domingo, 9 de julio de 2017
EL TERROR ROJO
EL TERROR ROJO
Luis Marín
Si Raúl Castro no hace
concesiones en Cuba ¿por qué habría de hacerlas en Venezuela? Si el modelo que
exporta es una dictadura militar comunista de partido único en que nadie más
puede tener cabida, antiliberal, anticapitalista, antipluralista, en una
palabra, totalitaria, cuyo valor supremo es la “intransigencia revolucionaria”
y la firme creencia en las virtudes persuasivas de la intimidación.
Los comunistas siempre han
considerado al terror como sello distintivo de toda verdadera revolución, una
herramienta indispensable para aplastar la resistencia de sus enemigos, en fin,
una expresión necesaria de la violencia como “partera de la historia” que
alumbra una “nueva sociedad”.
De manera que para ellos no
hay ningún problema, ni teórico ni práctico tanto menos de conciencia, en la
organización y ejecución de matanzas en masa, porque se trata de exterminar no
a individuos, por lo que hagan o dejen de hacer, sino a categorías sociales que
llaman “enemigos de clase”; así que el único inconveniente consiste en cómo
manejar el escándalo que acarrean estas acciones, que dan audiencia a sus
adversarios y producen no pocas disensiones internas.
Ciertamente los crímenes que
las fuerzas de ocupación del ejército y policía castristas están perpetrando en
Venezuela serían completamente imposibles sin la coautoría y complicidad de una
amplia y tupida red internacional de instituciones, organizaciones y
personalidades, extendida por los cinco continentes.
Maduro sigue siendo
Secretario General de la Organización de Países No Alineados, 120 países más 15
observadores; le sigue la Organización para la Cooperación Islámica, 57 países;
la Liga Árabe, 22 países, entre los que Chávez obtuvo para Venezuela un
incomprensible status de observador; su común denominador es el
antiamericanismo y antisemitismo, por lo
que no se pronuncian ni se pronunciarán contra el régimen, sino que lo apoyan,
al punto de darle un puesto pro tempore en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Estos organismos
internacionales como la ONU, incluso su Consejo de Seguridad, la UE, la OEA,
OUA, la CPI, son influenciados no sólo por estos países que son sus miembros
sino por las organizaciones políticas que los gobiernan o presionan desde las
oposiciones respectivas, lo que conduce a la inacción que los caracteriza, en
lo que no puede ignorarse un burocratismo paralizante.
El nervio de todo esta red no
es Cuba, Nicaragua, Bolivia, que son los países más pobres de América, sino los
partidos comunistas de todos los demás países, por ejemplo Colombia, Chile,
Argentina, Uruguay, Brasil, los partidos europeos actuales o ex comunistas y la
joya de la corona que es el Partido Demócrata de los Estados Unidos.
Más allá del partido
comunista de los EEUU (CPUSA), una entelequia centenaria pero con indiscutible
valor simbólico y cultural, asentado en la 23rd Street de New York, que ha
apoyado consistentemente a los candidatos demócratas y celebra como propia la
elección del alcalde Warren Wilhelm, alias Bill De Blasio, militante
sandinista, del grupo “Red”, el color de su campaña, autodenominada “progre”,
símbolo decadentista, casado con una lesbiana de color, que paso su luna de
miel en Cuba desafiando la prohibición legal de hacer turismo en la isla, con
su hijo tocado con el look que popularizó Ángela Davis, la más famosa dirigente
del Partido y los Panteras Negras, fue jefe de campaña de Hillary Clinton.
El Partido Demócrata es el
protector de la tiranía de Castro en América.
TRUMPMANÍA
El ya célebre discurso del
Presidente Trump en La Pequeña Habana el viernes 16 de junio tiene como mérito
principal haber restablecido la conexión entre las palabras y los hechos que
había roto por completo el parloteo ideologizante de Barack Hussein Obama II.
En particular, destaca la
relación umbilical entre la tiranía castrista y la catástrofe que sufre
Venezuela que la anterior administración se empeñaba en ocultar, diciendo que
aquella “incentiva el caos en Venezuela”,
y que “es mejor para los EEUU tener libertad en nuestro hemisferio, sea Cuba,
sea Venezuela”.
“La política anterior no
favoreció al pueblo cubano, sólo enriqueció al régimen”, lo que contrasta con
la mentira flagrante de Obama al anunciar su nueva relación “con el pueblo
cubano” cuando en verdad conspiraba con la mafia castrista contra los intereses
no sólo del pueblo cubano sino del pueblo norteamericano que decía representar.
Atina al centro de la diana
al señalar al complejo militar-mercantilista castrista representado por el
holding GAESA/Gaviota “monopolio militar que explota y abusa de los ciudadanos
cubanos”.
La agenda que Trump le
propone al régimen de Castro se puede trasladar sin cambiar una coma a su
filial en Venezuela: “Libertad para los presos políticos, libertad de expresión,
de reunión, todos los partidos políticos deben ser legalizados, que haya
elecciones libres e internacionalmente supervisadas, que fluyan inversiones a
los ciudadanos para que puedan construir un futuro de gran potencial”.
Lo más importante es llamar
las cosas por su nombre: “El comunismo ha destruido toda nación donde se ha
impuesto (Obama eliminó la palabra “comunismo” del léxico de la Casa Blanca).
El gobierno de los EEUU expondrá los crímenes del régimen de Castro (que la
anterior administración se empeñó en ocultar) y apoyará al pueblo cubano en su
lucha por la libertad” (que Obama abandonó por completo).
Da por terminado un mal
negocio y propone otro equilibrado y justo: “Siéntense a la mesa para un nuevo
acuerdo beneficioso para ambos pueblos (no unilateral, como el de Obama);
pongan fin a los abusos contra los disidentes, liberen a los presos políticos,
dejen de poner en prisión a personas inocentes, ábranse a la libertad política
y económica, devuelvan a los fugitivos de la justicia estadounidense incluyendo
a la asesina de policías Joanne Chesimard”.
Aquí hay una doble
“incorrección política” porque osa llamarla por su nombre cristiano siendo que
ella lo cambió por el musulmán Assata Shakur, al afiliarse a la República Nueva
África y al Ejército Negro de Liberación, en el que militaba cuando ejecutó al
policía de carretera Werner Foerster, en New Jersey, durante un sangriento
tiroteo en 1973 en que resultó muerto uno de sus secuaces y ella gravemente
herida.
Por este y otros delitos fue
condenada a cadena perpetua, pero fue rescatada en 1979 por un comando
fuertemente armado de la cárcel de máxima seguridad de Hunterdon County, para
reaparecer sorpresivamente en La Habana, en 1984, protagonizando documentales y
películas propagandísticas de la lucha armada en los EEUU.
Y no es la única. Su camarada
Charles Hill, asesino del policía Robert Rosenbloom, en Nuevo México, 1971, que
se fugó en forma no menos espectacular secuestrando un Boeing 737, rumbo a La
Habana, donde se encuentra desde entonces. Irónicamente se queja de que si
recibiera remesas en dólares como La Reina (Joanne) no tendría que vivir del
rebusque.
Víctor Manuel Gerena, del
grupo separatista puertorriqueño Macheteros, que en un asalto a un camión
blindado de la Wells Fargo se robó 7 millones de dólares, el golpe más grande
de la historia, en Connecticut, 1983, de quien para sorpresa de su organización
el régimen castrista dice no saber nada (ni del dinero), aunque siguieron su
rastro hasta México, donde abordó un vuelo de cubana de aviación.
Ronald Labeet, alias Ishmael
Muslim Alí, el carnicero de Saint Croix, Fountain Valley, donde masacró ocho
personas sin motivo aparente, salvo ser blancos y ricos; pero son demasiados,
tantos como diez veces siete, hasta el insólito defraudador Robert Vesco.
De lupanar del Caribe, Cuba
ascendió a ser La Meca del crimen organizado mundial.
EL ENEMIGO CONVENIENTE
Uno de los aspectos más
desconcertantes del neocomunismo es la manera como construye adversarios
imaginarios, atribuyéndoles ideas, propósitos y acciones que nunca han tenido
ni cometido y que incluso son contrarios a sus principios básicos e intereses esenciales.
Entre nosotros ya es
aborrecible refutar una y otra vez la cantilena del régimen de llamar
“fascista” a todo el mundo cuando en Venezuela no existe ni nunca existió nada
semejante; pero no deja de causar cierta extrañeza que en países que sí deberían
conocer ese fenómeno, como España y Chile, aparezcan académicos y hordas de la
juventud comunista llamando “fascistas” a quienes protestan contra los
funcionarios de este régimen en el exterior. ¿Será ignorancia, error o crudo
cinismo?
Como siempre le imputan a los
demás lo que ellos hacen, acusan de traidores a la patria a personas
honorabilísimas que no han traicionado nada sino al contrario, son leales a los
principios que juraron defender; terroristas a quienes no han cometido ningún
acto de terrorismo sino que son víctimas del terrorismo de Estado; falsos
agentes de la CIA denunciados por verdaderos agentes del G2 y así por el
estilo.
Se ha dicho mil veces que
esta es una invitación a no pensar, porque basta con poner una etiqueta “de
derecha”, “racista”, para librarse de toda carga de argumentación, lo cual es
comprensible porque la izquierda se ha vuelto floja y mantenida, si no lo fue
siempre.
Pero se plantea la cuestión
de si puede funcionar una política basada en falsedades, si puede imponerse el
principio socialista de que es posible inventar la realidad, no sólo hacia el
futuro, que es lo que postula la “nueva sociedad” o “el hombre nuevo”, sino
hacia el pasado, de manera de reconstruir la historia con base en
falsificaciones respaldadas con propaganda y organización.
Visto del lado de la
oposición oficial, desaparece todo rastro de verdaderos adversarios, que si
bien siempre fueron “de izquierda”, socialistas y bolivarianos, ahora son
desplazados por chavistas, revolucionarios y filocastristas.
Mediante un sorprendente
viraje táctico, el chavismo puro y duro se posiciona como vocero de la
oposición, como la ciudadana Fiscal General después de una década de procesar
opositores y apuntalar al régimen, aun justificando su posición en la ortodoxia,
de manera que sería Maduro quien se ha desviado de la ruta trazada por Chávez
que ella representa.
Miguel Rodríguez Torres,
ministro del interior, creador del SEBIN, mencionado en la presentación del
Informe CASLA como torturador de Vasco Da Costa; Cliver Alcala Cordones, el
bombardero de Globovisión cuando era Globovisión; Luis Felipe Acosta Carléz,
ahora defensor de la empresa privada; Henry Falcón y sería extenuante la lista
porque estos sí que son más de setenta veces siete.
Por un lado el régimen
encumbra y felicita a los peores porque ¿qué persona decente y con sentido
común aceptaría un papel en el elenco del TSJ o del CNE? La oposición segrega,
aísla, silencia a los mejores “por irresponsables y violentos” y son
secuestrados, torturados, inhabilitados y exiliados por el gobierno. Así se
modelan mutua y convenientemente.
El altercado entre Julio
Borges y el coronel Vladimir Lugo, visto simbólicamente, no se asemeja al de
José María Vargas con Pedro Carujo o al célebre entre Miguel de Unamuno con el general José Millán-Astray; aquél
incidente resulta patético y vergonzoso, nada ejemplar, como para sentir
orgullo, mostrar al mundo y enseñar en las escuelas.
Julio Borges no es la
antítesis de Vladimir Lugo sino su complemento; la conducta de éste no sería
posible sin la de aquél. La oposición permitida, el sparring de la tiranía. No
en balde la Castro News Network (CNN) lo promociona como líder de la oposición.
Conceda Dios que ninguno de
los dos tenga un lugar en el mundo venidero.
Luis Marín
09-07-17
Etiquetas:
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Venezuela 2017
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a la cabaña
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