jueves, 11 de febrero de 2016
RODOLFO SANZ Y LA SALIDA...
RODOLFO SANZ Y LA SALIDA...
O EL AGENTE DE LOS
CUENTOS CHINOS
Carlos Hermoso
Todo
indica que el régimen de Maduro, fiel a la herencia de Chávez, busca escudarse, como
nunca antes, en un imperialismo para dar cuenta de las exigencias de otro. Busca entregar
aún más nuestras riquezas a cambio de obtener las “bondades” del imperialismo emergente
más importante de la historia moderna. Entrega la muy mentada y menguada soberanía
a cambio de algunos recursos para preservarse en el poder.
Es por
ello que somos de la idea de que la propuesta titulada “Contribución
para el salto económico”, presentada
por Rodolfo Sanz el 11 de enero de 2016, días antes de ser designado como
integrante de la Comisión Presidencial
para la Economía Productiva, le brinda protagonismo en la perspectiva dominante. Luce
coherente en relación con las ideas del vicepresidente Luis Salas de
las que dimos cuenta en su oportunidad.
También
resultan coherentes en relación con lo esencial de la política económica imperante
en Venezuela desde 1989 a la fecha. Aunque en esta última etapa el protagonismo
chino entra en escena de manera tan amplia que logra desplazar la importancia que
para aquel entonces tenían los estadounidenses y el FMI.
Resalta,
en primer lugar, la idea posmoderna de Sanz en el sentido de que el asunto no es resolver
los grandes problemas nacionales. Apenas deben producir una percepción en la gente.
Afirma el alcalde que: “Debemos efectuar algunos movimientos que puedan
producir la siguiente percepción: A) Que el Gobierno Bolivariano está dispuesto
a preservar las conquistas sociales de estos 16 años de Revolución. Vale decir
el estado de bienestar bolivariano”. Aparte de otras percepciones que debe crear
el gobierno, no plantea cambios, políticas, sino movimientos.
Además, plantea
el alcalde y exministro de Industrias Básicas mentiras
propias del chavismo en esta etapa, tales como la tan mentada guerra económica,
que busca esconder la responsabilidad gubernamental en la catástrofe nacional. En
tal sentido una de las percepciones que deben crear es que pueden derrotar ese
fantasma mientras siembran esperanzas.
Lo más importante del escrito se resume en la propuesta
de la incorporación de Venezuela en el Brics
y su banco para solicitar créditos y financiamiento para proyectos mineros. Entregaríamos a los Brics —a China obviamente—,
y en menor medida al resto de socios, riquezas mineras para ser explotadas con capitales
provenientes de ese bloque que se disputa la hegemonía planetaria. Lo que se expresaría
en la “Industrialización minera con inversión privada extranjera y nacional
para aprovechar todas las reservas de minerales: oro;
diamante; carbón; coltan; granito; caolín, entre otros”.
Otra propuesta de Sanz es la de salirnos de la Opep mientras
propiciamos una nueva organización. Así,
— Anunciar la creación de la Organización de países
con las Mayores Reservas de Petróleo del Planeta, Rusia, y otras naciones.
— Revisar nuestra permanencia en la OPEP. Calcular el
efecto de un anuncio como este, para la recuperación de los precios del crudo.
Propuesta que, articulada con la anterior, metería a Venezuela dentro del bloque chino-ruso.
Formaríamos
parte, de manera más clara, de la cadena imperialista que gira en torno de quienes
buscan, como bloque y como potencia, en el caso chino y ruso, convertirse en hegemón planetario.
La tercera idea importante que nos presenta el autor es
la del impulso de las Zonas Económicas Especiales. Uno de los decretos con rango, valor y fuerza
de ley
dictado por el presidente Maduro de inspiración china. Se remonta
esta fórmula a la década de los 80 en Shanghai. A decir de Clodovaldo Hernández:
Las
zonas especiales son regiones en las que no se aplican las leyes laborales,
tributarias ni ambientales vigentes a escala nacional. Pisando el terreno de la
provocación, puede decirse que no se aplica ninguna ley, ni siquiera la
Constitución. Son paraísos capitalistas sin sindicatos, sin impuestos y sin
restricciones para contaminar el aire, el suelo, las aguas y, por tanto, a la
gente. ¿Exageraciones? ¿Cuentos chinos? Quien así lo crea que lea
cuidadosamente la ley y que escudriñe en internet
sobre estos enclaves en el gigante asiático. Después hablamos…
El objetivo, atraer capitales a punta de entreguismo y de condiciones para la sobreexplotación cuya diferencia con la que se practicó en la llamada IV
República es la retórica que la respalda. Solo que el
capital —chino,
europeo o estadounidense— se asienta con base en las mismas leyes de la economía
burguesa, principalmente la búsqueda de la máxima ganancia, aunque vengan revestidos
de una u otra retórica.
La cuarta idea que nos brinda el alcalde es la referente
a la monetarización (sic), monetización más bien, de una parte de las reservas
de petróleo. En dos partes del escrito alude esta tesis. La monetización solo sirve para subastar nuestras riquezas. Es otra manera
de comprometer el futuro. A cambio de la entrega de riquezas se recibe financiamiento.
A estas alturas, nadie puede pensar que una potencia imperialista esté dispuesta
a sacrificar un ápice a cambio de nada. La economía burguesa en condiciones del
imperialismo es aún más rapaz.
Cabe aquella expresión del Che Guevara
según la cual: “No se
puede confiar en el imperialismo ni un tantito así, nada!”. China es una
nación imperialista que pugna por hacerse de la hegemonía mundial, cuenta con aliados
importantes como Rusia e India y se disputa mercados y materias primas bajo la égida
del las leyes del capital. No confiar en EEUU pero sí en una supuesta ayuda China es, para no sonar groseros, una ingenuidad.
China, dada su condición imperialista tan igual como la de aquél, merece la sentencia
del Che.
Para esconder la naturaleza de clase de la propuesta, mientras
brinda clara evidencia de la incomprensión del problema en términos marxistas, remata
el autor este escrito con dos citas del gran revolucionario y teórico del proletariado
Federico Engels,
referidas a la oferta y la demanda y la determinación del precio en torno del valor.
Ciertamente la acción de las leyes del capitalismo, como las que se cumplen en cualquier
expresión de la materia, resultan inexorables.
Pretender determinar los precios con controles, a la postre,
conduce a su fracaso, si ello no es acompañado de una política que reduzca el tiempo
de trabajo socialmente necesario para la producción de bienes, mientras se protege
el mercado frente a la importación. De allí la afirmación de Engels.
Pero, en el caso que nos ocupa: Venezuela, se ha buscado frenar la acción de la ley del
valor, la determinación de las oscilaciones del precio en torno de él, no por utopismo,
sino como mecanismos que permiten brindarle
más espacios al producto importado que desplaza al nativo, para solo centrarnos
en el principal aspecto que determina esta orientación. A su vez, el gran negocio
de la mafia chavista ubicó el mejor nicho para hacerse de superganancias en la importación
a dólar preferencial. Circunstancia que termina por quebrar buena parte de
la producción venezolana.
Sumemos que la producción interna demanda de bienes importados
para su funcionamiento, resultado de la dependencia económica del país, afianzada en los últimos tres lustros. Una política que, en general,
ha profundizado el papel de Venezuela en la división internacional del trabajo.
Por lo que las citas de Engels, válidas
y vigentes en abstracto, así como el comentario referido a la ingenuidad utopista, no caben en nuestro
caso. Parece buscar el autor legitimar mediante la teoría marxista una mayor liberación
de precios que se avecina, sin tomar en cuenta que el tiempo de trabajo socialmente
necesario de la producción nativa, en general, se ha ido incrementando.
Hemos perdido competitividad, producimos caro y malo. Salvo
el grupo Polar y alguna que otra empresa vinculada a la oligarquía financiera, receptoras
de las bondades chavistas, en general, esa es la realidad de la industria venezolana:
ha rezagado su composición técnica y orgánica de capitales frente al resto de buena
parte de los países del mundo.
No estamos frente a ingenuos, estamos frente a estafadores
que para nada les interesa la acción del mercado y su determinación en las oscilaciones
del precio en torno del valor, y menos aún las repercusiones que tiene en las inversiones
productivas y su incidencia en el valor de las mercancías. En los desarrollos desiguales
de las ramas de la producción. Lo que les interesa a quienes han usufructuado de esta política es la ganancia pura y simple y casi sin
riesgos. Para nada les interesa el interés nacional y mucho menos del pueblo.
Es por ello que muchos dueños de medios de producción se
convirtieron en importadores aliados al gobierno o de sus agentes. No desplazaron
sus capitales a la producción en otra rama más gananciosa. Se metieron
en el mercado especulativo que brinda la política chavista. Importan a 6,30 y venden a precios
de mercado, teniendo superganancias. Ese es el problema.
Aunque una realidad que si algo levanta en los venezolanos
es la rabia por el drama que sufre, pretender atenderla con la misma política, aunque
más claramente definida, resulta una aventura. Esa parece ser la intención del régimen
y sus nuevos aliados. No ven otra opción. Para muestras este escrito de Rodolfo
Sanz.
Desde nuestra perspectiva, que una y otra vez nos ha permitido
dar cuenta de la naturaleza de la política y las perspectivas que dibuja, nuevamente
debemos hacer buena la vigencia del marxismo-leninismo
para desenmascarar ambas cuestiones. Ubicamos que las nuevas perspectivas políticas
y económicas que brinda la retorcida estrategia chavista harán más aguda la confrontación
entre el pueblo venezolano y quienes se han beneficiado de este régimen, así como
la lucha contra el imperialismo en general, destacando el que se producirá contra
el imperialismo chino en particular.
Carlos Hermoso
Caracas, 16 enero / 10 de febrero
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