lunes, 11 de mayo de 2015

DOLARIZACIÓN II




DOLARIZACIÓN II
Miguel Aponte


Desde Caracas.- Pregunte a los norteamericanos si “euroizarían” su economía o a los europeos si dolarizarían la suya o haga ambas preguntas a los japoneses, o al revés: si es que le entienden, ¿qué respuesta cree que obtendrá? Exacto: un rotundo no. Ahora pregúntese usted por qué. Respuesta: porque ningún país que se entienda a sí mismo como tal iba a renunciar a manejar la política monetaria, porque ella, junto con la política fiscal y otras, configura aquello con lo que se cuenta para realizar su “política económica”, brazo indispensable de sus políticas públicas; simplemente porque de eso se trata gobernar sus propios países. Esto debería bastar para disuadir a los “dolaristas” criollos.

Ahora bien, una mala política económica es causada por un gobierno pervertido y mediocre y, en nuestro caso, también por la imposición de un modelo fracasado; cuando, entre otras cosas, deviene en hiperinflación, destruye completamente el valor del dinero. Pero, ¿cómo creer que la dolarización resuelve esto? ¿Acaso la política económica se reduce a eso? ¿Y el modelo antidemocrático-populista-rentista-autoritario, se corrige así nomás? ¿Sí?

Quien crea que dolarizando elimina estos problemas, está “vendiendo el sofá”, se equivoca: sólo los transforma, nada más. Además, si piensa que este anclaje conducirá la economía automáticamente por el camino del equilibrio y el crecimiento, se equivoca otra vez. No hay relación funcional obligatoria entre estas variables. El equilibrio y el crecimiento no son resultados automáticos de causas “cosificadas” y ajenas a la sociedad. Si no se ha hecho bien, no es cerrando un ojo que se hará mejor, es con conocimientos, autocrítica seria y reflexión honesta: aprendiendo y comprendiendo. Progresar, desarrollarse, si es que caben estos términos, son resultado de visiones, actitudes y conductas complejas que la economía usa, pero que la trascienden, incluida la ética. La economía aquí es resultado y no causa.

Ahora, suponga usted que se decide, a pesar de todo, dolarizar a Venezuela. ¿Podrá hacerse mañana? Nuevo error, porque ¿a qué tipo de cambio se hará? ¿A 6,30 o a 275? Si lo hace al primero sobrevaluará la economía, si al segundo, la subvalúa: en ambos casos espantará los mercados porque no será creíble; y se irán, claro, luego de saquear los pocos dólares que quedan. ¿Y si se promedia? Igual, porque la medida sola no será nada si no se hace anticipar y, posteriormente, acompañar con otras que, en definitiva, son las que importan, ¿no es así? ¿Y cuáles? ¡Las mismas que hay que adoptar sin necesidad de dolarizar la economía! Entonces, aquello que habrá salvado la economía será el haber hecho responsablemente las cosas que había que hacer y jamás este nuevo acto de magia con el que se confunde aún más a un país ya bastante confundido.

Miguel Aponte
10 de mayo del 2015


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