viernes, 13 de febrero de 2015
AYUDANDO A JOHN KERRY
Luis Marín
La Comisión Kerry tiene por objeto dar
los pasos que sean necesarios para sacar a Cuba de la lista de países que
apoyan al terrorismo y no, como podía pensarse al principio, evaluar la
pertinencia o no de mantenerla allí.
Esta circunstancia ha desatado una
interesante controversia que involucra directamente a los venezolanos, sobre
todo a quienes no logran explicarse cómo hizo la administración Obama para
separar el binomio Venecuba (o Cubazuela) que tanto se han esforzado los respectivos
regímenes en consolidar, hasta convertirse en uno solo.
Alguien debería aclarar cómo logró la
señora Roberta Jacobson, Subsecretaria de Estado para todo el Hemisferio,
ignorar el desplazamiento de cien mil efectivos castro comunistas a territorio
continental, sin duda su mayor movimiento desde las aventuras militares en
África, para abordar por separado el caso cubano y las violaciones sistemáticas
de Derechos Humanos en Venezuela.
Al país llegan cientos de fedayines del
medio oriente, la región más conflictiva del mundo, con el pretexto de realizar
cursos de medicina comunitaria, cursos inventados y administrados por cubanos.
No hay ni una autoridad responsable que certifique qué hacen estos elementos
aquí. ¿Eso favorece la estabilidad del subcontinente? ¿Es bueno para la
seguridad nacional de los EEUU?
¿Cómo se explican las supuestas
sanciones a funcionarios venezolanos aprobadas por su Administración sin tocar
a sus jefes e instructores comunistas cubanos? ¿Chávez murió realmente en manos
cubanas y ellos nombraron a su sucesor o estas son puras fantasías de radicales
fanáticos?
¿Será cierto que el territorio
venezolano es santuario de las guerrillas colombianas? ¿Rodrigo Granda,
Timochenko y una larguísima lista de guerrilleros y narcotraficantes
colombianos gozan de protección oficial? ¿De verdad vivirían aquí etarras a
cuerpo de rey, desempeñando cargos públicos, alguno casado con la lugarteniente
de Elías Jaua, o todos estos son delirios ultraístas?
Pero el punto es si el régimen de Castro
tiene algo que ver con todo esto o no, puesto que una de las razones esgrimidas
para incluirlo en la lista es precisamente su ostensible apoyo a las guerrillas
de las FARC y ETA. En sana lógica, lo que deberían hacer no es sacar a
Cuba de la lista, sino incluir en ella a Venezuela.
Este audaz cambio de perspectiva
obligaría a la Comisión Kerry a realizar diligencias para excluir a las FARC y
ETA de la lista de organizaciones terroristas que lleva incluso la Unión
Europea, tan amante de la corrección política, puesto que la relación del
régimen castrista con estas organizaciones es de carácter histórico y negarla
implicaría borrar toneladas de papel impreso, kilómetros de cintas grabadas y
un número inverosímil de discursos de Castro y sus seguidores, por no decir que
para ellos sería como negarse a sí mismos, cosa que no han hecho en el pasado,
no hacen ahora, ni harán en el futuro.
Pero no son sólo las FARC y ETA, también
el ELN o el M-19 de Colombia, tan parecido al M-26 de Castro, todos los
movimientos identificados con las siglas FALN, FPLN, FMLN, FSLN, los Tupamaros
de Uruguay, ERP y Montoneros de Argentina, los innumerables de Brasil, donde ha
militado hasta Dilma Rousseff y paremos de contar.
Los lobbystas de Castro deberían
mencionar siquiera una organización revolucionaria armada que no cuente con el
apoyo militante de Castro incluso, por qué no decirlo, en Puerto Rico y los
propios EEUU.
CASTRO Y PUERTO RICO
Quien trajo a colación el tema de Puerto
Rico, tan embarazoso e incómodo para los norteamericanos, fue el vocero de
Castro en Venezuela al proponer un rocambolesco intercambio de prisiones de
guerra para liberar a Oscar López Rivera, a quien la mayoría de los venezolanos
oíamos nombrar por primera vez.
Venezuela nunca ha tenido arte ni parte
en esa controversia, ni había hecho nunca el menor pronunciamiento hasta esta
disparatada irrupción, contraria a todo derecho y al sentido común. Ahora bien,
¿es posible que esto se hiciera sin conocimiento y aprobación del régimen de
Castro, que tiene la tutela de la política exterior como de cualquier otra política
en este expaís?
En cambio, el apoyo de Castro a los
movimientos armados en Puerto Rico tiene carácter histórico, lo que la Comisión
Kerry no podrá ignorar. No puede ser más ilustrativo el caso elegido, no por
casualidad, de Oscar López Rivera, dirigente de las FALN de Puerto Rico,
miembro del famoso “Grupo de Chicago”, que perpetró más de cien atentados en
EEUU, con saldo de seis muertos y decenas de heridos.
Fue detenido en 1981, junto con otros
miembros de su organización, justo el año antes de la inclusión de Cuba en la
lista. Todos fueron indultados por Bill Clinton, excepto este ciudadano que se
declaró en rebeldía porque otros presos no serían indultados y su mentalidad
conspirativa no admite concesiones: o todos o ninguno.
Tanto podría decirse de la organización
llamada “Macheteros”, palabra que la Comisión Kerry no entendería y quizás ni
siquiera exista en ingles, famosa por el asalto a un blindado de la Wells
Fargo, cuyo cabecilla, Víctor Manuel Gerera, se refugió en Cuba, con parte del
botín de 7 y 1/2 millones US$, de los que le incautarían la mitad.
Sería interminable la lista de las
“Brigadas” boricuas, como ellos gustan llamarse, que permanentemente hacen
excursiones a Cuba, pasando semanas de jolgorio, cuyos alcances, que van desde
lo folklórico a lo político ideológico, son imposibles de establecer y mucho
menos de conservar dentro de parámetros inofensivos.
Otra lista interminable podría hacerse
con los connotados terroristas estadounidenses que cuentan con el apoyo de
Castro para sus actividades violentas en los EEUU y que incluso han encontrado
asilo territorial en Cuba.
Hoy sobresale Joanne Chesimard,
dirigente del Ejército de Liberación Negra y antiguo miembro de los Panteras
Negras, que abrazó el islamismo radical y cambió su nombre por Assata Shakur.
Su organización perseguía el altruista propósito de crear la “República Nueva
África”, mediante la secesión de los estados del sur de los EEUU.
Un policía de caminos de New Jersey que
tuvo la mala fortuna de detenerlos el 2 de mayo de 1973, pagó con su vida el
afán independentista de estos revolucionarios que le respondieron a tiro
limpio.
Resumiendo mucho: fue condenada a cadena
perpetua, escapó de una cárcel de máxima seguridad en 1979, para seguidamente
refugiarse en Cuba en 1984, donde vive desde entonces, pese a estar en la lista
de más buscados por el FBI, que ofrece dos millones de dólares por su captura,
recompensa que no seduce a los Castro.
Pero no es sólo ella. Como en el caso de
las organizaciones guerrilleras, no podrá encontrarse ni un solo militante
revolucionario violento en los EEUU que no haya gozado ni goce todavía del
apoyo militante de Castro, desde los míticos Stokely Carmichael, Malcolm X,
Angela Davis, éstos muy populares, de extraordinario respaldo mediático, pero
otros cientos anónimos, sean comunistas o musulmanes, todos, gozan de un
respaldo voceado con orgullo por el régimen de Castro.
Una tarea difícil para la Comisión sería
conseguir siquiera una tibia declaración en la que Castro se distancie de
alguna de estas organizaciones o personalidades; pero nunca podrán conseguirla.
La Administración Obama puede hacer los
cambios más radicales que quiera en su política respecto a la Cuba de Castro,
pero lo que no puede hacer es cambiar la historia.
Eso ya los haría pasar de su condición
de comunistas de closet al franco estalinismo.
LA PASIÓN DEL EMBARGO
Sacar a Cuba de la lista de países que
apoyan al terrorismo es apenas un prerrequisito para la suspensión unilateral y
sin condiciones de lo poco que queda del embargo comercial, el verdadero
objetivo de los lobbystas defensores de los intereses de Castro en Washington
que, debe reconocerse, han endurecido la cara, aguzado el verbo y son cada vez
más audaces y agresivos.
Actitudes que no compensan en nada la
endeblez de sus argumentos, si pueden llamarse así. Por ejemplo, ninguna peor
ocurrencia que citar como antecedente que el gobierno de Bush sacó en 2008 a
Corea del Norte de la citada lista por razones políticas, para crear un
ambiente propicio al avance de las negociaciones del problema nuclear.
La pregunta es si esa medida cumplió
alguno de sus propósitos. ¿Es Corea del Norte más amistosa ahora con los EEUU
que antes de salir de la lista? ¿Se redujo la amenaza nuclear y los chantajes a
sus vecinos, en particular, Corea del Sur y Japón, ambos aliados estratégicos
de los EEUU? ¿Se liberalizó el régimen de Pyongyang?
Citar como antecedente legal la
prescripción de 20 años sin realizar actividades de apoyo al terrorismo como
pretenden que estableció la entonces secretaria de estado Condoleezza Rice, no
en ningún documento oficial sino ¡en sus memorias!, parecería un pésimo chiste
sino fuera un subterfugio de un abogado malicioso, porque no es aplicable el
régimen de Castro, como ellos dicen, que hoy en día sigue apoyando a las FARC,
a la ETA, Irán y Siria, como lo hizo hace 20 años.
Otro argumento que ya resulta patético y
que no valdría la pena mencionar si no se repitiera tanto, es que el embargo de
los EEUU más que perjudicar a la dictadura castrista más bien la favorece.
Esto ya nos vuelve el mundo
incomprensible, porque si el embargo la favorece tanto, no se puede entender el
porqué lucha por eliminarlo. Es más difícil encontrar un castrista a favor del
embargo que a un anticastrista que esté en contra, suponiendo algo de
sinceridad en las posiciones respectivas.
El que personas bienintencionadas
suscriban posiciones como éstas supone un razonamiento enrevesado, según el
cual el embargo da argumentos a la tiranía castrista para acusar a EEUU de
todos los males que sufre la población librándose ella de toda responsabilidad;
pero que los socialistas le echen la culpa a los demás de lo que ellos hacen
parece una conducta universal, anterior al embargo y seguro que lo sobrevivirá.
Así como que la lucha contra el embargo,
que llaman mentirosamente “bloqueo”, es un factor de movilización y
organización popular; pero también de la opinión pública mundial que, por
ejemplo, vota en la ONU contra el embargo unánimemente, con la única excepción
de Israel que acompaña a EEUU en esta incómoda posición.
Este es el viejo truco de mostrar la
consecuencia aislada de su causa, la acción punitiva separada de su motivación,
que llama la atención que todavía pueda funcionar, sobre todo en un foro
mundial que se supone de gente inteligente, lo que hace sospechar subterráneos
intereses políticos.
Deberían acompañar esas solicitudes de
condena al embargo con algún tipo de moción en que la ONU apoye la confiscación
de bienes de empresas y personas naturales sin compensación alguna, más el extrañamiento
del territorio, etcétera; porque cuando esto ocurra, habrá que huir no sólo de
la isla sino del planeta.
Ni la administración Obama, ni los
lobbystas de Castro en Washington hacen la menor mención de las compensaciones
materiales y morales que debe pagar la tiranía a todas sus víctimas e incluso a
sus descendientes.
En cambio el Congreso de los EEUU se ha
expresado así, mediante Ley: “SENTIR DEL CONGRESO. Es el sentir del Congreso
que la liquidación satisfactoria de las reclamaciones de propiedades por parte
de un Gobierno cubano reconocido por los Estados Unidos sigue siendo una
condición indispensable para el pleno restablecimiento de las relaciones
económicas y diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba.”
Los pseudo argumentadores a favor de la
suspensión unilateral e incondicional del embargo afirman de la manera más
gratuita que Cuba se encuentra en transición, aunque no puedan mostrar la menor
señal en esa dirección y las mismas autoridades comunistas los desmientan a
diario; en cambio, bastaría leer las secciones 205 y 206 de la Ley Helms-Burton
para advertir qué se entiende por “gobierno de transición” y “gobierno
democráticamente electo” según la legislación de EEUU.
Como podía preverse, ahora es el
régimen comunista cubano quien le exige a EEUU una indemnización de cientos de
miles de millones por supuestos daños causados por el embargo, reclamación que
contradice la afirmación de buenos cubanos que creen que, en realidad, lo ha
favorecido.
El caso es que esta reclamación
inusitada pone de relieve la verdad de la situación: la tiranía castrista se
siente vencedora en el conflicto al punto de reclamar reparación, sin duda la
más alta que se recuerda desde el Tratado de Versalles, que puso las cargas
sobre Alemania como potencia derrotada en la I Guerra Mundial.
Ese pago que ahora pide Castro es para
compensar el que se le exige a él por los robos y atropellos que ha perpetrado,
con lo cual, en el más optimista de los casos, serían los contribuyentes
americanos quienes terminarían pagando sus deudas.
Este es el mundo perfecto para Castro y
sus secuaces, y el más profundo abismo para quienes los sufren, tanto en Cuba
como en Venezuela.
Luis Marín
12-02-15
Etiquetas:
Luis Marín - John Kerry. Terrorismo
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