domingo, 21 de febrero de 2016
DÉCADAS PERDIDAS
DÉCADAS PERDIDAS
Miguel Aponte
Desde los
años 80 se reconocía que el país perdería esa década y hubo quien advertía ya
lo peor: perderíamos la siguiente, los 90, como también ocurrió. Hoy todos
constatamos que lo peor siempre puede empeorar porque igual pasó con la primera
década y más del siglo XXI: tres de cada cuatro venezolanos son pobres y, con
este régimen, el que resta va a serlo; y, adviértase, eso luego de romper todos
los récords históricos de ingreso petrolero.
¿Hará falta
más para probar que el fondo del problema no es económico? Pero no busque
culpables afuera ni en el fatalismo: eso déjelo a los fracasados. Seamos
capaces de cuestionar y buscar el origen de tales resultados en nuestras
instituciones, pues solo así hallaremos soluciones.
En economía
se ve claro cómo el imaginario precede y condiciona todo. Veremos
cómo, en el fondo y en la forma, en realidad, en más de 30 años no hubo
diferencias más allá del discurso y el empaque. Mire hacia atrás y verá que la
economía proyectó el mismo imaginario fracasado con mucha más responsabilidad
imputable al liderazgo que a la ciudadanía.
¿Por dónde
entonces empezar la rehabilitación democrática? Primero, que los políticos
dejen de “elaborar programas para ganar elecciones”, comiencen a pensar
integralmente en el país y elaboren una visión que dé lugar a un proyecto que
valga la pena: ¿Qué Venezuela queremos ser? ¿Cuál es el venezolano de hoy y
cuál el ciudadano que será?
La
fotografía aspiracional no es la “etiqueta” de hoy y menos su proyección, sino
el estatuto de un ciudadano democrático autónomo; entonces, ¿qué es un
individuo autónomo? ¿Cómo debe ser una democracia que lo promueva? Una sociedad
que permita emerger ciudadanos responsables y libres. No hablamos de ideologías
desgastadas, como son todas hoy.
Es una
reflexión que toca a todos realizar. Un buen comienzo es:
1) identificar
y denunciar las malformaciones del imaginario que fracasó. Las conocemos:
autoritarismo, caudillismo, populismo, estatismo, falsa democracia;
2) tratar al
país con espíritu adulto y no esconder la propia inseguridad tras falsos
argumentos;
3) no seguir
creyendo que nuevas constituciones nos salvarán.
El paradigma
viable es nuestra Constitución, lo fue la del 61 y lo es la del 99, si se
cumpliera y desarrollara;
4) activar
la acción política por la democracia y preguntarse ¿cómo alterar las
instituciones para que el poder no siga ajeno a la ciudad y termine secuestrado
por los de siempre? ¿Cómo llevar al ciudadano hasta el ejercicio de la política
y no seguir creyendo que esta es asunto de especialistas?;
5) convocar
al país al proyecto por una sociedad democrática, hablando con sinceridad de
sus costos y beneficios, sin escamotear la realidad o las dificultades.
El desafío
es, claro, una oportunidad única para la oposición democrática.
21 de
febrero 2016.
Etiquetas:
Democracia,
Miguel Aponte - Décadas perdidas,
Venezuela 2016
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