lunes, 31 de julio de 2017
SUICIDIO
SUICIDIO
Cuando sólo se puede gobernar con el fraude,
se pierde toda legitimidad
Humberto García Larralde
Contra toda lógica, Maduro insistió en imponer
su elección fraudulenta de una asamblea “constituyente”. No le importó que fuese
violatoria de la Constitución, que desconociese la soberanía popular y que más
de 7,6 millones de venezolanos manifestaran su rechazo a ella hace dos semanas
en una consulta relámpago montada con muy escasos recursos y con apenas la
cuarta parte de los centros de votación. Tampoco tuvo prurito en apropiarse de
la canción de Fonsi, “Despacito” y de figuras de farándula afectas a la
oposición para su propaganda, a pesar de la protesta airada de éstos.
Mucho
menos le afectó extorsionar a empleados públicos y a los menesterosos que
dependen de una caja CLAP con la amenaza de que perderían su empleo y/o comida
si no salían a votar. Ni le molestó, en absoluto, trampear votos en el Poliedro
y otros centros donde esperaban gran afluencia. Y con fría determinación de
sicópata mandó a reprimir salvajemente toda protesta contra su imposición
dictatorial: “lo que no se consiga con los votos, lo conseguiremos con las
balas”. Se convirtió así en responsable de al menos 15 asesinatos
registrados el 30 de julio, que se suman al más de centenar ocurridas durante
los tres últimos meses a manos de una Guardia y de una Policía apátridas o de
colectivos fascistas.
Y, para coronar su ultraje a los venezolanos, transforma
el estrepitoso fracaso de su jornada falaz, evidenciada en centros electorales
vacíos recogidos en reportajes nacionales e internacionales y en innumerables
videos que circularon por las redes, en ocho millones de votos (¡¡!!), por boca
de una Tibi totalmente desvergonzada. Pero no satisfechos con semejante ridículo
-el conteo de los exit polls no supera los 2,4 millones- ¡la
claque enferma que acompaña a Maduro alardea que ni el “eterno”, en sus mejores
momentos de popularidad, había alcanzado tal votación!
El 30 quedó de manifiesto, más claro que el
agua, que a la oligarquía depredadora le importa un bledo los venezolanos: se
defecó insolentemente en nuestros valores de libertad y de justicia, y en
nuestro reclamo de que fuese respetado el orden constitucional, como lo venía
haciendo desde hace años sobre el hambre, el empobrecimiento, la falta de
medicinas y las muertes evitables a que nos condenó. Y con una ficción de
“Pueblo” inventada para alimentar su imaginario de secta fascista,
desdeñosamente sustituyó la realidad de millones, opositores y chavistas (o ex
chavistas), que la repudia.
Pero el problema para la dictadura es que ya
nadie se deja llevar por sus patrañas, ni en el país ni entre los observadores
internacionales, y que su obstinada torpeza con la elección de ayer lo que
logró fue desnudar la espantosa debilidad política con que cuenta para
imponerse. Del lado de la oposición, acentuó la convicción -si acaso no
estuviese ya totalmente arraigada- de la imperiosa necesidad de salir cuanto
antes de tales degenerados. Perdió el respeto de los empleados públicos,
quienes optaron por sacudirse de los chantajes con que los sometían.
Aplausos
para los muchos que desafiaron las amenazas y no fueron a votar, así como para
los pobladores de zonas populares que se negaron a doblegarse ante quienes
buscaban acarrearlos como ganado a lo que percibían ya no como urnas de
votación, sino como urnas fúnebres de toda aspiración de justicia y de
superación. Insultó a los chavistas de corazón que quedan con el embeleco de
que se había superado la votación de Chávez en su mejor momento, y desmoralizó
a los propios partidarios que vieron que la única “legitimación” de lo ocurrido
descansaba en la más descarada y grosera falsificación.
Y uno se pregunta, entonces, ¿Por qué haber
incurrido en tan políticamente costosa impostura para terminar desnudando las
costuras del régimen? ¿No hubiera sido más fácil justificar su patada al
tablero declarándose abiertamente fascistas -que es lo que ya todo el mundo
percibe- y meter preso, manu militari, a diputados, a la Fiscal, a
gobernadores y alcaldes opositores, y a todos quienes denunciamos públicamente
los desmanes del régimen? ¿A quién engañan con su fraude?
La respuesta es, a ellos mismos. Con la ANC,
la sanguinaria oligarquía militar-civil que se aferra al poder ha querido librar
la batalla definitiva contra los resabios del Estado de Derecho que todavía se
les interponían a sus ansias de lucro. Son fortunas inimaginables las que están
en juego, como revelara el Sr. Fitzpatrick subsecretario adjunto para Asuntos
Latinoamericanos de EE.UU. en entrevista de Patricia Janiot (CNN en español)
refiriédose a más de medio millar de dólares descubiertos en cuentas de Tarek
El Aissami y de sus testaferros, luego de haberles congelado los fondos. Y los
millardos de los otros que han aflorado en bancos como el HSBC, los de Andorra,
España, República Dominicana, Panamá, y EE.UU., o el Espíritu Santo de
Portugal, ¿brotaron ahí inocentemente como hongos después de la lluvia?
Pero los fascistas no sólo se echaron al país
encima con su impostura; a nivel internacional ya se han desconocido toda
legitimidad a esa asamblea los gobiernos de Costa Rica, España, Alemania,
Estados Unidos, Canadá, México, Gran Bretaña y de muchos otros países, sin
hablar de las sanciones que seguramente vendrán.
Si antes Maduro estaba aislado, ahora también
está mal acompañado. Bajo órdenes cubanas se puso a inventar un Frankenstein
con el que va a tener que lidiar. Abdicó de su cuestionada legitimidad
de origen para ponerse en manos de una “constituyente” a la que
prometió atributos plenipotenciarios. Y si ésta pretende desconocer a una
Asamblea Nacional elegida con más de 14 millones de votos, más rápido
desconocerá los discutidos 7,3 millones de quien ha mostrado ser tan torpe e
inconveniente gobernante para la mafia. Porque, ¿en manos de quién va a quedar
ese parapeto? Quedó electa una mezcla de mafiosos con representantes de
secta, pujando por el control de una entelequia que creen omnipotente para
detener el achicamiento amenazador que perciben de su botín. Cada grupo mafioso
buscará arrimar a los sectarios a su propia brasa, azuzando radicalismos y
otros disparates.
¿Y saldrá Maduro indemne ante Diosdado y los narco-generales?
Para peor desgracia, ahora la negociación de su salida no será entre dos, sino
entre tres. Y como su adefesio no podrá tomar decisión alguna que se cumpla -al
instalarse el país se declara en rebeldía acogiéndose a los artículos 333 y 350
de la constitución- Maduro, o quien pretenda sustituirlo, será rehén absoluto
del poder militar, único soporte que queda para intentar ejecutar cualquier
disposición. De manera que, además de abdicar de su legitimidad de
origen, violar toda legitimidad jurídica y destrozar
su legitimidad de desempeño, echa por la borda cualquier resabio
de legitimidad “revolucionaria” al entregarle todo el poder a los
Pinochet, Videla y demás alimañas que ha puesto al frente de la Fuerza Armada.
Si el país ya se había tornado ingobernable
con su pésima gestión y su despiadada e inhumana violación de los derechos
humanos, la burla que acaba de convalidar y la abierta debilidad que ello
revela lo agravará. La economía habrá de desplomarse aún más, con su secuela de
hambre y empobrecimiento. La protesta enardecida de la gente tendrá como única
repuesta la represión brutal. Y las loqueras que puedan salir de una
“constituyente” fanatizada por las apetencias mafiosas le echará más gasolina
al fuego. Maduro, Tibisay y los “juristas” abyectos con que prostituyó al tsj
quedarán ante la historia como responsables de la tragedia que han urdido
contra la patria con su engañifa.
Queda una interrogante: ¿Toda la Fuerza
Armada será tan desalmada, abyecta y descompuesta como ese ejército de
ocupación que vergonzosamente se despojó de su condición de Guardia Nacional para
salir a matar a su propio pueblo? ¿No habrá quienes sientan algo por este país,
que les duele la suerte de su gente, que se indignen por las injusticias y
atropellos cometidos por una oligarquía delincuente, y por la entrega que se ha
hecho de Venezuela a la gerontocracia cubana?
Las redes están inundadas con la referencia
del fraude cometido por Pérez Jiménez en el plebiscito de 1957, que precipitó
su derrocamiento. Y ante el fraude de Maduro viene a la mente la exclamación
del recordado Lázaro Candal ante la pifia de algún futbolista: “¿¡Qué
hiciste papaíto!?”
Humberto García Larralde
economista, profesor de la UCV
humgarl@gmail.com
31 julio 2017
Etiquetas:
ANC,
Humberto García Larralde - Suicidio,
Venezuela 2017
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