domingo, 26 de mayo de 2013

HUMBERTO GARCÍA LARRALDE - LA CLOACA DE MARIO SILVA Y LA ECONOMÍA




La cloaca que empieza a destaparse con la grabación del agente cubano, Mario Silva, dada a conocer recientemente, pone de relieve la descomposición moral que se ha enseñoreado en el país por medio de la destrucción de las instituciones del Estado de Derecho bajo el “Socialismo del Siglo XXI”. Entre otras cosas, expresa de manera prístina el régimen de expoliación en que ha devenido el proyecto oficialista en lo económico, según el cual el disfrute de la riqueza social lo determinan las relaciones de fuerza cristalizadas en una jerarquía de mando conformada en torno a un poder político autocrático, y no las transacciones de mercado bajo normas legales.

Quienes lograron cobijarse bajo el manto protector del difunto con base en muestras vergonzantes de sumisión y/o sobresaliendo en sus capacidades para atropellar los derechos de los demás –recuerden aquello de, “PdVSA es roja, rojita y vamos a sacar a carajazos a quienes no estén de acuerdo”, tan aplaudido por Chávez- hoy disfrutan de posiciones de riqueza y poder inusitados. Es lo que denuncia Silva en las figuras de Diosdado Cabello, José Vicente Rangel y figuras del alto mando militar, olvidándose de mencionar a Rafael Ramírez, Aristóbulo, Jorge Rodríguez y muchos otros, por estar de “su” lado de tan noble revolución justiciera –sin mencionar a los ancianos patriarcas Castro, a quienes sirve tan denodadamente.

Pero quien destapa la cloaca es porque también vive de ella: la confesión del poder que maneja el propio Silva en la forma de recursos –guardaespaldas, fusiles, equipos-, influencias y acceso directo a la oreja de Fidel Castro y del difunto que lo protegía, es simplemente insólita para quien se suponía “solo” conducía un programa de televisión.

Este régimen de expoliación implantado se ceba en la enorme renta petrolera captada durante estos catorce años de gobierno (¿?) por el Estado venezolano. Ésta toma la forma de una ganancia extraordinaria más allá del beneficio “normal” que resulta de negocios efectuados bajo condiciones de competencia. La magnitud de esta ganancia extraordinaria se percibe en la brecha entre el costo de producción de un barril de crudo en Venezuela, incluyendo un beneficio “normal” –en torno a $15-, y el precio a que es vendido en los mercados mundiales ($103 el año pasado). Cálculos propios sitúan en unos $450 millardos la renta captada en los mercados internacionales entre 1999 y 2012 (ambos inclusive).

Desde luego, la legitimación de la presente claque en el poder obligó a incluir a vastos contingentes de seguidores en el usufructo de esta renta a través de su reparto por mecanismos clientelares como las misiones, cobijado en una retórica justiciera y patriotera que hizo creer que les correspondía por derecho de “venezolanos auténticos”, o sea, “Bolivarianos”. La participación de los integrantes de la sociedad en el régimen de expoliación implica transacciones de naturaleza política mediante las cuales se trueca obsecuencia y lealtad a quienes detentan el poder, por el derecho a apoderarse de una porción de la riqueza. Pero esta depredación no se detiene en la apropiación de la renta; toda riqueza labrada a través del esfuerzo sostenido, del emprendimiento, del mérito y de la aplicación del talento, es expresión de privilegios “inaceptables” para los que manipulan el imaginario chavista desde el poder.

El envoltorio “revolucionario” con que se encubre la expoliación de la riqueza social, llevó, por ende, al acorralamiento, expropiación y despojo del sector productivo privado. El mercado como mecanismo autónomo para la asignación de recursos y para determinar la remuneración de los agentes productivos, con su sistema de precios que empalma las presiones de demanda con las posibilidades de oferta, fue arrinconado con toda suerte de controles y regulaciones arbitrarias, dando paso a incentivos perversos por usufructuar dineros a través de favoritismos políticos y toda suerte de entresijos irregulares aprovechados por los poderosos y sus acólitos.

Como resultado, tenemos la actual crisis económica: la inflación más alta del hemisferio, una brecha fiscal insostenible, deterioro de la capacidad productiva local, escasez extendida de productos básicos y de las divisas para importarlos, agotamiento de las reservas internacionales, envilecimiento acelerado del tipo de cambio, devaluaciones sucesivas y una mengua insoportable de los salarios.

El fervor retórico con que pretendió consolidarse el régimen de expoliación oficialista hace aguas. La vana ilusión de que el portentoso ingreso petrolero consentía todo tipo de desmanes a la economía local en aras de mantener la ficción “socialista”, ha mostrado ser insostenible. De ahí el tímido acercamiento del Presidente-mientras-tanto a sobrevivientes del sector productivo nacional, en busca de respiro. Pero no se trata de ponerle “curitas” al desabastecimiento con un “cese de fuego” al sector privado.

Lo que consume la economía es, en realidad, el cáncer del régimen de expoliación que se ha enseñoreado en Venezuela. Los acusados por Silva de enriquecerse groseramente por medio del tráfico de influencias, chantajes y otros procedimientos ilegales, constituyen apenas la punta del iceberg de un entramado de complicidades que, envalentonadas por la destrucción de las instituciones del Estado de Derecho, han instaurado una dinámica perversa capaz de desaparecer enormes sumas en cuentas privadas y/o negocios turbios.

Los ‘vampiros’ de que habla Silva no se limitan a sus enemigos en VTV. Parece que los hilos que controlan su depredación se los disputan los Castro y sus socios comunistoides venezolanos, por un lado, con grupos locales articulados en torno a sectores militares, por el otro. La doble condición de Chávez, de militar y discípulo de Fidel, permitió una frágil tregua entre ambos, mientras lo permitía una renta petrolera en aumento. Con su desaparición y la asombrosa dilapidación de estos recursos, tenía que destaparse la olla podrida. Son demasiados los intereses en juego, ahora en peligro, y los reales parece que ya no alcanzan para todos. ¿Hasta cuando podrá aguantar Venezuela este desangramiento?

Humberto García Larralde
Economista, profesor de la UCV

NOTA: Para aquellos interesados, pueden encontrar en mi discurso de incorporación a la Academia Nacional de Ciencias Económicas, “La economía política del Socialismo del Siglo XXI”, la naturaleza del régimen de expoliación comentado. Dirección: www.ance.org.ve.

1 comentario:

Mario Cloaca Silva Tropa dijo...

se revelan las mascaras de los , individuos implicado en el caso , solo nos toca esperar