lunes, 18 de septiembre de 2017
REVISIONISMO ENGAÑA CON SANCIONES DE TRUMP
REVISIONISMO ENGAÑA CON SANCIONES DE TRUMP
Carlos Hermoso
Sobre las
sanciones de Trump contra el Estado venezolano, hay dos cuestiones que deben
ser abordadas con la precisión y la fuerza que ameritan por su importancia
política. En primer lugar, lo atinente al revisionismo, que no ha sido tomado
en cuenta por unos y otros. Nos resulta sorprendente que —muy a pesar de que el
revisionismo, el discurso socialista, ha tenido tanta eficacia política— no se
maneje con la profusión del caso para desenmascarar al régimen. Lo que refleja
una inconsecuencia con el principio leninista según el cual hay que enfrentarlo
en todas sus variantes.
Le brinda más
vigencia a este asunto el pliegue que hace el gobierno incorporando a
Venezuela, en condición de satélite, claro está, al bloque imperialista
liderado por China —imperialismo en el que impera un revisionismo añejo— y
Rusia, cada día más identificado con un discurso similar, seguramente, a
sabiendas de la eficacia que ofrece para sus planes hegemónicos. Todo en medio
de una creciente pugnacidad interimperialista.
En segundo lugar,
otro asunto que ha sido subestimado por unos y otros —aunque el gobierno no ha
dejado de ventilarlo como parte de su fortaleza— se refiere a los efectos
políticos de la presencia imperialista en el conflicto venezolano. Dejan
claramente establecida su idea de que el imperialismo yanqui es agresivo,
mientras que chinos y rusos son amigos de nuestro pueblo, dispuestos a
defendernos desinteresadamente.
Pero, en la
oposición en general, este asunto no ha sido atendido con la rigurosidad o
amplitud del caso, para pedir lo menos. Como mínimo han debido dar cuenta de
algo de lo que sucede en el chavismo a partir de las circunstancias que se han
abierto. Lo que ha llevado a manifestaciones claras de subjetivismo, sobre todo
en relación con las debilidades del régimen por el acoso de la comunidad
internacional, a la cual siempre presentan como algo homogéneo, cuando en
realidad no existe tal comunidad internacional, sino bloques imperialistas.
Su relación en
las actuales condiciones es fundamental no solo para la comprensión de lo que
sucede en Venezuela y en buena parte del mundo, sino también para la definición
de políticas en momentos en que se vive un reflujo significativo del movimiento
de masas, luego de la gesta que representó la rebelión democrática de buena
parte del pueblo venezolano contra la dictadura. Decaimiento que puede ser
conducido a una “paz” que permita favorecer al régimen de manera importante en
camino a su eventual recuperación. Cuenta esta perspectiva no solamente con las
determinaciones antes señaladas, sino con los favores que le brindan sectores
opositores por la respuesta política que dan, entre otras, frente a las medidas
tomadas por el presidente estadounidense.
Oxígeno y algo más al revisionismo…
Hemos señalado
de manera clara que enfrentamos un régimen revisionista. Socialista solo de
palabra. Que impera en Venezuela una forma de dominación despótica que se
disfraza de socialista. Lo que supone un esfuerzo por labrar la mayor
comprensión de lo que ello significa, y los efectos que puede traer una
respuesta inapropiada. Y es que no hay manera distinta al análisis radical de
lo que acontece en Venezuela para definir posturas políticas que contribuyan
con la unidad contra el oprobioso régimen chavista. Sobre todo ahora cuando el
chavismo cuenta con la iniciativa política, mientras las masas ven pasar el
reflujo en medio de una rabia que nuevamente será combustible para la lucha por
el cambio político.
Las sanciones
de Trump permiten que el chavismo en buena medida se unifique y encuentre argumentos
para colocar la cuestión militar en el centro de la política. Le permite
afianzar la militarización de la sociedad toda vez que es en el sector
castrense donde descansaría la defensa del país frente a una eventual agresión
del imperialismo yanqui. Además, lo más importante, el país pasa de manera más
clara a formar parte del bloque imperialista encabezado por el revisionismo
chino, el más competitivo del planeta. En cualquier caso, son mayores los
beneficios que los costos para el régimen chavista.
Sin embargo, la
respuesta del imperialismo estadounidense expresada en esas medidas era de
esperarse y se corresponde con la agresividad que expresa Estados Unidos ante
la pérdida de hegemonía a escala planetaria. Independientemente de que resultan
contraproducentes, EEUU está obligado a mostrar su agresividad y espíritu
belicista frente a China y Rusia. Es la única salida que le queda, pues es en
este sector, el militar, donde encuentra más capacidad competitiva. Con todo y
que en áreas sensibles —a saber, aeroespacial, aérea y blindados— ha sido
superado por Rusia y en telecomunicaciones por China. Y qué decir en producción
energética.
Como hemos
indicado, estas sanciones no afectan al chavismo en la magnitud que muchos
esperan desde el punto de vista económico. Eso sí, afianzan una tendencia
iniciada más de una década atrás, que parece colocar al mundo al borde de una
guerra por el reparto del mundo. Si EEUU fuese el acreedor de otros tiempos,
ciertamente las cosas fuesen diferentes. Pero China es el principal prestamista
mundial muy por encima del Fondo Monetario Internacional. Además, cuenta China
con la tenencia de papeles de deuda estadounidense por encima de los 1,3
billones de dólares. De tal manera que el asunto es más político que económico.
La respuesta de
Maduro, al anunciar medidas económicas para supuestamente atender la crisis,
dejan claramente establecido que la dinámica imperialista, sus pugnas,
encuentra en Venezuela, en este régimen, un punto focal que hace época y
anuncia el desarrollo de una tendencia de consecuencias inconfesables.
Recordemos que una de las razones por las cuales EEUU aceleró la invasión a
Irak fue la decisión del gobierno de Saddam Hussein de tranzar con euros con
Alemania y la sustitución del dólar como moneda de reserva.
Por su parte,
China tiene pospuesta su decisión de convertir al yuan en la principal moneda
de cambio y de reserva. Pero esta decisión del gobierno de Venezuela sienta un
precedente de significación, aun cuando la economía venezolana no tiene
significación desde el punto de vista financiero, circunstancia que se afianza
producto de la crisis por la que atraviesa. Su importancia radica en el hecho
de que se convierte en una declaración de alineamiento en torno del bloque
chino-ruso. Es un mensaje al mundo de una gran connotación política.
Este resultado
es ciertamente temprano. Desde que se desarrolla la tendencia al pliegue de
Venezuela al bloque chino hasta esta declaración ha pasado muy poco tiempo. Así
como ha sido acelerada la entronización de la hegemonía china a escala
planetaria, cuestión que todavía no logran asimilar muchos analistas, ni qué
decir de talentosos dirigentes políticos que ni siquiera se han percatado de
este fenómeno.
Sus efectos en
la política venezolana no terminan de ser asimilados. Es más, no se percibe que
este asunto sea atendido por buena parte de las fuerzas opositoras. Seguramente
es reflejo del poco juicio o la poca profundidad que reina en su dirigencia.
Esto hace más urgente profundizar en el análisis de esta determinación inscrita
dentro de una estrategia para desplazar el régimen.
Son medidas imperialistas
Ahora, bien,
independientemente de la circunstancia venezolana, de la necesidad de hacer uso
de todo lo que pueda debilitar al chavismo, debemos ubicar que las contradicciones
interimperialistas suponen un mero asunto de pillaje. Que, dentro de esas
contradicciones, el imperialismo estadounidense es el más agresivo, por estar
en franca desventaja frente al avance de los imperialismos chino y ruso y el
bloque que han logrado configurar. Que, siendo el más agresivo, atiza cualquier
conflicto hasta convertirlo en posibilidad de guerra, en parte del reparto. De
allí que resulta, por decir lo menos, un riesgo importante comprometerse con
alguna cuestión que a la postre represente un costo político demasiado costoso
para las fuerzas del cambio que demanda Venezuela.
Debemos ubicar
que ciertamente las contradicciones interimperialistas resumen una reserva
estratégica para los procesos políticos en todo el mundo. Lo que no supone
actuar de manera olímpica con tal de alcanzar un objetivo. Se corre el peligro,
por ejemplo, de estimular una guerra de rapiña imperialista en el propio país.
O, bien, actuar de una manera que conduce a un costo político tan grande que le
llevamos agua al molino de quien queremos derrotar. Ése es el caso que nos
ocupa. Esto es, convertirnos en reserva estratégica indirecta a los intereses
del imperialismo estadounidense. En vez de sacar provecho de las
contradicciones interimperialistas, terminamos en lo contrario.
Nos puede
excusar el hecho de que los procesos adelantados por el imperialismo son el
resultado de su naturaleza. Por ejemplo, las sanciones impuestas por Trump, a
todas luces contraproducentes del punto de vista político, son el producto de sus
demandas imperialistas. Son independientes de nuestra voluntad. Se podría sacar
algún provecho si ello debilitara al régimen, pero no es el caso.
Un buen ejemplo
al respecto lo resumen las sanciones contra Rusia que, a la larga, han
beneficiado el desarrollo del imperialismo ruso en varias ramas, estratégicas y
subalternas, que lo afianza en su perspectiva de competir por la hegemonía
mundial.
Además, debemos
ubicar que estas contradicciones sintetizan una reserva estratégica que va más
allá de la coyuntura venezolana. Son varios los escenarios en el planeta de la
misma significación. En todos los casos debemos levantar la condena de que se
trata de guerras atizadas por el imperialismo. Ni por asomo debemos brindar el
más mínimo apoyo a tales empresas, muchas veces adornadas por fraseología
humanitaria, así como los revisionistas la disfrazan de nobleza progresista.
Así se trate de guerras contra gobiernos amigos del chavismo.
En cualquier
caso —como lo señala Stalin en Los
fundamentos del leninismo, refiriéndose a las reservas indirectas—, a
sabiendas de que su significación no siempre está clara, su valoración debe ser
muy bien atendida. Se trata de contradicciones imperialistas en torno de las
riquezas de Venezuela, por lo que en ningún caso debemos plegarnos a favor de
uno u otro imperialismo, además de que la agravación de las penurias del pueblo
no debe formar parte de políticas para supuestamente debilitar al régimen.
Sin duda
alguna, la determinación más importante de las actuales circunstancias obedece
a la política chavista. Hemos indicado en varios escritos que una cosa es
aprovechar las contradicciones inter imperialistas en favor del desarrollo
soberano e independiente de un país y otra muy distinta plegarse a un
imperialismo para enfrentar otro. Aprovechar la reserva estratégica que suponen
las contradicciones inter imperialistas no niega en ningún caso condenar el
injerencismo y su naturaleza.
Por ello hay
que ser cuidadosos en el tratamiento de estos asuntos, pues las tesis
revisionistas van más allá de la declaración pedestre acerca del ”socialismo del siglo XXI” a la cubana, a la
chilena, a la árabe, entre otros. Recordemos que el socialismo, si no es
científico, no es. Pero va más allá.
Abarca cuestiones concretas en todos los aspectos de la vida. El revisionismo
asume la defensa de los derechos humanos, mientras los viola de manera
flagrante, como se demostró en Venezuela con el asesinato de decenas de jóvenes
durante la reciente rebelión democrática. Dicen asumir la defensa de la
soberanía, mientras la entregan a una potencia imperialista que practica
exactamente los mismos principios así sea disfrazados de solidaridad. Hasta se arrogan la condición de ser los más grandes
defensores de la llamada sexo diversidad: propician el matrimonio gay y lo
presentan como parte de las reivindicaciones que son capaces de realizar,
mientras cercena los derechos humanos, el derecho al trabajo y auspicia el
incremento de la explotación.
Porque es la
mejor manera de atender las crisis revolucionarias, la burguesía y el bloque
imperialista en torno de China y Rusia recrean formas revisionistas muy
diversas. Siempre ha sido así. En las actuales condiciones podemos observar
cómo los rusos cada vez más reivindican el pasado socialista y se aproximan a
una fraseología del pasado revisionismo desde Jruschov hasta Breznev.
Esa psicología
revisionista ha terminado por convertirse en inextricable para quienes
encabezan la oposición venezolana. No logran atinar en políticas para enfrentar
al régimen. Pues no solo se trata de enfrentar el revisionismo sino el bloque
en el cual se apoya que viene adquiriendo cada vez más perfiles en esa
dirección. Ahora se suma India, fundadora del Movimiento de los Países No
Alineados, suerte de espacio que fue labrando desde hace décadas y que hoy día
da los frutos esperados.
El MPNA, a su
vez, se articula a la teoría maoísta de los tres mundos, lo que la engarza con
una forma revisionista más clara. Por lo que resulta risible decir que el
gobierno de Venezuela tiene en contra la “comunidad Internacional”, cuando hace
apenas un año Maduro presidió la Conferencia en la isla de Margarita. En sus
maniobras, los opositores no logran ver la naturaleza de sus acciones. Por lo
regular son subestimadas las respuestas chavistas a cada situación concreta.
Son analizadas de tal forma que su condena está de antemano llevada al fracaso.
Sumemos que siempre han contado con que la respuesta de las mayorías será a su
favor.
En este orden
de ideas, una de las cuestiones que no logran ver los opositores que dirigen la
principal instancia unitaria es que el anticomunismo no cuenta con eficacia
política como no sea para satisfacer los oídos de un reducido sector social y
político, principalmente radicado en el exterior, y al imperialismo
estadounidense. Sigue soñando el chavismo con seguir siendo acusado de comunista y revolucionario. Le sigue brindando beneficios importantes.
Entendemos que
llegar a la raíz de estos asuntos supone la realización de un método y una
perspectiva de análisis que son ajenos a la ideología burguesa, en cualquiera
de sus expresiones. Además, por los intereses específicos que representan en el
momento, las expresiones políticas burguesas tradicionales no son capaces de
decir las cosas tal cual son. Chocan verdades con intereses en juego, a lo que
se le suma la perspectiva estadounidense.
Sin embargo,
hay quienes todavía se achicopalan
por las oleadas anticomunistas. Tienen cabida en reducidos sectores de la
burguesía y la pequeña burguesía, pero no llegan con la misma fuerza a los
sectores populares, más cuando las capas medias han sido tan afectadas como
resultado de la crisis que ya se encuentran entre quienes nada tienen que
perder.
Trump, por su
parte, está obligado a profundizar en su ofensiva contra el gobierno chavista.
Muchos ven sus respuestas, las del presidente estadounidense, como resultado de
sus intemperancias. No se percatan de que son decisiones del imperialismo
yanqui que busca afianzar una política de rescate de espacios perdidos. En las
actuales circunstancias el imperialismo estadounidense es el más agresivo.
Es una
tendencia que todo país imperialista —en medio del desarrollo desigual y la
tendencia a la nivelación— pugne por un reparto del mundo donde resulte
favorecido. Entretanto, en la búsqueda de una tasa de ganancia competitiva, se
hace de un espacio acá o allá como mercado, o como fuente de materias primas, o
por el simple desgaste del oponente.
El desarrollo
capitalista conduce de manera indefectible a un desarrollo desigual signado por
el comportamiento de la cuota media de la ganancia. Donde ella sea más elevada
que la media, allí se concentrarán los capitales. Durante décadas China fue
imán de los capitales a escala planetaria. Estados Unidos desplazó sus
capitales al país asiático. La historia ha sido breve, pero contundente. China
se convierte en la mayor potencia financiada por el resto de naciones
imperialistas.
Venezuela se
convierte así en uno de los focos más importantes de la disputa imperialista.
Junto a Corea del Norte, centran la atención en este sentido. Corea por el reto
a EEUU en su sentido bélico y de irrespeto a la menguante hegemonía yanqui.
Venezuela por plegarse de manera clara y genuflexa al imperialismo chino. Más
bien al bloque imperialista conformado por China y Rusia.
Carlos
Hermoso
Septiembre
de 2017
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