viernes, 8 de septiembre de 2017
DESAFÍOS DE LA OPOSICIÓN DEMOCRÁTICA
DESAFÍOS DE LA
OPOSICIÓN DEMOCRÁTICA
Humberto García
Larralde
Abordar la situación actual es ineludible, dada la confusión
reinante. La descabellada implantación de una supuesta “asamblea
constituyente”, al margen del orden constitucional y con un descomunal y
notorio fraude electoral como partida de nacimiento, desconcertó a muchos.
Pareciera que el fascismo hubiese salido airoso con un ardid tan apartado de la
razón. ¿De qué sirvieron los cuatro meses de abnegada lucha, con tan alto costo
en jóvenes asesinados o heridos por las fuerzas represivas, en presos, torturas,
saqueos y otras vilezas cometidas contra la población?
La respuesta más obvia es que desnudó claramente al actual
régimen oligárquico como una dictadura militar. La sensación de desesperanza
que, en algunos, provocó tal atropello no expresa derrota alguna. La única
manera de parar esa acción tan fraudulenta e irrespetuosa del ordenamiento
jurídico era por medio de la violencia, empresa descartada por la
identificación del alto mando militar corrupto con la mafia y porque ello nunca
ha estado en la agenda de la oposición democrática.
No se derrotó a quienes
siempre apostaron a la democracia, sino que la oligarquía militar civil confesó
claramente que no se atendrá a procedimientos lícitos para permanecer en el
poder. ¿Salió fortalecida, convenció a algunos de que no se ampara en una
dictadura, logró afianzar una legitimidad democrática con tal sainete?
En un importante tablero, el del concierto de naciones
democráticas y de la opinión pública internacional, la mafia ha sufrida una
fuerte derrota, auto-infligida, además. El aislamiento internacional
autoimpuesto por violentar el orden constitucional, violar los derechos humanos
y desconocer a la Asamblea Nacional, pretende remediarlo transformando a su
Frankenstein en una versión criolla del Comité de Salud Pública de
Robespierre, amenazando a los demócratas con dislates jurídicos como una
supuesta “ley” contra el odio y declarándolos “traidores de la patria”, es
decir, de los intereses de la mafia, para que sus litigantes (tsj írrito),
tomen medidas en su contra. Abogados de Capone.
Corresponde, pues, reevaluar la contienda planteada. En el campo
democrático sigue estando la inmensa mayoría de los venezolanos, pero se
evidencia una crisis de liderazgo que dificulta convertir a esta fuerza en
ariete para terminar de acorralar a la oligarquía. Es la principal debilidad de
la oposición democrática y su superación, su principal desafío. Del lado del
régimen la única fortaleza que le queda es su disposición a la arbitrariedad,
respaldada con los fusiles; o sea, la fuerza represiva de toda dictadura
militar. Pero su vocación totalitaria confiere una intensidad particular a esta
disposición.
Pero no basta con denunciar la impronta castro-comunista.
Para sorpresa de muchos, ello alimenta la imagen que la oligarquía quiere
construir de sí misma: “revolucionaria”, campeona de los intereses
de un pueblo ficticio invocado a imagen de sus aprendidos clichés y enfrentada
al “imperio”. La prédica comunista representa una poderosa apología para la
violación de derechos humanos y la expoliación de la sociedad, pues la
justifica en nombre de la Historia.
Permite, además, despachar lo de las
sanciones internacionales como una agresión de EE,UU. contra la “revolución”.
No importa para nada que haya empobrecido drásticamente al pueblo trabajador y
que le haya despojado de sus conquistas y derechos, “la Historia la absolverá”.
Su fundamentación supuestamente “científica” en la obra de Carlos Marx exime
toda necesidad de legitimarla ante quienes son considerados “enemigos”.
Pero en absoluto resultó “científica” la doctrina marxiana. Y en
manos de sus epígonos degeneró en una ideología maniquea para escamotear la
realidad. Quien me lee tendrá que conformarse por el momento con la aseveración
de que la retórica comunistoide que ampara los atropellos de esta oligarquía
cruel, patriotera, militarista y primitiva, es simplemente un nuevo ropaje del
fascismo: volveré sobre el tema en otro escrito.
¿Por qué no identificar a este
régimen oligárquico, entonces, como fascista? ¿Dónde está la “absolución” que
puede darle el fascismo a Maduro? Obviamente, despierta la mayor repulsa de la
gente y, ante los suyos, arranca la hoja de parra “socialista” con que desea
cubrirse. No pueden esgrimirse “buenas intenciones” pero manchadas con “algunos
excesos”, cuando se identifica al régimen de fascista. Debilita e blindaje
ideológico contra el cuestionamiento de sus posturas gorilas y tramposas.
La única manera de sacar a esta mafia expoliadora del poder es
acumular fuerzas suficientes -y debilitar las de ella-, para que no le quede
más camino que negociar su salida. Es menester cuajar, cuanto antes, alguna
fórmula de acuerdo con la disidencia chavista que pueda ser “operativizada” a
nivel de las organizaciones de base, sindicatos, vecinales, etc., y en las
denuncias públicas sobre la violación de los derechos humanos y del orden
constitucional.
Ello debe acompañarse de un programa sencillo, contundente, que
contraste el desastre empobrecedor urdido por la presente oligarquía contra el
pueblo, con las posibilidades que encierra un programa sensato que vuelva a
generar oportunidades de empleo productivo, llene de nuevo los anaqueles,
mejore el poder de compra de la población abatiendo la inflación y rescate la
salud. Este programa, en su dimensión técnica, está prácticamente listo. Lo que
hay que hacer es traducirlo en ideas-fuerza que puedan ser asumidas como
bandera de lucha. ¿Qué prometió Chávez en su momento? Refundar la patria. ¿Hubo
necesidad de explicarlo en detalle?
Las elecciones regionales son una oportunidad para acumular
fuerzas que no puede desaprovecharse. Las trampas esperadas por parte de la
Lucena y su claque, y su denuncia oportuna y fundamentada por parte de las
fuerzas democráticas, debe resultar en un debilitamiento mayor de la mafia. Y,
de permitir que las elecciones discurran sin mayores contratiempos, la victoria
democrática debe ser contundente. Pero apostar por estas elecciones no puede
ser a expensas de otros aspectos de la lucha.
En el debilitamiento del fascismo, el escenario internacional ha
sido importante. Pero debe acompañarse internamente con el quebrantamiento de
sus bases de sustento. Esto implica una ofensiva contra las pretensiones
totalitarias de la asamblea fraudulenta. El liderazgo opositor, enredado con
las elecciones regionales, ha bajado la guardia al respecto. Impedir que se
consolide la plataforma de tal esperpento es decisivo para la sobrevivencia de
la Asamblea Nacional y para las esperanzas de cambio en un futuro mediato. Esto
conlleva riesgos de una arremetida por parte de los litigantes de la mafia, al
negarnos a reconocer tal adefesio y mucho menos a cumplir sus decisiones. ¡Pero
es el único camino a seguir!
Luego, es imperativo un mensaje claro, sin ambigüedades, de lo
que está en juego para los militares, de seguir sosteniendo esta dictadura
fascista. Ya las sanciones internacionales han revelado el costo que puede
tener tal postura, pero falta una formulación política por parte de las fuerzas
democráticas que insista en que los postulados constitucionales son la única
fundamentación aceptable de su existencia. Esto implica discutir abiertamente
el rol que debe tener la Fuerza Armada en un futuro democrático. Aclarar este
rol puede disipar algunos temores infundados entre algunos, a la vez que
ayudaría a identificar los correctivos y procesos legales a emprender.
La situación actual no es favorable a la oligarquía mafiosa.
Pero al liderazgo democrático le ha faltado más “punch” para capitalizar esta
debilidad. El lenguaje, el discurso, es en este momento una poderosa
herramienta. Hay que insistir en la naturaleza fascista de Maduro y su combo, y
negarle todo reconocimiento a la asamblea fraudulenta. Y hay que saber
proyectar claramente por qué los venezolanos, incluyendo a los militares, no
pueden acatar ninguna de sus decisiones.
Humberto García Larralde
economista, profesor de la UCV
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