miércoles, 4 de mayo de 2016
LA RAZÓN ECONÓMICA DEL BACHAQUERO
LA RAZÓN ECONÓMICA DEL BACHAQUERO
Carlos Hermoso
Bachacos, bachaqueros, bachaquear… no se ha perfilado de manera muy clara
el uso del sustantivo ni de las conjugaciones del verbo que se conforman en la
acción. Como toda locución, las palabras tienen la vida que le dan los pueblos.
Por eso, el término en cuestión anda en proceso de consolidación en la lengua
del venezolano: Tiene su origen etimológico en la actividad comercial que
realizaban los aborígenes en tierras zulianas y que hoy hacen su actividad económica
principal. Lo que sí está claro, más que sus conjugaciones modernas, es el
verbo en palabra y acción.
Esta "cadena de comercialización" ─que se inscribe en la
naturaleza de las relaciones sociales de producción y de cambio imperantes─,
cuenta con el ingrediente de la generalizada degradación chavista. El bachaco o
bachaquero, goza del favor de la vigilancia de la autoridad a diversa escala.
Va, desde aquella famin base en los “colectivos” armados que dominan diversos
espacios. Se da el caso en que funciona de la siguiente manera: grupos armados
que decomisan parte de la mercancía que llega a los Pdmercal o a los
Bicentenario. Solo dejan disponible una parte para la venta y ellos revenden
por bultos a unos precios exorbitantes. Sin embargo, estas bandas están en
contra de los otros bachaqueros que compran en las cadenas de farmacia, por
ejemplo, para revender al detal, por lo que los grupos armados anunciaron que
tomarían "represalias", bajo la pretensión de tener centralizado el
proceso de distribución de los alimentos.
Son muchos los que se ven impelidos a actuar como bachaqueros dada la
calamidad que vive la familia venezolana. La pobreza, que ya alcanza a amplios
sectores de la pequeña burguesía, del magisterio, profesorado universitario,
profesionales, pequeños y medianos propietarios y comerciantes, campesinos,
entre otros, fuerza a muchos a buscar actividades para sobrevivir. Estrategias
de sobrevivencia que encuentran en el bachaqueo una alternativa individual que
supone pérdida de pudor a la hora de estafar a otros ciudadanos. El descargo de
quienes así actúan es la difícil situación, pero no sería edificante no dejar
sentado que una salida individual e individualista nada aporta colectivamente a
la solución del problema, al cambio que demanda Venezuela.
Tal es la escala alcanzada por esta "institución", que Rodolfo
Sanz ─alcalde de Guatire e integrante de la Comisión presidencial para la economía
productiva─ propuso en su escrito del 11 de enero de 2016 que se debía:
"Construir la más amplia red de distribución de alimentos mediante la
organización y el control del llamado 'bachaqueo' de productos". Vaya
salida a un problema creado y profundizado por una tradición en política
económica que si bien guarda data desde 1989 al inicio del segundo gobierno de
Carlos Andrés Pérez, fue llevado por el régimen de Chávez a su máxima
expresión. Se expresa en la esfera de la circulación, pero su raíz se halla en
la producción. En la poca producción a la que han llevado a la economía para
satisfacer las importaciones desde las potencias imperialistas ya viejas y las
emergentes, principalmente de China.
Origen de la degradación
La cosa resulta elemental. Se utilizan los recursos petroleros ─sobre todo
en tiempos de ganancias extraordinarias producto del incremento en los precios
del crudo─ para importar buena parte de lo que requieren los venezolanos en
alimentos, electrodomésticos, entre otros; así como buena parte de los medios
de producción que requiere la menguada planta industrial y agrícola. Los bienes
importados terminan siendo más competitivos ya que entran al mercado interno
sin mayores restricciones. Muchas veces a cero aranceles ya que forman parte de
"ayudas", como las brindadas por los chinos y a dólares
preferenciales, o resultado de convenios, parte de cuyos fondos deben ser
usados para la importación de este tipo de mercancías o de medios de
producción.
Igual sucede con buena parte de bienes importados de países integrantes de
Mercosur, Brasil, principalmente. Productos más baratos y de mayor calidad,
hacen lo suyo, y la producción nativa pierde cada vez más competitividad. En
definitiva, se sustituye el producto venezolano con producción foránea y se va
erosionando el aparato productivo. Luego, al acabarse los dólares, caemos en
crisis, cuya profundidad es directamente proporcional al grado de dependencia
del producto importado y a la caída del volumen de dólares en reserva.
Se trata de un proceso que es continuidad, en lo
esencial, de la tradicion venezolana de cumplir un papel en la división
internacional del trabajo de proveedor de materias primas e importador de
bienes finales. Siglos que parecen ser una impronta que sirve de acicate para
que Chavez se colocara como la figura más emblemática de esa politica.
Partiendo de las ganancias extraordinarias con concepto de la venta del crudo,
se elevan las importaciones a una escala sin precedentes. Se sustituye la
producción de rubros que alcanzaron niveles tan elevados de producción que
sirvieron para captar dólares en el mercado internacional por el producto importado.
Se va erosionando el aparato productivo hasta llegar a esta situación
desesperada de una sociedad que se reproduce en muy buena medida con el
producto importado.
Para el 26 de abril de 2016 las reservas internacionales se colocaron en
12.607 millones de dólares, por debajo del nivel alcanzado en el mes de abril
de 2003, con el agravante de que alrededor del 75% están conformadas por oro.
Además, en abril de 2016 el Banco Central de Venezuela liquidó divisas
equivalentes a $ 251 millones para importaciones y pagó $ 437 millones en
intereses de la deuda soberana. Como vemos, más para pago de deuda que para
importaciones, tendencia que se irá incrementando como resultado del creciente
endeudamiento foráneo del gobierno.
Algunos agentes gubernamentales han buscado similitudes con el proceso que
se da antes del golpe de Estado contra Salvador Allende. Para ello, han citado
un párrafo emblemático de la novela La casa de los espíritus, de Isabel
Allende. Ciertamente, dentro de la estrategia de los gorilas y el imperialismo
estadounidense, se impulsaron en Chile maniobras económicas que crearon las
condiciones propicias para el golpe criminal de Pinochet. Crear escasez de
manera inducida, olas de rumores, compras nerviosas, entre otras cuestiones,
fue parte del plan. Aunque eso no era el resultado de una política económica de
destrucción del aparato productivo. Son casos diferentes.
El proceso chileno fue muy breve, apenas tres años, como para hacer un
balance acerca de sus alcances y perspectivas. A pesar de que se trató de un
intento idealista de revolución, fue sincero y guiado por gente de mucho mayor
cultura y compromiso que el caso que nos ocupa. Sumemos que la corrupción para
nada es equiparable. Lo que no significa que el imperialismo yanqui no esté
azuzando en una u otra dirección en la política venezolana. Solo que hasta
ahora, parece ambigua. A momentos ha favorecido al régimen. En una que otra
oportunidad ha hecho concesiones, sobre todo en relación con los espacios
cedidos a China. Ha perdido mercados importantes como el del parque militar
tanto terrestre como aéreo. Los rusos colocaron en la Fuerza Armada
Nacional un nuevo armamento, evidenciado más competitivo en algunos casos. Por
su parte, los chinos se han convertido en el principal acreedor de Venezuela y,
en general, de América Latina.
Naturaleza
de la degradación
Junto al bachaquero, además, imperan las bandas regionales. Es así como la banda liderada por el recién abatido “El
Picure” ─emblemática figura que dominaba en el estado Guárico─, no ha podido
ser "derrotada" en una confrontación que a momentos no luce clara. Al
menos resulta poco creíble que una banda criminal impere de esa manera sin
apoyo oficial. En cualquier caso, no se explica el grado de influencia y
control alcanzando por un numeroso grupo de delincuentes articulados de manera
tan eficaz. Las vacunas forman parte de los costos de producción de
quienes cuentan con hatos y haciendas productoras de ganado, cebolla, entre
otros rubros.
Este sui generis incremento en el costo de producción se traduce en parte
del encarecimiento de los bienes agrícolas y pecuarios que buscan realizarse en
las ciudades. Pero nadie para a “El Picure”, ni a las distintas bandas que pululan
en todo el país. Venezuela en manos de la delincuencia y sus capitostes, los ya
legendarios pranes y los jefes de bandas.
En medio de la crisis general venezolana, se pone en evidencia de manera
extrema una de las leyes de la distribución de las relaciones burguesas. A
saber, cuando la fuerza de la demanda es mayor que la de la oferta, el precio
tiende a alcanzar escalas muy superiores al valor de las mercancías. A
diferencia de lo que propagan sectores del chavismo, en el capitalismo todo es
mercancía. Como señalara Marx, el capitalismo es un inmenso arsenal de
mercancías. A las mercancías convencionales cuyo valor de uso y cambio lo
podemos determinar claramente, se les suman nuevas y sofisticadas convertidas
en tales producto de la necesidad y la falta de autoridad y reglamentación de
la vida ciudadana.
Es así cómo las calles y aceras en
distintos puntos de la ciudad, entre otros bienes y servicios, se han
convertido en mercancías bajo el amparo de las autoridades. Vamos al mercado de
El Cementerio a comprar alguna cosa y debemos pagar 100 bolívares por
estacionarnos en la acera. Igual sucede en los alrededores de Quinta Crespo y
otros sitios de la ciudad de Caracas. Es normal que un recluso deba pagar
mensualmente al Pran de la cárcel donde purga condena, por la
"causa". Esto es, su seguro de vida. Asunto de pleno conocimiento de
todo el mundo, más de las autoridades. Grupos armados del gobierno comercian
con los puestos en las largas colas que hace la gente para comprar algunos
productos. Esto es, el puesto de la cola se ha convertido en una mercancía
vendida por estos sujetos a precios poco creíbles.
De tal manera que en vez de
bachaquear el producto, le cargan a la ciudadanía un gasto que merma el poder
adquisitivo de su salario, ante la mirada cómplice de guardias nacionales,
policía nacional o cualquier autoridad, o porque forman parte de la
connivencia. Qué decir de los bienes subsidiados con dólar preferencial para su
importación que terminan siendo vendidos a precios exorbitantes, como es el caso
de la leche en polvo importada, que se coloca en manos del bachaquero en 70
bolívares y este la vende hasta en 2.500. Los bachaqueros ya cuentan con
espacios importantes, especie de centros comerciales y farmacias en distintas
ciudades del país. En una economía altamente especulativa, sin controles ni
autoridad, donde reina el hamponato, la cosa se pone más creativa y diversa. La
especulación y la descomposición extrema son los complementos.
No es una supuesta naturaleza humana egoísta, como señalara Adam Smith, lo
que determina ese tipo de fenómenos poco virtuosos de la especulación
inmisericorde. El bachaquero no está interesado ciertamente en satisfacer
necesidad alguna de nadie, sea esta un asunto de vida o muerte o satisfacción
de una necesidad primaria, de un bebé o de un enfermo.
El bachaquero solo está interesado
en obtener un beneficio extraordinario vendiendo un producto escaso que
satisface una necesidad. Claro, la necesidad es primaria, alimenticia, de
salud, desesperante la realización de la mercancía para el demandante.
Circunstancia que aprovecha el bachaco para obtener el mayor beneficio. El
necesitado, consciente de que se trata de una estafa, accede a cancelar la
exorbitante suma para así satisfacer la necesidad del niño hambriento o del
enfermo en casa, o la propia. Relación de intercambio objetiva. Independiente
de la voluntad. Será así, mientras se presenten productores privados
independientes que buscan el mayor beneficio en la producción y en el
intercambio.
Smith señaló en su oportunidad, palabras más palabras menos, que: “la
búsqueda de la riqueza por parte de los particulares es útil, pues esta
superchería es lo que despierta y mantiene en continuo movimiento la
laboriosidad de los humanos. La ambición nos hace trabajar en beneficio de
todos”. Adam Smith: moralista de la simpatía, José Biedma López (Ph. D.), Nov.
2013. En realidad es a la inversa. No es esa superchería la que conduce a la
laboriosidad. Es el motor para la obtención de ganancia lo que conduce a la
llamada superchería. Es el hecho objetivo lo que determina esa propensión y,
por tanto, esas ansias de ganancia. La función de la producción y su
realización en el mercado no es para satisfacer necesidades, sino para producir
plusvalía y ganancias. En condiciones como la venezolana la cuestión se ha
elevado a un grado superlativo en la esfera de la circulación bajo el acicate
de una doble moral que nos presenta a unos supuestos socialistas como los jefes
de bandas de bachaqueros que extorsionan a la gente y alcanzan escalas de
beneficios superlativos a costa de las necesidades ciudadanas.
El clima especulativo, sin embargo, es plena responsabilidad del gobierno.
En una economía relativamente desarrollada, el precio se aproxima al valor de
cambio de los bienes, determinado por el tiempo de trabajo necesario para su
producción. Por el trabajo objetivado en la mercancía. Pero cuando hay presión
de demanda superior a la de la oferta, el precio tiende a colocarse por encima
de su valor, creándose mayores condiciones para especular. A la inversa, como
acontece en el mercado de trabajo, cuando la oferta es mayor que la demanda, el
precio tiende a colocarse por debajo de su valor.
En la economía venezolana hay presión de demanda producto de la inflación,
de la escasez y a que existen varios tipos de cambio. Luego, se configura un
mercado tremendamente especulativo, escenario para que se reproduzca esta
infernal cadena de distribución resultado de la política económica chavista. Ellos
son los responsables, una de las tantas razones por las que deben irse. Su
alternativa no puede hacer lo mismo. Debe, por el contrario, transitar por el
camino del desarrollo, la diversificación del aparato productivo hasta producir
una revolución industrial. Esto es, escoger el camino de la verdadera soberanía
nacional.
La crisis nos ha conducido a una coyuntura en la cual debemos tomar partido
por la solidaridad y la lucha, o sumarnos a la degradación. Extremos de rigor
en medio de la legitimación de una relación de intercambio abyecta. Vivimos en
la disyuntiva de ser humanos, verdaderamente humanos, estimulando la
solidaridad, o actuar con base en las leyes del capital en la esfera del
comercio, sacando partido de la extrema necesidad de la ciudadanía. Otra cosa
no lo explica. Quienes asumen el bachaqueo en medio de estas circunstancias
optan por la degradación, tanto, que nos hacen recordar una estrofa del poema
de Miguel Hernández, El hambre: “…Nosotros no podemos ser ellos, los de
enfrente,/los que entienden la vida por un botín sangriento:/como los
tiburones, voracidad y diente,/panteras deseosas de un mundo siempre
hambriento”.
El desprecio a los bachaqueros se ha convertido en rabia. El gobierno lo
sabe. De allí que ahora buscan identificarlo con el invento de la guerra
económica y con la oposición golpista. Su obra la endilgan a otros. Fariseísmo
propio de este régimen político desde sus inicios. Pero ya están
desenmascarados frente al mismo pueblo chavista. Bachaqueros, colectivos,
policías, guardias nacionales, funcionarios diversos, forman esta cadena de
comercio que es parte de la pesadilla venezolana.
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