domingo, 13 de diciembre de 2015
EL GRAN ELECTOR
EL GRAN ELECTOR
Luis Marín
La gravitación militar en la política
venezolana se debe remontar a los tiempos de la independencia y acompaña toda
la vida republicana hasta nuestros días; por lo que al buscar este trasfondo
bajo cualquier acontecimiento político relevante, siempre podrá encontrarse
algo, lo que no es necesariamente bueno ni malo, sino parte de la realidad con
la que tenemos que vivir.
Aunque ningún medio de comunicación en
Venezuela lo haya destacado, sin empañar el gran jolgorio civil posterior al 6D,
el diario ABC y otros medios internacionales han llenado ese vacío, revelando
las tensiones militares que habrían discurrido tras el reconocimiento oficial
de la derrota electoral del gobierno.
Parece que alguien manda más que Jorge
Rodríguez y Tibisay Lucena, que resultan heraldos de algún Deus
absconditus. Ese factor X que nadie nombra es el gran elector, el
factor militar. La cruda verdad es que en Venezuela primero se cuentan las
botas que los votos y aquellas son determinantes, lo que por obvio no requiere
demostración.
Esto no debería sorprender a nadie, con
solo recordar que el descalabro del 2002 comenzó con la negativa del general
Rosendo a aplicar el Plan Ávila, siguió con la lacónica declaración del general
Lucas Rincón y terminó con la intervención del general Baduel, mismo que
auspició la anterior derrota electoral del gobierno en el referéndum
aprobatorio de la reforma de la constitución en el 2007, que bien caro le ha
costado.
Lo nuevo en este episodio es que no hay
un rostro visible que asuma la responsabilidad de lo ocurrido, que algunos le atribuyen
gratuitamente al ministro de la defensa general Padrino López, con su
manifiesta incomodidad; pero lo cierto es que el régimen se ha vuelto más
hermético y hace imposible discernir quienes, cómo, cuándo, dónde y por qué se
pronunciaron.
Todos los analistas sin excepción ponen
el énfasis en que el pueblo se movilizó a votar contra el gobierno, algo que en
realidad ha venido haciendo consistentemente desde el 2004; pero ninguno
explica el cambio de conducta del administrador de los votos, el CNE, que podía
torcer los resultados, como era de esperarse, a menos que alguna fuerza lo
obligara a comportarse como lo hizo.
Esto no hace al CNE menos controlado
políticamente de lo que siempre ha sido, ni demuestra una supuesta división e
independencia de los poderes públicos que todo el mundo sabe que no existe;
pero sí pone de relieve que hay fuerzas capaces de cambiar la veleta en la
dirección de la corriente para que el barco no naufrague (o no del todo).
El problema de estos golpes de timón es
que someten al navío a grandes tensiones: unos no entienden el viraje, otros lo
entienden pero no lo comparten, estos siguen su mismo rumbo por inercia,
aquellos disciplinados cogen la línea haga lo que haga el timonel.
En teoría estos son virajes tácticos,
pero se conserva el objetivo estratégico; el supuesto es que luego se podrá
retomar el rumbo en las nuevas condiciones creadas por el cambio de situación.
Fue lo que hizo Chávez después del 11A de 2002 y diciembre de 2007.
Está por verse si con un timonel
invisible, que no quiere o no puede dar la cara, el barco de la revolución
podrá seguir su curso, si es que tiene alguno, cualquiera que éste sea.
EL CINISMO TRIUNFA DE
NUEVO
Los politólogos solían dividirse entre
cínicos y poetas. Los unos pretenden ver el mundo crudamente, atrapar la
realidad tal cual es, sin adornos, por eso también les gusta llamarse
“realistas”; los otros quieren soñar un mundo mejor, son cultores de la buena
fe y lo que más detestan es que se les tome por ingenuos.
Los cínicos aparentan tener un mejor
dominio del arte, en particular, de la política y la guerra, que para ellos
resumen el compendio de los asuntos humanos; mientras el mundo, la calle, se
encarga de defraudar a los poetas, de desbaratar sus vanas ilusiones.
Antes de que se despeje el humo de los
fuegos artificiales, los cantos y celebraciones, no más se sacan los numeritos
ya se ve quienes acapararon las fichas y quienes se quedaron con los bolsillos
vueltos de revés, quienes sacrificaron todo por nada y quienes no arriesgaron
nada pero se quedaron con todo.
Por ejemplo, los partidos políticos:
Primero Justicia, el relevo socialcristiano de COPEI y AD, abanderado de la
socialdemocracia con otros socialdemócratas detrás, sin duda ganaron.
Casualmente, los mismos que asistieron a Miraflores para apaciguar al país
luego del 12F de 2014. Esto ya prefigura un pacto no confesado pero funcional.
La MUD pasó su aplanadora, como en los
viejos tiempos, piloteada casi por los mismos de siempre; mientras otros que
les empujaron el carro con gran esfuerzo y sacrificio no tienen partido, ni
cargos y sus aspiraciones serán echadas al desván rápidamente.
Por no hablar de quienes perdieron sus
vidas, bienes, empleos, los aventados al exilio o se pudren en las mazmorras de
la dictadura; éstos tienen menos que celebrar y antes que los anteriores serán
olvidados, que hasta tiene algo de embarazoso estar hablando de muertos, presos
y exiliados en una cena de Navidad.
El hecho crudo y duro es que unos
seguirán comiendo langostas con champaña mientras otros son sumergidos en la
ignominia e incertidumbre; pero esto es lo que nos lleva al meollo de la cuestión
humana que encierra la disparidad esencial entre cínicos y poetas.
Los cínicos pueden ganar, pero hay algo
en ellos que molesta, por eso no pueden exhibirse como lo que son sino que más
bien suelen encubrir sus éxitos personales como si fueran “de todos”, victorias
del pueblo, es decir, de los sempiternos perdedores.
Si uno de estos días nos invaden los
chinos para cobrarse tanta deuda acumulada, gente como Julio Borges, Ramos
Allup, Timoteo Zambrano, emergerán formando parte del nuevo gobierno pro-chino.
Podrá preguntarse: carajo, ¿cómo hicieron? Y la única respuesta plausible
sería, sin que esto implique ninguna acusación: “Es parte de su naturaleza,
como del corcho es flotar”. No pueden evitarlo. Ellos son así. Otros, que no
sería largo pero sí lastimoso enumerar, serán torturados con torturas chinas,
aislados y silenciados, asesinados en la resistencia si es que no logran huir
al exilio.
Quizás en todo el mundo es así y siempre
haya sido así en la historia, tal vez no exista ninguna razón para pensar que
alguna sociedad humana esté o haya estado libre de esa suerte de aristocracia
británica, siempre ilustre, alerta, anticipada a la vanguardia, dueña y
merecedora de todo, mientras que los demás muerden el fango.
Esto ha dado pie a todas las
revoluciones que nunca han terminado en nada que no sea peor injusticia e
iniquidad, no exentas de mayor violencia y despotismo.
Si no se encuentra cura para este mal,
la próxima revolución que nos sorprenda (quien sabe si sea islámica) no dejará
cabezas para ninguna otra.
OLVIDO SELECTIVO
Quizás uno de los mayores perjuicios
causados por la fiesta democrática del 6D sea esa suerte de santificación
retrospectiva de todas las tropelías cometidas por el régimen en más de dos
décadas pasadas y en particular por el CNE en la mitad de ellas.
Vuelven a elevar el globo de la
democracia imperfecta, pero perfectible, alaban un sistema perverso, celebran
el triunfo de la institucionalidad ya rescatada, ocultan que en Venezuela hay
un régimen comunista totalitario, violatorio de Derechos Humanos, con bendición
no sólo de la oposición oficial sino de la Iglesia, el Departamento de Estado y
hasta Putin ha considerado oportuno llamar al entendimiento entre gobierno y
AN.
Se olvida que si el mecanismo es
fraudulento, tramposo y las elecciones son controladas por el régimen, entonces
lo siguen siendo en todo caso, incluso cuando deciden que lo más conveniente
para ellos es que “gane” la oposición oficial, lo que los eleva de cómplices a
coautores, beneficiarios de un régimen atroz.
Esto resulta casi grotesco en vista de
que fue anticipado por analistas que lo estiman parte de las negociaciones
celebradas en La Habana entre John Kerry y Raúl Castro. Aquel, argumentando a
favor de la expresión libre de los venezolanos; para éste, la cuestión sería
defenestrar a otro miembro del triunvirato que sucedió a Chávez, ya eliminado
Rafael Ramírez, dejando solo en el poder al delfín Maduro, garante de que siga
fluyendo el auxilio para su languideciente tiranía.
Pero nadie puede predecir la reacción
del triunviro ante semejante emboscada, lo que sí es seguro es que no se va a
quedar ahí, esperando a la DEA, junto a un número creciente de narco generales
que supuestamente engrosarían la lista de sancionados por el Departamento del
Tesoro de los EEUU.
Pero todo esto cae en el mundo de la
especulación, poco digerible para el público, extraña a la vida cotidiana que
es donde está el problema de la oposición oficial. Tal vez ofrecieron demasiado
y aunque no les importe no cumplir, tendrán que pagar un precio.
La mayoría de las ofertas electorales de
la oposición oficial ni siquiera son competencia de la AN, desde acabar con las
colas en los mercados, terminar con la escases de productos básicos, rescatar
el valor del salario, reducir la inflación, combatir el acoso del hampa, traer
de vuelta los capitales, hasta liberar a los presos políticos, retornar a los
exiliados y reconciliar al país. En este punto no hubiera sido exagerado
que ofrecieran revivir a los muertos.
Ciertamente, no parece que un período en
la AN alcance para tanta cosa y como se dice de los presidentes, ni que vivan
dos veces les alcanzaría para lograrlo. Por poner un ejemplo grueso que sí es
competencia de la AN, “decretar amnistías”. La amnistía se refiere a hechos, no
a personas y tendrían que dictar casi tantas leyes como de presos se trate, que
de algunos ni siquiera está claro qué hechos les imputan, cuando no resultan
ser rocambolescos y traídos por los cabellos (valga la expresión).
Aún sin instalarse la nueva AN, sin
nombrar una comisión para resolver esta cuadratura del círculo, ya tienen
planteado un conflicto constitucional para su promulgación. Lo mismo puede
esperarse de las demás leyes que elaboren sin consenso del oficialismo.
El país que ha sido apabullado bajo la
avalancha de celebraciones por el 6D reaparecerá como la resaca después de la
juerga, diciendo: “Seguimos aquí y sin nada que celebrar”.
Esta es una gran oportunidad para la
oposición auténtica, para la Resistencia.
13 de diciembre del 2015
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Luis Marin - El gran elector,
Militarismo
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