domingo, 25 de abril de 2010

OSWALDO ÁLVAREZ PAZ - REVELADORA CONMEMORACIÓN

detenido el 22 de marzo del 2010


Las circunstancias, los discursos, los invitados especiales como países y personalidades, el disfraz de general cubano exhibido permanentemente por el Presidente, la ausencia de países bolivarianos como Colombia, Perú y Panamá, así como el glorioso cierre que les dio el presidente de Cuba, Raúl Castro, al afirmar que “somos la misma cosa”, ahorra diagnósticos y explicaciones adicionales a lo que está a la vista.

El proceso de destrucción de la República democrática, federal, plural y alternativa, avanza sin que exista ninguna posibilidad de rectificación o de parálisis en la ejecución del proyecto castro-chavista. Al menos mientras el actual régimen exista. Este régimen no puede, ni quiere, afrontar los problemas del país.

En definitiva está convertido en el problema mayor que los venezolanos tenemos que resolver en el menor tiempo posible. A estas alturas no son legítimas, ni permisibles, complacencias o vacilaciones en la lucha para alcanzar ese objetivo. Siempre serán sospechosas de complicidad, aunque sean pasivas o actitudes simplemente complacientes.

El régimen le declaró la guerra a la decencia, al orden constitucional, al principio de la legalidad en su obsesión totalitaria y comunistoide. Liquida la vigencia plena de la democracia y la vida en libertad y, con ellas, el futuro de nuestros hijos y nietos desde este tormentoso presente. El régimen necesita controlar un país de miserables empobrecidos que dependan del estado hasta para comerse un bollo de pan o tomarse un vaso de leche.

Se trata de una verdadera guerra. En esos términos se presenta el reto jaquetón del alto gobierno. Tenemos que enfrentar la situación actual con ánimo de superación definitiva. La única guerra imposible de ganar es la que no se libra, o la que se libra con instrumentos impropios, sin objetivos claros o estrategias equivocadas.

Cada uno tiene que defender lo suyo y todos juntos defender lo nuestro. La patria, la democracia y la libertad, los valores y principios en los que fuimos formados, la seguridad de nuestras familias y sus bienes. Todo cuanto los bárbaros más caros de la historia amenazan.

Se trata de una lucha verdaderamente libertadora. Trasciende cualquier cálculo en base a intereses personales o de grupo. Miremos al futuro con grandeza, sin olvidar el presente.

oalvarezpaz@gmail.com
Lunes, 26 de abril de 2010


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