los términos de rendición del régimen forajido.
No tiene sentido continuar marchando si no se obtiene una respuesta de este tenor por parte del universo político, representado en la Asamblea Nacional.
El país ha sufrido demasiado y no puede seguir a la deriva, desgastándose indefinidamente en acciones que no cuajan en respuestas definitivas.
Basta de improvisaciones, de esperar que la suerte sonría caprichosamente. Sin menoscabar la lucha que han dado los diputados en las calles, es hora de una política que supere efectismos y consolide finales trascendentes.
La AN tiene el poder constitucional y el apoyo de la sociedad que representa.
“La fortuna favorece al audaz”, dijo el poeta Virgilio. Entonces, que la audacia se demuestre con una respuesta política que esté a la altura de nuestro hermoso y gallardo pueblo de Venezuela.
En Caracas, a los dieciocho días de mayo, 2017.
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