martes, 31 de agosto de 2010

ROMÁN JOSÉ SANDÍA - FRANKLIN BRITO: PERSEGUIDO Y ASESINADO POR LA DICTADURA CHAVISTA


La muerte de Franklin Brito no tiene otro responsable que Hugo Chávez y su política exterminadora de los Derechos Humanos. Si Chávez se digna hablar del hecho (a lo mejor no lo hace por ser un tema no conveniente), podrá decir lo que quiera. Pero lo cierto es que murió un ciudadano al que no le quedó otra vía que protestar con su vida. Su huelga de hambre, su secuestro (todos somos testigos de ello) en el Hospital Militar y su deceso quedarán para la historia como muestra de cuánto le interesan al gobierno chavista las razones de quienes han sido sus perseguidos y atropellados, incluyendo caídos en manifestaciones, presos y exiliados.


Ante la tragedia de Brito, todos los poderes públicos miraron hacia otro lado. Chávez no les ordenó que actuaran. Ni el Tribunal Supremo de Justicia, tan diligente para darle la razón al jefe en cuanta causa le afecta a éste, intervino. Ni la Fiscal, ni la Defensora del Pueblo defendieron los derechos del ciudadano avasallado. Y, por supuesto, tampoco las focas de la Asamblea Nacional consideraron discutir el asunto.


Orlando Zapata Tamayo fue el disidente cubano que al menos logró con su muerte que la dictadura de los Castro liberara a algunos presos políticos. La muerte de Franklin Brito [debería, por lo menos,] inducir a la duda a algunos funcionarios, sobre la pertinencia moral de mantenerse en sus altos cargos. También debería ser una señal para quienes todavía practican la aquiescencia con la represión y la arbitrariedad del chavismo en el poder. Sobre todo para los intelectuales que desde el silencio o con el disfrute de prebendas, créditos y ediciones continúan apoyando al sectarismo militarista.


En su convalecencia en el Hospital Militar, Franklin Brito no mereció ni siquiera una visita de los ministros desocupados que aplauden cada domingo. Fue recluido allí en contra de su voluntad y para mantenerlo lejos de la prensa, creyendo que así se ocultaba su tragedia. En todo el manejo gubernamental del caso hubo siempre un plus de crueldad ¿Por qué Chávez, tan dado a los gestos demagógicos, no dio marcha atrás y ordenó que fuese reconsiderado el zarpazo?



Brito fue sólo objeto de intrigas y trampas para hacerlo quedar mal ante la opinión pública. Pero no lo lograron. Su muerte es un grito de dignidad frente al abuso del poder. No fue asesinado por las balas que matan miles y miles de venezolanos cada año, sino por la arbitrariedad que lo despojó de su pequeña parcela y por la prepotencia que no admite revisión de sus atropellos, ni se conduele de la protesta más extrema.

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