martes, 21 de mayo de 2013

PABLO BRITO ALTAMIRA - EL INDISCRETO DESENCANTO DE LA BOLIBURGUESÍA





Todos se quedaron allí, con la boca abierta, pero no fue por la sorpresa sino por la decepción.


Se había creado una intriga digna de mejor desenlace, porque la ‘revelación’  del ‘nuevo Montesinos’,  ni se podía comparar en trascendencia  a los famosos vladivideos del delincuente político peruano, ni destapaba ninguna olla que no hubiera sido ventilada ya en la opinión pública de todas las maneras posibles.

Nada que no se supiera y nada que fuera a cambiar el destino del país de manera dramática y repentina, como ocurrió en Perú.

Días después del hecho, los protagonistas permanecían allí tan orondos como siempre, a pesar de que el tal Silva -con quien se quiso comparar a Montesinos- publicara una declaración en la que se ponía  a la orden de la justica bolivariana, en la que según él , confiaba ciegamente.

¿Qué fue lo que pasó?  ¿Qué clase de escándalo era éste y – sobre todo- qué propósito escondía?

Hace ya mucho que se viene hablando de la política como espectáculo y del papel que juegan los dramas mediáticos en el juego de poderes y en la manipulación de la opinión pública, pero las recientes producciones cubazuelanas han inaugurado modalidades realmente innovadoras en este subgénero de las artes circenses, que es una manera inédita de poner la cómica, como diríamos en criollo.

Tal vez sea porque los aspirantes al Oscar en la categoría de efectos especiales son los chicos del G2: todo el mundo sabe que se trata de una tecnología desplazada hace tiempo por el G3, el G4 y hasta el  G5, según se piense en software, videojuegos o grupos de países emergentes.

La culpa de esta brecha la tiene, naturalmente, el bloqueo injusto con el que el imperio mantiene a Cuba en situación de inanición permanente, que sin duda afecta la creatividad y la imaginación en un país que, por si eso fuera poco, está  gobernado por momias del precámbrico.

Lo que resulta sorprendente en grado extremo es que dichos esperpentos televisivos (o tal vez sea mejor decir teleauditivos) logren poner en vilo a un país experimentado y mundialmente aplaudido  en la noble industria de la telenovela, a la que aportaron su talento autores de la talla de Delia Fiallo (cubana pero exiliada a tiempo )  Julio César Mármol , Ibsen Martínez, o Leonardo Padrón, para no mencionar al inefable  José Ignacio Cabrujas.

En materia de interpretación, no tenemos elementos suficientes para calificar las actuaciones de los protagonistas, porque las condiciones de grabación fueron aparentemente precarias, no se sabe si por el mencionado atraso o como resultado de una audaz  licencia artística del director, que quiso – tal vez- llegar a un sincretismo entre la técnica  wikileaks y el estilo Tarantino.

El actor principal hace un papel más bien monótono y repetitivo, con poco énfasis en los párrafos destacados. A pesar de nombrar 41 veces a Diosdado Cabello, su contrafigura ausente, no logra arrancar de la audiencia ni gritos ni susurros que valgan la pena. En el papel secundario, un debutante con nombre de mosquetero ejecuta su rol con evidente inspiración minimalista, escueta y sobria.

Pero el momento de clímax – a pesar de la campaña de intriga a través de las redes sociales, con  24 horas de tensión creciente- no llega nunca, y la cinta concluye con mucha pena (ajena) y sin ninguna gloria.

Si se trata del piloto de una serie que quieren lanzar, no podemos augurarle demasiado éxito. En términos de dramaturgia, la trama es demasiado predecible. En capítulos siguientes se intentará convertir las confesiones del supuesto Montesinos en acusaciones puras y duras, pero sin éxito. Los rumores sobre rumores con más rumores encima servirán, como ya ocurrió en el caso del unitario de Aponte Aponte ( poca originalidad la de los creativos al bautizar a sus personajes) para desviar la atención sobre hechos de gravedad mayor  y (esperemos que no) para impulsar a la audiencia a concurrir masivamente a nuevas elecciones en fecha próxima, con el argumento de que el adversario colapsa de puro corrupto y que no hay manera de que no pierda en las urnas, a pesar de que TODOS saben que el FRAUDE ELECTRÓNICO es una realidad tan indiscutible como la inflación o la criminalidad.

En otra versión, las acusaciones reveladas – supuestamente sin querer-  por el presentador de televisión – que se entrevista con un espía pero no imagina ni por un momento que lo puedan estar grabando-  servirían como justificación para una jugada política en contra de alguno de los miembros del alto gobierno citados durante el largo monólogo.

Se pretende que esta primicia cambie de manera radical las matrices de opinión consolidadas acerca de un régimen corrupto, dependiente de Cuba, con evidentes e inevitables  rivalidades de poder  y que haga que los venezolanos se convenzan de lo que ya sabían para que, de ese modo, todo cambie sin que cambie nada en absoluto.

Es la triste y bunuelesca irrealidad de la dirigencia decadente de un país al que le impiden entrar al siglo 21 con la excusa de una reivindicación social y la amenaza de una confrontación sangrienta en la que ya vive desde hace 15 años.

Pablo Brito Altamira
@Xlaconciencia

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