viernes, 16 de octubre de 2015
“EL QUE NACE ESCASO NI QUE LO FAJEN CHIQUITO”
“EL QUE NACE ESCASO NI QUE LO FAJEN
CHIQUITO”
Humberto García
Larralde
La verdad es que ya no hay límites a
nuestra capacidad de asombro. Me acabo de enterar, este jueves por la noche,
que Maduro en cadena televisa nacional está utilizando el audio de una
conversación telefónica entre Lorenzo Mendoza y Ricardo Haussmann ilegalmente
“pinchada” para su divulgación pública por Diosdado Cabello, para arremeter
contra ambos por haber intercambiado ideas sobre la solución de los problemas
económicos del país (¡¡!!). Parece mentira que, quien ejerce la presidencia
todavía no tenga ni idea de dónde está parado:
1) Que
está convalidando un crimen, cual es la grabación sin orden judicial de una
conversación privada;
2) Que,
en vez de aprovechar constructivamente que dos personas sumamente calificadas
opinen sobre la solución de los problemas económicos nacionales, los denuncia
(¡¡!!);
3) Que a estas
alturas no haya captado la necesidad imprescindible, insoslayable, ineludible,
imperiosa y todas las demás “ibles”, de negociar un importante financiamiento
internacional para atajar la caída hacia el abismo de la economía nacional,
cosa en la que se centra el intercambio de la conversación interceptada; y
4) Que
Maduro crea que tal “revelación” lo beneficia políticamente (¡¡!!).
Para colmo, parece que la arremetida
contra ambos ciudadanos se quiso “justificar” esgrimiendo -¡a estas alturas!-
la idiotez sempiterna de una guerra económica. Pero el fascismo no se distingue
precisamente por su disposición a usar el raciocinio para imponer su causa.
Apela a los temores más primitivos, a perjuicios atávicos, al fomento de
resentimientos larvados por una retórica de odios, para provocar las pasiones
de sus seguidores contra quienes los enemigos necesarios.
Criminalizar la opinión inteligente se
convierte en obligación, pues ésta desenmascara las contraposiciones maniqueas
simplistas con que se alimenta el poder fascista. Y es que tanto odio, tanto
resentimiento, no puede sino envenenar las pocas neuronas que les concedió la
naturaleza. Está comprobado que el fanatismo embrutece.
En el fondo está el pavor que sienten
los que tanto se han aprovechado de su usufructo discrecional del poder, ante
la perspectiva cierta de perder todos sus privilegios. No entender la
naturaleza mafiosa, fascista, de quienes han destruido el país en nombre de una
“revolución”, es no saber a quienes nos enfrentamos.
Humberto García
Larralde
economista, profesor
de la UCV
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