REVOLCATORIO
Luis Marín
La alternativa democrática se
comporta como quien deliberadamente se mete en un campo minado y luego se
queja de que allí haya minas, con el agravante de la experiencia anterior y
las advertencias previas de que nadie debería caer en una trampa tan burda;
pero no, ellos debatieron, evaluaron y decidieron que ese es el único camino
y allí están, entrampados.
No obstante, el referendo goza de
un extraño consenso universal que va de Obama al general Cliver Alcalá
Cordones, de Luis Almagro al Papa Francisco, pasando por el mismo Maduro que
fue el primero que lo pidió, asimismo el opositor Henrique Ochoa Antich
reveló públicamente que le planteó a su íntimo amigo el defensor del pueblo
Tarek William Saab cómo salir de este atolladero y éste le contestó: “Bueno,
ahí está el Referendo Revocatorio”.
El único que no se ha pronunciado
es Castro y su silencio pesa más que toda la cháchara de quienes no tienen el
control de la situación sobre el terreno: nada ocurrirá sin una decisión del
buró político del comité central del partido militar y éste sigue la receta
de los maestros de La Habana. Aunque la oposición oficial siga ejercitando su
deporte favorito de embestir molinos de viento, luchando con instituciones de
fachada como el TSJ que es, como los demás poderes públicos, simple vocero
del nudo poder que ostentan los comunistas cubanos.
Es lamentable que nadie recuerde a
Quirós Corradi con su doctrina de “estamos blindados” y no importa más nada,
así que da lo mismo presentar batalla en el pantano que en la llanura porque
“de todas maneras vamos a ganar”. No se sabe si el pecado es de soberbia
confianza en la propia condición o de una ingenua subestimación de la calaña
del enemigo, como no tomarse en serio a Castro y Compañía, contra toda
evidencia.
Ciertamente no parece muy
responsable exponer a millones de personas a las retaliaciones de un régimen
que ha demostrado hasta la saciedad su absoluta falta de decencia con la promesa
de que las van a defender, cuando todavía no han empezado a defender a las
que desde el 2004 las están sufriendo, precisamente por la imputación de que
“firmó contra el presidente”.
Este es un punto que no por
olvidado ha desaparecido, como no lo han hecho sus antecedentes desde la II
Guerra Mundial: la cantidad de funcionarios públicos, contratistas y simples
arribistas que sacan provecho de acusar a otros de haber firmado para
conseguir un ascenso, un contrato o beneficiarse de un modo desleal.
Las famosas listas Tascón,
Maisanta y otras son algo más que tinta sobre papel: No debe haber ni
una persona que no haya presenciado, sentido, sufrido por la palabra, el
gesto, la actitud de tantos que cerraron un expediente con un simple y
lapidario: “Firmó”. Y punto, contra eso no hay apelación posible.
Uno de los rasgos del populismo
que es urgente superar es su odiosa tendencia a transferir las decisiones de
un pequeño comité al “pueblo” de manera que ciertos líderes presentan su
propia voluntad como si fuera la expresión de la voluntad general, con el
beneficio añadido de que la responsabilidad también se diluye y no responden
por los daños que causan.
Esto es evidente en el chavismo,
porque Chávez es el pueblo, luego, el pueblo es Chávez; pero se entiende
menos en la oposición oficial, que actúa de idéntica manera. Sus
intelectuales orgánicos escriben que “el pueblo” depositó su confianza en la
MUD y a todos les parece bien.
Ninguno dice que ésta es una
coalición de partidos que se ha impuesto con singular ferocidad y que quienes
han tratado de resistírseles han sido, parafraseando a su Secretario General:
“aislados, segregados y derrocados por irresponsables y violentos”.
A estas alturas ninguna de las
promesas que hicieron para acceder a la Asamblea Nacional se ha cumplido,
como era predecible y fue predicho; pero ahora la pelea es por los candidatos
a las elecciones de gobernadores y alcaldes que, como en la Asamblea, todos
serán de la MUD salvo los que conserve para sí el gobierno, incluso
la cuota de gobernadores militares que hoy son apenas 13, una extraordinaria
ilustración de democracia y pluralismo.
A veces sobresale en la Asamblea
el discurso de quienes se esfuerzan por ayudar al régimen a gobernar, pero
éste no se deja ayudar y todos los días los que comienzan diciendo “en
cualquier democracia”, etcétera, para dejar claro que esta es una democracia,
con algunos pequeños defectos, ciertos déficits, acosada, pero viva.
En el mundo real los hechos
seguirán su curso, alejándose cada vez más de los discursos
demagógicos.
DIVERSIONISMO FASCISTA
Hace tiempo que dejaron de hacer
gracia los comentaristas que acusan el gobierno de “fascista” y los agentes
provocadores que llaman a las radios para denunciar la instauración en
Venezuela de un régimen “fascista”, para revelarse como otro encubrimiento
deliberado, una política comunicacional que dificulta identificar como
partidos de gobierno al Partido Socialista Unido, al Partido Comunista, Liga
Socialista, PODEMOS, PPT, MAS, MIR y paremos de contar para no añadir a las
FARC, al ELN, la ETA, etcétera.
¿Cómo va a ser fascista Nicolás
Maduro cuyos escasos estudios sistemáticos los realizó en la escuela de
formación de cuadros del Partido Comunista Cubano Ñico López? ¿Cómo van a ser
fascistas el ejército y policía cubanos de ocupación?
Sorprende que el rector de la
Universidad de Los Andes denuncie que está siendo perseguido por “bandas
fascistas” y cuando un grupo de seminaristas es golpeado, desnudado y
correteado por las calles de Mérida todo el mundo clama contra esta infame
“agresión fascista” muy a pesar de que son perpetradas por bandas
oficialistas, que visten camisetas con la imagen del Che Guevara, portando
banderas rojas.
¿Cómo es esto posible? ¿Cómo un
gobierno subsidiario de la tiranía castro comunista puede ser catalogado de
“fascista”? Esto no debe sorprender si leemos la carta de un honesto
representante demócrata americano que denuncia a Castro como fascista o a un
respetable articulista que arriba a la conclusión de que el Che Guevara, en
realidad, era un fascista.
La ecuación es de una simplicidad
asombrosa, como las buenas ecuaciones: como el crimen, la violencia, la
intimidación política son fascistas por naturaleza, entonces, todo el que
incurra en estas prácticas es un fascista, aunque calce boina roja y sea un
agente del camarada Castro.
Se ha denunciado tan inútil como
innumerables veces ese mecanismo psicológico de ciertos izquierdistas que,
puestos ante la evidencia de funcionarios rojos que piden coimas para
realizar trámites ordinarios, no concluyen de ello que los comunistas son
corruptos sino que “este camarada sufrió una desviación de derecha”.
La derecha es vil y mezquina; la
izquierda no, algunos izquierdistas se pasan de bando, en realidad, son
traidores o inconsecuentes. Quizás por esto los filósofos han concluido que
el marxismo-leninismo no es ni puede ser una ciencia, porque no es falseable,
sino un sistema de creencias, una religión, paradójicamente atea, pero tan
impermeable como la de los evangélicos.
Obama eliminó la palabra
“comunista” de su discurso hacia La Habana para no incomodar a sus asesores
en Washington y a sus propagandistas en Hollywood; el Papa Francisco la
palabra “libertad”, que nunca pronuncia en sus repetidas visitas a Cuba,
aunque San Juan Pablo II la pronunció 17 veces en una sola visita.
Por suerte no se declaran
antifascistas porque se confundirían insoportablemente con Putin.
BOLIVARISTAS
Es imposible ignorar la
delectación que exhibe la oposición oficial al unir el adjetivo “bolivariano”
al nombre de cualquier institución que en sentido estricto no puede llevarlo,
como la República, Estados y Municipios, policía, guardia nacional, etcétera,
como otra manera de diferenciarse de los radicales, que tanto le repugnan.
Por ejemplo, es imposible decir
“Estado Bolivariano Miranda” sin caer no sólo en lo ridículo de la expresión
misma sino en el absurdo histórico, porque es parte del saber popular que
Miranda fue entregado por Bolívar a los españoles a cambio de un
salvoconducto.
Probablemente puedan encontrar algún
historiador académico que trate de darle sentido a expresiones como Municipio
Bolivariano Libertador o Estado Bolivariano Bolívar, pero nadie podrá darles
algún viso de realidad, consistencia jurídica o lógica, en verdad, las
personas jurídicas públicas no son ni pueden ser bolivarianas, ni islámicas,
como antes nunca fueron socialistas ni soviéticas.
Quizás estas manías totalitarias
tengan más larga historia y puedan remontarse a la Edad Media, como el mito
del precio justo, cuando la hegemonía cristiana pretendió que existieran
reinos cristianos y repúblicas cristianísimas, pero Europa superó esas taras
con la emergencia del laicismo y la separación no poco sangrienta del Estado
de la Iglesia.
Hoy se denuncia como
antropomorfismo la proyección en las instituciones de atributos humanos,
creencias religiosas, convicciones ideológicas o razas; creer que tengan
padres, que puedan copular y tener hijos, es producto de delirios y
psicopatías que la gente sana no debe compartir, aunque a algunos les seduzca
el oportunismo político. De hecho, si Patria es lo propio del padre la
expresión “madre patria” es un galimatías incomprensible.
En su origen el bolivarianismo
tenía como finalidad brindar una plataforma común para el restablecimiento de
la Gran Colombia y la unidad de los países llamados bolivarianos; pero los
primeros que se aliaron no lo eran, como Cuba y Nicaragua o más bien eran
anti-bolivarianos como Argentina o Brasil; de manera que se optó por la
plataforma del Socialismo del siglo XXI.
Ahora presta fundamento a la
mentalidad totalitaria como un principio que no se puede rebatir, criticar ni
estar en contra so pena de ser antinacional, paradójicamente, porque el
proyecto de Bolívar nunca fue Venezuela sino Colombia. Mentar a la República
como “bolivariana” es dejar fuera a todo el que no lo sea, es darle
fundamento a la descalificación de ser un “apátrida”.
En cambio, las FARC se declaran
“bolivarianas” y aunque no se sabe con cuanta seriedad se proponen realmente
la unión de los dos países, les va muy bien con la doble nacionalidad e
ignorando la frontera que pasan de un lado al otro como si no existiera. Esta
adhesión la han confirmado en sus negociaciones en La Habana, en presencia de
Juan Manuel Santos.
Una vez más los hechos son los que
se imponen, como cuando Chávez le agregó una estrella a la bandera para
despojar a la oposición de la que se había convertido en su símbolo político
y en lugar de deslindarse, que era lo que pretendía, la oposición dio un giro
copernicano y adoptó como nuevo símbolo la bandera de ocho estrellas sin
parar mientes en lo que eso significaba.
El hecho crudo y duro es que la
bandera ha sido mancillada y quienes juran dar la vida por defender los
símbolos patrios no cumplen. A cualquiera que le muestren un escudo que en vez
de un brioso caballo libertario venteando la crin, le pongan otro sumiso con
la cabeza gacha, tiene que exclamar: ¡Bola, ese no es mi escudo!
Es que no se aprende nada de la
historia, ni siquiera reciente: de donde provienen estas charadas han echado
a la basura denominaciones como “República Socialista Soviética”, la bandera
roja con la hoz y el martillo, el escudo orlado de espigas y consignas de
obreros y campesinos, para volver a ser simplemente Rusia, con su bandera
tricolor y su escudo de águila bifronte, símbolos ¡del imperio zarista!
No es que no se haya hecho el
intento de imponer una ideología totalitaria a toda una población que no
tiene nada que ver con el totalitarismo, es que el intento es imposible de
realizar. Quizás por eso Fidel Castro no le cambió el nombre a Cuba, dejó la
bandera de la estrella solitaria y trató más bien de engranarse con su
historia como si todos los héroes que forjaron la nacionalidad fueran sus
precursores y él un consecuente continuador.
Algunos pseudo historiadores comunistas
cubanos postulan que el partido único y el régimen totalitario son productos
necesarios del desenvolvimiento histórico de Cuba y no decisión arbitraria
del buró político del comité central del Partido Comunista, que podrían
cambiar mañana, si tuvieran el valor de hacerlo e iniciar un proceso como el
que intentó Gorbachov.
Así que nada gana la oposición
oficial disfrazándose de gobierno, al punto de que es imposible distinguir a
un ministro del régimen de un gobernador de la oposición, ni por la gorra que
tienen en la cabeza ni por el discurso que declaman.
Las mismas personas que se
escandalizan con las vulgaridades de Maduro o Cabello, cuando las hace uno de
la oposición oficial lo justifican diciendo que lo que pasa es que está
tratando de conectarse con “el pueblo”, con lo cual admiten que lo popular es
la grosería, la ordinariez, la chabacanería, es decir, la anti-figura de
pueblo propia de Eleazar Díaz Rangel y consortes.
Todavía no se sabe cómo emergieron
las potencias telúricas de la sociedad rusa luego de más de 70 años de
tiranía comunista, ni cómo surgirá la esencia de la cubanidad cuando el
castrismo sea enterrado junto con los Castro; pero algo bulle en el fondo y
da fisonomía a cada gentilicio. Ningún proyecto totalitario puede mover esa
roca fundamental.
Un dicho judío afirma: “Ninguna
mentira prosperará”. Y debe ser atendido, con el aval de más de cinco mil
años de luchar contra ellas.
Luis Marín
24-07-16
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