domingo, 7 de diciembre de 2014
INDIGNACIÓN NACIONAL
INDIGNACIÓN NACIONAL
Absalón Méndez Cegarra
Un estado de indignación se ha apoderado de la población venezolana en
general. Ni siquiera los súbditos y
acólitos del gobierno se salvan de esta situación. Veníamos mal, muy mal; pero,
en menos de dos años nos fuimos al abismo en caída libre. Cada acción
gubernamental es un salto al vacío. Pareciera que Venezuela se mueve por inercia. Es una nave
en un mar tormentoso sin brújula, sin orientación alguna, sin motores, sin capitán, sin tripulación, que se mueve
por los vaivenes del viento.
Lo curioso es que todavía existen personas, por supuesto, afines a no se
sabe qué cosa, pues no hay nada ni nadie con quién identificarse, salvo el
recuerdo de un personaje que sentó las bases de la destrucción nacional, que
siguen hablando de inexistencia de crisis, de las posibilidades de recuperación
que tiene el país, de las posibilidades de cambio mediante la elección de una
nueva Asamblea Nacional y de las diferentes guerras que tenemos: de soberanía, con el imperialismo norteamericano; económica, con el capitalismo nacional e
internacional y la burguesía nacional; mediática, con los dueños de los medios
de comunicación social; con los contrabandistas, por la extracción de la
producción nacional; con las amas de casa, por el acaparamiento doméstico; con
la delincuencia, por la inseguridad ciudadana; con las policías, por la
violación de los derechos humanos.
En fin, tenemos guerras por todos lados y, ante tantas guerras, no se
sabe a cual atender o hacer frente primero y con cuál armamento. Lo grave y,
contradictorio, es que todas estas guerras son
ciertas, pero, han sido creadas por el propio gobierno y ahora está
atrapado y sin salida. En lenguaje coloquial, “dando patadas de ahogado”.
Al imperio norteamericano, lo sustituyó por uno de menor cuantía, el
cubano, el ruso, el chino. Y, además, vendió
el país a precios de ganga. El
capitalismo, lo sustituyó por un amasijo de cosas raras en las que vemos formas
pre-capitalistas, capitalistas y algo ininteligible que llaman socialismo
bolivariano y del siglo XXI. La burguesía nacional y la clase obrera, las
cambió por una nueva nomenclatura o
clase social en el poder, la
boliburguesía , y por una clase social parasitaria, la mendiga, legitimadora
del poder de la nomenclatura, que
rechaza el trabajo para vivir de los mendrugos de pan que deja la clase
superior en el poder, esta clase, incluye, por supuesto, los consejos
comunales, el desaguadero de recursos de más reciente creación, anteriormente,
este sitial lo ocupó las cooperativas y las empresas de economía social.
El gobierno se hizo dueño y señor
de todos los medios de comunicación social, pero, sigue hablando, de los
grandes medios en manos de la burguesía apátrida que ataca salvajemente a un
gobierno bueno y entrega la soberanía al imperio norteamericano. A los
contrabandistas, valga decir, el propio gobierno, los militares en el poder, se
les atribuye la destrucción de la economía nacional, la escasez y el
desabastecimiento y se les ataca de la boca para afuera.
A las amas de casa, igualmente, se les achaca el desabastecimiento,
pues, ellas, acumulan lo que no hay. A la delincuencia, que el gobierno aúpa
hasta más no poder y la dota de motocicletas y armas, atribuye la inseguridad
ciudadana y, en respuesta, reestructura los cuerpos policiales, penetrados por
delincuentes, para que salgan a la
calle,” cobren y se den el vuelto”, como ocurre con el tránsito vehicular,
tráfico de mercaderías dentro del territorio nacional, el comercio informal y
la venta de productos sometidos a regulación, todo ello bajo un supuesto marco
regulatorio que controla y evita la especulación y la usura. La innovación más
reciente es la Ley para la simplificación de trámites administrativos, es
decir, la ley para el entrabamiento, con su correspondiente pago oficial
de la “mordida”, que hace el funcionariado
público a cargo de las mil gestiones
necesarias de realizar con el Estado para cualquier cosa.
A este cuadro situacional del
país se suma la inflación, los bajos salarios, la pérdida del poder adquisitivo
de la moneda nacional que, por elemental
respeto al Libertador y su mínimo valor, de la moneda, por supuesto, debería
dejar de llamarse bolívar y asumir otra denominación, más acorde
con su
insignificancia. A título comparativo, en la hermana República de
Colombia, no se reciben bolívares como instrumento de pago. Esta semana, su
paridad con el peso colombiano es 14,5 pesos por un bolívar fuerte, es decir,
que el bolívar respecto al peso colombiano tiene, prácticamente, valor cero. El
salario mínimo en Colombia es de 616.000 pesos, equivalente a 42.482 bolívares
fuertes y a 279 dólares; y, el salario mínimo en Venezuela es de 70.890 pesos,
32 dólares. Esta es la Venezuela fronteriza. Sobran palabras para explicar lo que sucede en esa franja divisoria. Un millón de bolívares no alcanza en Colombia
para comprar un almuerzo en un lugar barato.
Bienes como el cemento, la cabilla, ladrillos, supuestamente regulados,
alcanzan, si se consiguen, precios astronómicos. Y, las fulanas medidas para
evitar la evasión de otros productos ha creado un modus operandi en el cuerpo militar que dice tener el honor
como divisa: sus miembros ingresan a los autobuses que cruzan la frontera,
piden la cédula de identidad a los
pasajeros y, junto con ella, debe ir una cierta cantidad de dinero, previamente
acordada, especie de salvoconducto, para permitir a personas humildes
transportar algunos artículos de consumo,
aprovechando las ventajas que da una moneda fuerte.
Con los peces gordos, que pasan camiones
cargados de gasolina y de
alimentos, la cosa es distinta. Pero, nada de esto pareciera llamar la
atención, no del gobierno, que sería mucho pedir y es su impulsor y
responsable, sino de esa cosa que dice llamarse oposición, representada en la
MUD, conformada por una serie de franquicias pomposamente denominadas
organizaciones políticas, a las que la
suerte del país no les interesa para nada, lo que sí les interesa es ocupar una
curul en la Asamblea Nacional para que el capataz que la dirige los humille,
les prohíba hablar y los expulse del recinto parlamentario. Suficientes razones
para la indignación nacional.
Absalón Méndez
07 de diciembre del
2012
Etiquetas:
Absalón Méndez,
Indignación Nacional,
Venezuela 2014
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2 comentarios:
Amigo Absalón, Ud., no dejó material por tratar más adelante; contundente como siempre ha sido. El respaldo a lo difundido es 100%; se le saluda.
RSY.
Mis cuentas son estas. El régimen tiene todos los poderes. La oposición es subalterna del mismo. La mayoría que no es de ellos no se organiza. Y por eso lo que nos queda es la indignación. ¿Hasta ahí llega usted amigo columnista? ¿Puede usted, señor Méndez, decirnos en qué traducir esa indignación?
Renato Pascual
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