MEDIOS DE
COMUNICACIÓN Y OCUPACIÓN DE VENEZUELA POR EL CRIMEN ORGANIZADO TRANSNACIONAL
RÓMULO LARES
Suscribo íntegramente comentario tomado de la
conclusión del Editorial de "EL NACIONAL" de Miguel H. Otero y me
permito ampliarlo a la dimensión en la que estimo debería ser presentado para
que fuese digerido por nuestros compatriotas y por el mundo, como otra
condición necesaria para que Venezuela y los venezolanos podamos retomar el
camino de los seres libres, es decir, cuando tengamos la valentía para
reconocer la verdad y despreciemos con furia la traición, la contemporización,
el colaboracionismo, la complicidad con el crimen organizado transnacional que
nos invadió con nuestros propios recursos y consentimiento y que nos ocupa
militar y administrativamente a partir de 1999.
Una búsqueda en un debate democrático en los
medios que habría sido impedido, que generaría confusión y complicidad con
actos "heroicos", como que nos inmolásemos en la calle de manera
pública, notoria y comunicacional, en espectáculos absurdos como
"entregarse" para ser "juzgados" por los invasores por
cumplir con nuestros deberes históricos y ciudadanos, o promoviendo la
"entrega-sacrificio" de la vida por la Libertad para ser asesinados
por el crimen organizado disfrazado de ideología, ambos crímenes ejecutados
"in fraganti", tanto por parte del "asesino" como por el de
la "víctima". El del "dirigente" claramente cómplice con la
ocupación y el del "guerrero", por asimilar su acto con la
desesperación y el "suicidio". Ambos casos tendrían que ver con las
consecuencias de la complicidad generalizada con los crímenes contra la Humanidad,
porque son abiertamente ejecutados de manera sistemática, planificados como
"política del Estado" forajido y fallido.
Tanto "EL NACIONAL", sus
propietarios, editores, directores y periodistas, como los del resto de los
denominados medios de comunicación social, pretenden comparar y distinguir
entre AN y ANC, cuando la segunda es consecuencia y responsabilidad de las
primeras (y del Congreso en 1999). Entrar en este "detalle" de
compararlas formaría parte, en nuestro criterio, de la persistente confusión
que contribuiría con la evasión de la realidad oscureciendo la flagrancia
cómplice de los crímenes referidos.
Después de 18 años de ocupación y sometidos
por el crimen organizado, habría quedado demostrado que primero estarían como
antecedentes y antecesoras también las ANs en mayor o menor grado, las mesas de
"diálogos" y de “negociaciones y acuerdos” de turno y todos
los individuos que asumieron los demás cargos públicos, sindicales, gremiales,
continentales, nacionales, regionales y municipales proclamados por el centro
administrativo consolidado para la ocupación a partir de 2003, el CNE, todos
serían asimilables directamente, aunque menos grotesca su comparación por
supuesto por su progresividad criminal, con las más escandalosas de todas, las
ANCs.
Todas estas instituciones conformadas por
tales "proclamados" han sido ilegítimas en sus orígenes pero también
en sus desempeños ilegales, cómplices de las consecuencias de sus existencias
ilegítimas, conformando grupos de las diversas categorías de usurpadores de la
representación del Estado que deberán responder por su complicidad,
"involuntaria" o "voluntaria" con los crímenes de lesa
Humanidad y de lesa Patria, que como sabemos no prescriben y su jurisdicción es
planetaria. En la escala de complicidades estarían en la cúpula los invasores y
sus cómplices nacionales, sin lugar a dudas, pero no quedarían exentos,
descendiendo por esa pirámide, todos los demás niveles y escalones
participantes, es decir, también los habitantes despojados de su ciudadanía,
aunque en menor grado debido a la manipulación y el engaño de la opinión
pública nacional y foránea por parte de las instituciones del Estado y demás
organizaciones de la Sociedad Civil, entre ellas, en la cúpula de la
complicidad, los medios de comunicación social por su censura y autocensura,
presentando sólo dos supuestas visiones "únicas", en realidad la
misma, los miembros de la Policía Constitucional o FFAANN por la gravedad de la
traición, como las iglesias y cultos, una larga lista de la que sería difícil
excluir alguna institución como tampoco los mismos ciudadanos. De tal manera
que quedase expuesta al Sol la realidad de Venezuela habiendo perdido su
identidad, una ex Patria, un ex país que se describe sin rodeos como el
territorio arrasado del HOLOCAUSTO del siglo XXI.
Tomado de: EL NACIONAL. EDITORIAL
"Sobre el odio y la traición a la patria"
Por: MIGUEL HENRIQUE OTERO. (04/09/2017).
"Ante la pregunta ¿en qué consiste el legado de Chávez?, no
tengo duda en contestar: en haber instaurado un ejercicio de la política y del
poder basado en el odio. Chávez ha quedado inscrito en la historia
contemporánea de Venezuela como el autor principal y agitador de la política
del odio.
Cuando hablo de política del odio me refiero a hechos concretos. En primer
lugar, a sus recurrentes expresiones de odio –perdone el lector la redundancia,
pero es inevitable–, de desprecio y descalificación de prácticamente todos los
sectores de la sociedad, a lo largo de los años. Desde que, siendo todavía
candidato, dijera que freiría en aceite hirviendo las cabezas de los dirigentes
de Acción Democrática, vilipendiar, injuriar, descalificar e infamar a quienes
no le apoyaban adquirió categoría de política de gobierno. Están registradas y
clasificadas casi 2.000 intervenciones públicas en las cuales ejerció la que
fue su única y recurrente voluntad: denigrar al otro, deformar la realidad.
Chávez ya está inscrito en la historia por su modo de referirse a los demás:
escuálidos, pitiyanquis, lacayos del imperio, imbéciles, etcétera.
Curiosamente, el protagonista de un golpe de Estado descalificaba a los demás
llamándoles “golpistas”. Los ejemplos son miles: a los miembros de la
Conferencia Episcopal les llamó “demonios, estúpidos, vagabundos”. Cuando
perdió el referéndum de diciembre de 2007, su odio destiló en una frase:
Victoria de mierda. En decenas de oportunidades, calificó a periodistas,
empresarios, sacerdotes y dirigentes políticos de arrastrados. A Condolezza
Rice la llamó analfabeta. Y así, una y otra vez, en una cadena de insultos sin
final.
Pero esta práctica sistemática de denigración verbal estuvo siempre acompañada
de otras formas específicas de odio: Chávez convirtió a los disidentes en
enemigos, y la exclusión, en política de Estado. La llamada lista de Tascón
está en el epicentro de decisiones que, en todos los niveles de la
administración pública, afectaron la vida real de millones de familias en todo
el país: perdieron sus empleos, sus propiedades y sus derechos, perseguidos por
un poder especializado en excluir y humillar.
Las bandas paramilitares; los ataques, con muertos y heridos, a las marchas de
los ciudadanos demócratas; la frase “las FARC no son un grupo terrorista”; los
presos torturados y aislados; las torturas a los familiares de los presos
políticos, a quienes castigan con la práctica sistematizada de los traslados
ocultos y la desinformación; la impunidad de la que gozan los uniformados que
disparan, matan y hieren a quienes protestan desarmados; el asalto a las
instituciones y a los dineros públicos, todas son creaciones de Chávez y de sus
seguidores.
El que la fraudulenta, ilegal e ilegítima asamblea nacional constituyente
anuncie una ley contra delitos de odio, intolerancia y violencia, no es sino un
refinamiento de esa política del odio. No es un juego de palabras. Lo que la
ley propone, en su fondo, es esto: legitimar su odio. Impedir que los
ciudadanos se defiendan del odio del poder. Amarrarlos. Impedir que protesten.
Callarlos. Convertir a Venezuela en una especie de paredón mudo, donde los ciudadanos
queden expuestos a la voluntad omnipotente de Maduro y su régimen: que reciban
los ataques, los golpes, el hambre, la enfermedad y la muerte, pero en total
silencio. Con la cabeza gacha.
Que la fraudulenta, ilegal e ilegítima asamblea nacional constituyente se
proponga ahora juzgar a los diputados y dirigentes políticos de las fuerzas
democráticas, bajo la acusación de traición a la patria, no es sino una
extensión, una ratificación de su odio insaciable. El régimen descarado
–traidor sin atenuantes que ha entregado las riquezas del país y la soberanía
de Venezuela al régimen cubano– quiere, además, asegurarse su impunidad: quien
formule denuncias sobre la situación permanente de violación de los derechos
humanos –que son delitos de carácter universal, al alcance de leyes
internacionales– podría ser enjuiciado por “traición a la patria”, es decir,
por oponerse a la política del odio.
El lector no debe olvidar nunca esto: que la existencia misma de la asamblea
nacional constituyente, fraudulenta, ilegal e ilegítima no perderá esa
condición. Nunca será legal ni legítima. Los señores y señoras que la integran
no representan a la sociedad venezolana. Cada una de sus actuaciones es
delictuosa. Cada una de sus decisiones, ilegales e ilegítimas. Sobre una serie de
delitos que condujeron a su instalación, cada día se suman otros. Es el juego
perverso del odio: cada línea producida por esa ANC es, ni más menos, un
expediente en su contra. Por ello deberán responder ante tribunales legítimos.
Muy pronto."
08 Septiembre 2017
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