viernes, 6 de febrero de 2015
EL INCREÍBLE ENGAÑO DEL AUMENTO DE LA GASOLINA
EL
INCREÍBLE ENGAÑO DEL AUMENTO DE LA GASOLINA
o cómo hacer que
los venezolanos
se sientan culpables
por la crisis
Carlos Hermoso
El gobierno realiza grandes esfuerzos para
crear un sentido común acorde con su política antipopular. Con el anunciado
incremento del precio de la gasolina —al igual como lo hicieron durante el período
bipartidista y fueron coreados por los economistas de postín—, sacan la
propaganda que asegura que un vaso de agua es más caro que un litro de
gasolina. Le agregan, en esta oportunidad, la idea del costo de producción y el
resultante beneficio capitalista sin que les titile el ojo de su engañoso
“socialismo” de discurso. Se olvidan los propagandistas de la perorata que en
su oportunidad gritaron voz en cuello para justificar el no incremento del precio
de un bien que, por sentido común —de un carácter menos común, claro está—,
indica que algún beneficio directo debe recibir el venezolano de un recurso
propiedad del Estado, del suelo nacional en este caso. Además, en medio de una
crisis tan grave, tan calamitosa para la población venezolana, el incremento del
precio de la gasolina sería como echársela a un fogón.
Para este año, se calcula una
inflación de 200%. Una caída del producto interno bruto (PIB) de –7%. Esto es,
sufriremos una estanflación de las más profundas y jamás conocidas en
Venezuela. Así, el aumento de la gasolina conducirá a una caída brutal de la
capacidad de demanda social y con ello un mayor derrumbe del PIB.
No piensan los propagandistas que el
precio vigente de la gasolina es un subsidio directo para mantener un relativo
nivel de demanda, golpeado por la inflación y la especulación que ha creado el propio
gobierno. Trabajadores de la ciudad y el campo, desempleados, estudiantes, la
gente que vive de su trabajo, son venezolanos que reciben un subsidio sin cuya
existencia las cosas serían más duras aún. Su eliminación o disminución harían inevitablemente
más caro todo. El trasporte en general, de pasajeros y de carga, elevarían los
precios de servicios y productos.
Así como se subsidia a países
—verbigracia Petro-Caribe—, debemos exigir se mantenga el subsidio a los
venezolanos. La religión liberal que tanto cuestiona el subsidio olvida que
Estados Unidos destina miles de millones de dólares en subsidio para los productos
agrícolas salidos de su territorio. Todos los países, como algo obligante,
subsidian uno u otro rubro para mantener niveles de competitividad y protección
de sus mercados respecto de otros.
Además hay otro engaño: subir el
precio de la gasolina no permitirá disminuir la brecha fiscal de manera significativa.
Este desequilibrio —resultado de la política chavista que destruyó buena parte
del aparato productivo— debe atenderse con base en la elevación de la
producción, pero ello supone adelantar una nueva política económica. Elevar la
producción implica una nueva orientación de la política con el sector externo.
Mientras las importaciones gocen de las ventajas que le brinda el gobierno, la
producción nacional seguirá siendo menos competitiva. El incentivo a la producción
nacional debe basarse en créditos baratos, asistencia técnica, mercados amplios
con base en canales de comercio eficaces y control de calidad y producción. Pero
en eso no está interesado este gobierno.
Por otra parte, para frenar el
contrabando por la vía del precio, tendrían que elevar a más de 50 bolívares el
litro del combustible. Esta decisión conduciría a un empobrecimiento atroz de
la familia venezolana. Aparte del precio de la gasolina venezolana respecto del
que rige en Colombia, el contrabando es alimentado por las mafias orquestadas
en connivencia con miembros del ejército y la guardia nacional. No es este un
asunto solo de precios.
Estos argumentos para nada son tomados
en cuenta por el gobierno. Han retrasado la medida por el costo político que
representa su asunción. Más en un año electoral. Se trata de una exigencia de
los prestamistas chinos, rusos y demás naciones acreedoras. También buscan con
esta medida implantar un precedente que cree una cultura dócil frente a medidas
que a fin de cuentas se inscriben en la orientación general de mantener la
capacidad de crédito y de solvencia frente a los compromisos contraídos con
otros países. Por eso pretenden hacer sentir a los venezolanos culpables por
obtener la gasolina “tan barata”. Sobre todo, siembran de manera machacona el “sentido
común” de que la elevación del precio es impostergable.
Debemos preguntarnos ¿por qué en vez
de aumentar la gasolina no anulan los acuerdos de doble tributo con 36 países
de desarrollo industrial importante —entre los que destacan Estados Unidos,
China, Rusia y Brasil—, debido a los cuales el Estado venezolano deja de
percibir más de 20 mil millones de dólares anuales?
La gasolina es un derivado del
petróleo, propiedad del Estado. Los venezolanos formamos parte del Estado y debemos
recibir ventajas de esa condición. Quienes quebraron al país ahora quieren
descargar su peso en la gente. Que la
crisis la paguen quienes la causaron. No es mediante la elevación del
precio de la gasolina como se podrá superar esta catástrofe: solo un cambio de
gobierno hará posible una salida de la crisis de manera positiva para Venezuela
y su gente.
Carlos
Hermoso
Caracas 5 de
febrero de 2015
Etiquetas:
Carlos Hermoso - Precio de la gasolina,
Veenzuela 2015
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