martes, 17 de marzo de 2009

CLAUDIO SANDOVAL - CARTA A UN AMIGO ESTUDIANTE


APRECIADO AMIGO, entiendo que pudieras sentirte un tanto apabullado por las recientes críticas que has recibido sobre tu valiente actuación política de los últimos meses. Incluso, te han vaticinado un fracaso asegurado en la carrera profesional que escogiste a menos que logres entender que “El Derecho carece de fundamentos morales”. Sólo te pido que no aceptes esa afirmación. Trata de aferrarte a tus ideales. Quizás en las ideas, que me gustaría compartir contigo más abajo, encuentres algún tipo de alivio a tus inquietudes intelectuales y existenciales. Como sabes, la separación del Derecho y la Moral deviene del “positivismo kelseniano”. Pero eso es un espejismo anacrónico que te ayudaré a desmantelar.

El criticismo de la ilustración retó la visión del sistema absolutista y del derecho natural, que postulaba la existencia de principios naturales justificadores de la autoridad política (bien fuera un monarca o un Papa). En otras palabras, dichos principios preexistían al ser humano y sólo eran susceptibles de ser descubiertos por medio de la razón (recta ratio). Los ilustrados concluyeron que tal visión simplemente, era el camuflaje a través del cual los detentadores del poder expresaban sus preferencias subjetivas e intereses políticos. En la práctica, el absolutismo significó la implementación de la voluntad del monarca. Ante esa situación, Rousseau se negó a reconocer los principios de justicia natural, para privilegiar los dos principios liberales de organización social: libertad e igualdad. Sin embargo, la garantía de estos dos principios mencionados dependería del Estado de Derecho, que vino a constituir el tercer principio, y también la piedra angular del sistema liberal burgués.

Más aún, los ilustrados lograron darse cuenta que la Europa de su época, era un sistema de comunidades independientes e iguales (en lugar de la respublica Christiana). De allí que la idea de construir un concepto de Estado de Derecho, alejado de la moral y la subjetividad absolutista implicaba entonces la creación de normas neutrales verificables, con un contenido determinado; es decir, normas objetivas -lo que es igual a legalidad. Ésta es la motivación esencial que explica el porqué el concepto de Estado de Derecho fungiría como corolario lógico del sistema occidental positivista.

En todo caso, existe un punto importante a destacar: (1) el positivismo logró demostrar científicamente que el derecho natural era subjetivo y apegado a la moral; (2) los avances científicos de la post-guerra en materia de filosofía del derecho, demostraron que el positivismo es igualmente subjetivo y basado en la concepción moral del individuo. La figura más visible de esta investigación es Ronald Dworkin, uno de los más destacados filósofos del siglo XX.

Otros prominentes académicos convalidan concurrentemente el trabajo de Dworkin, entre ellos, David Kennedy, Marti Koskenniemi, Balakrishnan Rajagopal y Makau Mutua. Estos autores se han encargado de deconstruir el argumento positivista que otorga la objetividad y distanciamiento del Derecho respecto a la moral al carácter concreto y normativo del Estado de Derecho. El profesor Koskenniemi, por ejemplo, ha logrado demostrar que dicho argumento positivista es falaz porque toda apreciación jurídica concreta y normativa, viene siempre precedida de una decisión política y moral.

Conforme con la explicación positivista, el contenido de una disposición jurídica concreta se vincula a la realidad social, mientras que el contenido de una disposición jurídica normativa, no depende de esa realidad social. Lógicamente, mientras más cercano esté el argumento al carácter normativo del Estado de Derecho, más revestido de carga política y moral estará el contenido del mismo argumento, en vista de la imposibilidad de ser esgrimido con fundamentación del contexto social, pues carecería de evidencias tangibles. Siendo así, el argumento positivista es manipulable en función de las preferencias de quien lo esgrime. Valga recordar además, que la estructura constitucional venezolana es una copia del sistema de organización social europeo y norteamericano. Quiere decir que esta estructura jurídica refleja realidades sociales foráneas (positivistas) y por ende, nuestro Estado de Derecho es eminentemente normativo.

Por otro lado, la yuxtaposición entre democracia y capitalismo carece de fundamento científico. En concreto, ni el “señor” Stanford ni Ken Lay (Enron) son demócratas. En realidad, estos “caballeros” son capitalistas salvajes, y ciertamente, la democracia no tiene, ni tendrá ¡jamás…! unas bases morales superiores a las del Comunismo ni a cualquier otro sistema político. En consecuencia, no pierdas tu tiempo tratando de construir teorías propensas a revestir de objetividad conceptos profunda e ineludiblemente subjetivos.

Todo esto para recomendarte, amigo, que aceptes la crítica constructiva con humildad, y continua marchando hacia adelante. Los académicos suelen filosofar y estar en desacuerdo entre ellos. Debes nutrirte de los teóricos, pero ten siempre presente que tu deber como estudiante es el de formarte, y tu deber como político es el tomar decisiones y resolver las necesidades básicas del colectivo. No puedes darte el lujo de concentrarte en abstracciones. Más bien, trata de promover y reforzar aquellos principios que ofrezcan valor agregado a nuestra sociedad en términos de mejorar la calidad de vida de los venezolanos, y mejorar las plataformas socio-políticas con que cuenta la persona para ejercer y exigir sus derechos humanos.


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Claudio J. Sandoval
http://claudiojsandoval.blogspot.com/

1 comentario:

krystal dijo...

Evidentemente la carga e influencia que ha tenido la teoría positivista la podríamos dejar como un modelo de estudio meramente teórico que tratamos alumnos y profesores en las aulas de clases, pero que no se adecua a nuestra realidad latinoamericana y no es un modelo que deba ser llevado a la practica en pleno siglo 21 en Suramerica, donde nos debemos orientar hacia un modelo donde los ciudadanos y los gobernantes estén más alineados a modos de vida más preocupados por el tema social, sin dejar de un lado el capitalismo pero en menor escala, ya que sino existe un equilibrio entre estos dos conceptos, no podremos resolver los grandes problemas que actualmente vivimos: contaminación, pobreza, guerras, entre otros. Más que buscar teorías que derivan de modelos económicos neoliberales y capitalistas salvajes para ser llevados a la práctica, debemos orientarnos hacia "teorías de la conciencia social" en todos sus ámbitos, tanto económico como político e incluso religioso.
Krystal-Venezuela