viernes, 4 de marzo de 2016
EL AJUSTE DE MADURO: GANADORES Y PERDEDORES
EL AJUSTE DE MADURO
Ganadores y perdedores
Humberto García Larralde
Venezuela requerirá este año de enormes
sumas de dólares para subsistir. Debe pagar más de $10 millardos que se les
adeuda a proveedores externos para mantener el crédito a la importación;
cancelar el servicio de la deuda financiera por una cantidad similar; y cubrir
la brecha comercial. Ésta montaría a unos $15 millardos, si queremos importar
lo mismo que el año pasado –unos $37 millardos que, a juzgar por el
desabastecimiento extendido, resultó ser insuficiente-, ya que las exportaciones
petroleras, suponiendo un precio del barril de $25, no superarán los $23
millardos[1]. Solo pueden
obtenerse estos recursos endeudándose aun más y/o vendiendo activos.
El monto de endeudamiento requerido
haría necesario acudir a los organismos financieros internacionales,
fundamentalmente al Fondo Monetario Internacional (FMI), ya que el
financiamiento con la banca privada es de costo prohibitivo por el altísimo
riesgo-país que exhibe Venezuela. Los chinos no prestan para solventar
desequilibrios del sector externo, sino para controlar proyectos de inversión,
asegurándose con amplías garantías en activos nacionales. Hasta ahora han
prestado contra las reservas petroleras del país, hipotecando el cobro de
futuras exportaciones petroleras.
El gobierno trata de evitar como sea la
eventualidad de un acuerdo con el FMI y saca del viejo baúl de recuerdos de la
guerra fría clichés anti-imperialistas y la denuncia del neoliberalismo salvaje
del Fondo, que impone ajustes “draconianos” que empobrecen al pueblo. Salpica
tales denuncias con referencias al “injerencismo” (sic) –término
preferido por nuestra flamante canciller para reclamar ante la comunidad
internacional impunidad por los atropellos cometidos- de Estados Unidos en
los asuntos del país, porque “controla” ese organismo.
Pero, ¿Qué ofrece el gobierno de Maduro
a cambio? ¿Cuáles son los elementos del ajuste que debe hacer para sortear los
compromisos externos que enfrentará el país este año? ¿Cómo quedaremos los
venezolanos ante ello?
En el frente interno, Maduro ha podido
sobreponerse, hasta ahora, a la crisis engendrada por sus propias políticas y
por la caída en el precio del petróleo, promoviendo el financiamiento de los
déficits públicos con la impresión de billetes sin respaldo por parte del BCV. La
inflación consecuente le ha permitido al Ejecutivo una mayor recaudación de
impuestos sobre las actividades domésticas, ya que éstos se causan sobre cifras
abultadas, y seguir transfiriendo recursos a su base política por medio de las
misiones, aunque con bolívares cuya capacidad adquisitiva merma aceleradamente.
El peso de esta política cae sobre la
población, que ve reducida brutalmente sus ingresos reales. Termina por
exprimirnos el excedente con el cual “honrar” sus compromisos financieros,
incrementando la unidad tributaria muy por debajo de la inflación -sin
consultar con la Asamblea Nacional- para que prácticamente todos pasemos a
pagar el impuesto sobre la renta.
En el frente externo, el gobierno viene
liquidando activos y endeudándose aun más. Consumió el año pasado reservas
internacionales, tanto líquidas como en Derechos Especiales de Giro (DEGs),
descontó fuertemente sus acreencias con países de PetroCaribe para poder
cobrarles “aunque sea fallo”, y repatrió dinero depositado afuera.
Pidió otros $5 millardos a China -¿qué
comprometió como garantía?-, endeudó CITGO y empeñó oro de las reservas. El BCV
registra ingresos en la cuenta financiera por todos estos conceptos de $16,5
millardos en 2015. Por último, sacrificó importaciones de bienes y servicios
para privilegiar el pago de unos $15 millardos en deuda externa.
Como ya ha raspado casi toda la olla,
decidió este año extender la práctica de hipotecar reservas del subsuelo a
intereses foráneos –como hizo Chávez para que China le concediera
financiamiento a cambio de ventas futuras de petróleo- para conseguir dinero.
Con la fatua promoción de un “arco minero” guayanés ante representantes de
capitales internacionales, ofreció subastar al mejor postor el acceso a los
yacimientos de oro, coltan, diamantes y otras riquezas existentes en su
subsuelo. Y para blindar esta entrega, hizo aprobar tramposamente por el TSJ su
decreto de Emergencia Económica para saltarse el control que la Asamblea
Nacional debe hacer sobre estas operaciones, como manda la Constitución.
Crea, además, una empresa militar minera
y petrolera (CAMIMPEG) para intermediar en estos negocios, investido de las
correspondientes potestades legales (¡!). Por último, vende a Rosneft una mayor
participación en PetroMonagas por $500 millones. Y la canciller tiene el
cinismo de denunciar que existe un “bullying de la derecha
internacional” en contra de Venezuela que busca apoderarse de los recursos
naturales del país (¡!). Y como este año tampoco alcanzarán estos
recursos, viene una reducción aun más “draconiana” de las compras externas.
Cabe destacar que no hay compromiso
alguno por modificar la estructura del gasto, por lo que se liquidarán valiosos
activos para continuar con las corruptelas y el gasto corriente dispendioso.
¿Y quiénes pierden con estos
tejemanejes? Perdemos todos los que nos empobrecemos por la perversa dinámica
puesta en funcionamiento para recabar el impuesto inflacionario, y por la
agudización del desabastecimiento. Adicionalmente pierden las generaciones futuras
por la entrega de recursos del subsuelo, así como activos en el exterior, a
intereses extranjeros. Asimismo, perdemos por la degradación del ambiente por
prácticas depredadoras de la naturaleza que el gobierno está dispuesto a obviar
con tal de amarrar como sea algunos churupos.
¿Y quiénes salen ganando? Todo aquél
cuyo posicionamiento en la estructura de poder le permite participar en la
expoliación de la riqueza social, hecho posible con la destrucción de las
instituciones del Estado de Derecho. Los controles y regulaciones facultan a
los jerarcas y a sus “socios” arbitrar a discreción precios, compras, contratos
y todo tipo de “negocios”, sin necesidad de rendir cuentas ni atenerse a
contraloría social alguna.
Los tímidos ajustes en el precio de la
gasolina y del dólar oficial representan solo típicos cambios “gatopardeanos”
que, además, proveen algunos dineritos. Con la excusa de construir el
socialismo, la oligarquía en el poder ha instaurado un Estado Patrimonial, es
decir, un estado que le permite usufructuar el patrimonio público como si fuera
privado.
En cualquier acuerdo con el FMI, éste
exigiría el desmantelamiento de este mecanismo expoliador como condición sine
qua non para otorgar financiamiento. De ahí la necesidad de
satanizarlo con clichés alimentados por simbolismos maniqueos, propios de la
propaganda fascista. No importa que este financiamiento externo permitirá
liberar a las fuerzas productivas de la asfixia externa, generar empleo bien
remunerado, abastecer los mercados, derrotar la inflación, asegurar las
libertades económicas que propician la competitividad empresarial y sostener
políticas sociales dirigidas a los sectores más vulnerables. El ajuste del FMI
siempre será “draconiano”; no el que promueve el gobierno "frente a la agresión
imperial para defender denodadamente las conquistas del pueblo".
Juzgue usted, amigo lector.
Humberto García
Larralde
economista, profesor
de la UCV
04 de marzo 2016
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1 comentario:
Me parece muy aceertado el análisis que hace el Dr. García Larralde, con aproximaciones cuantitativas confiables y un criterio económico ortodoxo, todo muy a tono con la estatura acádémica y curricular del autor, ahora Presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.
En base a las experiencias de otros países en situaciones con cierta similitud a la de Venezuela, creo que se impone un pacto social, político y económico. Me llama la atención el caso de España en ocasión de la muerte del dictador Francisco Franco. La transición española ha sido historiada por distintos autores, pero por encima de todo, destacó la convergencia de los líderes sociales, políticos y económicos, que fueron capaces de sentarse en una mesa que posiblemente al comienzo fue cuadrada, pero que se fue tornando redonda a medida que las posiciones se iban acercando. Allí no hybo la emergencia de un líder mesiánico, sino de la voluntad de los habilitados como la representación genuina de la sociedad. Pero se hablaron claro y a la cara; limaron asperezas; guardaron los resentimientos; miraton al futuro. En Venezuela hay que fortalecer ese escenario, esto es, pasar de una mesa ovalada a otra redonda de suficiente capacidad para que quepan todos los que son.
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