¿Cómo puede hablar la Iglesia (católica) de reconciliación nacional, si régimen y oposiciones, transformados en los lados de la misma moneda del totalitarismo, ejercen e imponen de forma complementaria la careta de su pensamiento único, hacia la consolidación del “hombre nuevo”, contrariando la aspiración del colectivo y al costo de la entrega de la soberanía del territorio y su contenido a la subversión y al narcotráfico planetario?
¿Reconciliación entre régimen y oposiciones que, repetimos, representan dos minorías que adicionadas continúan en minoría, mientras desconocen la existencia de otros grupos que en conjunto representan la gran mayoría del colectivo nacional, que la censura y la autocensura institucional mantienen de forma criminal en la clandestinidad mediante la violación de diversos derechos humanos, civiles y políticos, y que los adversan con intensidad y con desprecio?
Esta promoción de la también pantomima de la reconciliación está en el centro oscuro de la transición. No es posible conciliar con el crimen organizado transnacional sino sometiéndolo al imperio de la ley y a la voluntad mayoritaria del colectivo o expulsándolo, mediante los mecanismos disponibles, todos legítimos, pero nunca mediante el ilegítimo e ilegal sistema electoral diseñado para el fraude continuado del régimen-oposiciones.
La sistemática asimilación de la realidad socio-política venezolana a una cuestión de ideologías o de etapas en la rutina de la vida de una nación no es más sostenible, sobre todo cuando se diluyeron y hasta desaparecieron tanto las ideologías como la nación.
En el mismo ejemplar de “Zeta”, Elizabeth Burgos, conocedora en profundidad de las realidades de Venecuba y de la globalización, “DESDE EUROPA” y frente al más reciente documental de Rithy Palm (2012), nos recuerda el “escenario de un proyecto de exterminio” efectuado en Cambodia entre 1975 y 1979, en el que “exterminaron una cuarta parte de la población…” (2 millones de personas), “en nombre de la lucha de clases y de la construcción del hombre nuevo”. “Su objetivo era llevar a cabo el mismo proyecto de Mao en China, pero hacerlo mejor, y de manera más radical. Es el mismo argumento del castrismo, de las FARC de Colombia, y el discurso de la “revolución Bolivariana”: consideran que el comunismo fue traicionado en donde se le ha aplicado hasta ahora, pero que ellos van a rehabilitarlo”.
Esta nueva alerta de Burgos es oportuna frente a la ligereza de la editorial de “Zeta” y del resto de las élites de la sociedad venezolana, porque lo que ocurrió en Cambodia y en otras latitudes también está ocurriendo en Venecuba, tanto en cuanto a las justificaciones “ideológicas” de las violaciones también sistemáticas, permanentes y continuadas de los derechos civiles y políticos de los venezolanos, de quienes se encuentran exiliados o no en el extranjero así como de los residentes en el territorio, como frente a la sistematización de los exterminios y asesinatos que, insistimos, crecieron desde 2.800 en 1998 a 19.500 en 2010.
El documental referido, cuya proyección en Francia considera la articulista “Un acontecimiento inédito en la historia de los medios…”, al presentar el relato directo del responsable de la masacre referida (Duch): “Sensación de terror, de malestar embarga al espectador al escuchar la voz suave de un hombre culto, profesor de matemática quien: A manera de justificación dice que “fue utilizado”, fue el instrumento de una ideología que tenía como objetivo, la construcción de una sociedad justa, y cita de memoria en francés al poeta Alfred de Vigny, apoyándose en las fichas con las listas de los prisioneros y las fotografías, la planificación del genocidio”.
La indiferencia y la incomprensión ante la fachada ideológica de la “revolución bolivariana del siglo XXI” ha venido desviando la atención local e internacional para lograr dos objetivos fundamentales: 1) que las críticas al régimen-oposiciones se centren en el fracaso de la gestión pública, como si se tratara de un caso más del mundo de la política y 2), las elaboradas explicaciones para disimular la premeditación de los crímenes de lesa patria y de lesa humanidad, tales como las de Duch: “Cometí crímenes luchando por una ideología, vivíamos en una situación de urgencia y había que aniquilarlos”.
Estos serían el tipo de argumentos que inducen a académicos y líderes sociales y religiosos a expresar posiciones evasivas y pusilánimes, como la de la Conferencia Episcopal, y hasta para justificar el silencio frente a las expresiones del terror disimuladas con la pantomima electoralista, porque al “encapsular” los crímenes dentro del “debate ideológico”, se estimulan y brotan las características del demócrata, como la tolerancia, limitando la crítica y la denuncia para dejar que los acontecimientos hablen demasiado tarde por sí mismos, transformándose por omisión en cómplices y colaboracionistas.
Duch, como en las frecuentes explicaciones de la “revolución bolivariana”, “No parece sentir la menor culpa y piensa que debería ser exculpado, porque los suyos no fueron crímenes cometidos dentro de un marco de delincuencia, sino atendiendo a un proyecto ideológico”.
Frente al desvarío colectivo venezolano que de forma absurda pretende enfrentar la trágica realidad para establecer el imperio de la ley cohonestando la pantomima del fraude electoral, llega oportuna la conclusión de Burgos: “El documental de Rithy Pahn debería ser considerado como un instrumento pedagógico, en particular en aquellos países en donde sus gobiernos contemplan la instauración de regímenes inspirados en los preceptos de los Jémeres Rojos y porque se debe tener en cuenta que cualquier revolucionario, aún el de talante más inofensivo, puede convertirse en un Duch”.
Cuánto mayor el holocausto posible en marcha en Venecuba, cuando han quedado en evidencia niveles elevados de perversidad y perversión tanto en la manipulación como en la acción y el contrapunteo actual de los dos monstruos representados por el régimen-oposiciones, así como en la historia trágica de las revoluciones y la de la lucha armada regional y local.
LA TRANSICIÓN DEL COLABORACIONISMO (II PARTE)
Rómulo Lares Sánchez. 26ENERO2012
2 comentarios:
hacer la campaña mas intensa y feroz, debe ser el aval Porque la via de la Insurrección no ha resultado ???
Estimado Pietro, gracias por su comentario.
Disculpe la demora en responderlo.
Le agradecería que lo ampliara con el objeto de comprenderlo mejor.
La historia de Venezuela habría sido proclamada como la de una casi permanente insurrección, mientras que siempre, mucho más a partir de 1999, lo que constatamos es un colectivo engañado y traicionado una y otra vez. Desde el arribo de los Reyes Católicos y la Santa Inquisición hasta hoy se ha venido justificando la violencia; la más moderna es la descarada diseñada por las dos caras de la misma moneda: régimen-oposiciones, que danzan alrededor del fuego macabro de los más de 150 mil asesinatos justificados, la ocupación del territorio y las instituciones por fuerzas extranjeras y el saqueo del patrimonio nacional, nada nuevo, pero esta vez en beneficio del crimen organizado transnacional, el narcoráfico y la subversión planetaria, mediante la "legitimación" escandalosa de la mayor violencia conocida hasta la pérdida de la nación y la creación de una diferente: VENECUBA, todo esto enarbolando el voto-bala del CNE.
Cordialmente
Rómulo Lares Sánchez
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