jueves, 12 de febrero de 2009

INSTALAR EL PORVENIR



Hace 81 años, un 06 de febrero de 1928, José Pío Tamayo, recitó este poema en el Teatro Municipal de Caracas, en ocasión de los actos de la Semana del Estudiante y la coronación de la reina Beatriz I.

No había, sin embargo, nada festivo en su voz ni en sus palabras. Tenía conciencia plena del momento que se vivía y de la necesidad de que una conciencia colectiva, una visión porvenirista, le permitiera a los jóvenes, a los estudiantes ir a buscar a su novia perdida: ¡la libertad! La petición a su majestad es muy intensa: decidle a vuestros súbditos –tan jóvenes que aún no pueden conocerla- que salgan a buscarla / que la miren en vos. Este es el grito de libertad de Pío que le acarrea la condena a muerte.

Tenía la esperanza de que en la ausencia de liderazgos, en el vacío ideológico de muchos de quienes adversaban el tirano, y de quienes sólo pretendían suplantar al viejo caudillo por uno de nuevo corte, la voz, el sentimiento, la rebeldía y los sueños de redención de los estudiantes, de los jóvenes, cumplirían la labor de rescatarla.

Este poema lo podemos considerar el primer manifiesto antigomecista y significó la condena a muerte de aquel joven tocuyano, dispuesto a sembrar escuela de idealidad avanzada y a dejar las señales de una historia cuyo actor fundamental debía ser el pueblo.

Fue suficiente para que Juan Vicente Gómez lo encerrara en el Castillo de Puerto Cabello hasta cumplir una sentencia que acabó con la vida física, cuando apenas tenía 37 años. Pero no pudo silenciar su demanda ni su mensaje, cuya vigencia hoy en el 2009, es más que evidente.

Seguimos careciendo de porvenir. Estamos instalados en un pasado empeñado en procesos de destrucción. Y a falta de esa visión de futuro que aún no apunta entre nosotros, a los jóvenes les vuelve a tocar el compromiso de echar al vuelo sus sueños, para convocar a un colectivo aletargado, cansado, de tanta domesticación y promesas incumplidas.

Sólo conciencia y organización, deslinde vertical con todo aquello que entrampa y mediatiza, descompone y  destruye, podrá conducirnos hacia una historia sin violencias, empeñada en edificar una sociedad  fraterna y solidaria. 


Aprestarse a la andanza, porque la hemos perdido
¡y salir a buscarla!
¡Mirar cómo levantan asfixias hasta el cielo
las crestas de los cerros!

Agotarse llamándola en los senderos mudos.
Oscurecerse en noches solitario y rendido,
¡y sentirla que sufre y que se está muriendo!
¡Ah! Ya no puedo más, reina Beatriz. ¡No puedo!
Vuelve a llorar el indio con su llanto agorero...

Pero no, Majestad
que he llegado hasta hoy,
y el nombre de esa novia se me parece a vos!
Se llama: ¡LIBERTAD!
Decidle a vuestros súbditos
-tan jóvenes que aún no pueden conocerla-
que salgan a buscarla, que la miren en vos,
¡vos, sonriente promesa de escondidos anhelos!
Vuestra justicia ordene.
Y yo, enhiesto otra vez,
-alegre el junco en silbo de indígena romero-
armado de esperanzas como la antigua raza,
proseguiré en marcha.
Pues con vos, Reina nuestra,
juvenil, en su trono, ¡se instala el porvenir!

PIO TAMAYO

fragmento de Homenaje y demanda del indio
TEATRO MUNICIPAL / FEBRERO DE 1928 
Con motivo de la Coronación de la Reina de los Estudiantes
Beatríz I

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