domingo, 20 de septiembre de 2009

FELIPE BRICEÑO - ¡CLAUSURADO EL LIMBO, LA VERGA Y P'AL CARAJO!

Francisco de Quevedo


¡Clausurado el limbo, la verga y p’al carajo! Qué nadie se ofusque, ni los timoratos de la política , ni los puristas del lenguaje y tampoco que nadie piense que la coprolalia del malandro de Sabaneta ha contaminado todos los tinteros del planeta. El linguista Ángel Rosenblat dejó sentada magistralmente la influencia que la terrible travesía del proceloso mar tuvo en el desarrollo del castellano en Venezuela.

Vestigio, entre muchos, de ese vertiginoso viaje es todavía la expresión «Echarse los palos» que se usa como sinónimo o invitación para beber aguardiente. Los pobres viajeros, la mayoría procedentes de tierras adentro de la península ibérica, en las primeras evoluciones de la embarcación ya estaban mareados y no tenían otra salvación que agarrarse de los palos, echarse a los palos, asirse a la verga mayor, para no irse, durante el primer vómito, de cabeza a las profundidades del traicionero monstruo que los esperaba con sus fauces abiertas.

El carajo era la cesta que colocada en lo alto de la verga servía para que un marinero experimentado y con tripas de calidad montara la guardia y avizorara con mayor precisión el horizonte. En esa altura los bamboleos se redoblaban y la borrachera era segura, incluso para avezados marineros. Una órden o una invitación para subir a esas alturas nada halagueñas «del carajo» era frecuentemente sinónimo de castigo y era asumida con desgano en el mejor de los casos, o con rechazo violento en el peor.

Verga, aparte de su acepción naval, también, según el María Moliner, es «el pene del hombre o de las reses» y una vez «seco y retorcido» -el del toro- se convierte en instrumento de castigo, en látigo, para asestar vergazos al hijo desobediente o delincuente y a los criminales de cualquier ralea. Utilizando la palabra verga lo recomienda la Sagrada Escritura en el libro de los Proverbios (XXIX, 19 - XXIII,14 y XIII,15). San Agustín, cuya vida y obra se desarrollan en las postrimerías del Bajo Imperio, primer estado totalitario de tipo moderno, se inspira en estos versículos de la Biblia para escribirle a Bonifacio, Tribuno y luego Conde de África respecto a la conducta que se debía tener con los Donatistas, banda de energúmenos que aterrorizaba el país mediante pillajes, asesinatos e incendios y que habían sido sordos a toda persuación evangélica de dulzura y amor.


¡CLAUSURADO EL LIMBO,
LA VERGA Y P'AL CARAJO!


Felipe Briceño

¡Clausurado el limbo, la verga y p’al carajo! Qué nadie se ofusque, ni los timoratos de la política , ni los puristas del lenguaje y tampoco que nadie piense que la coprolalia del malandro de Sabaneta ha contaminado todos los tinteros del planeta. El linguista Ángel Rosenblat dejó sentada magistralmente la influencia que la terrible travesía del proceloso mar tuvo en el desarrollo del castellano en Venezuela.

Vestigio, entre muchos, de ese vertiginoso viaje es todavía la expresión «Echarse los palos» que se usa como sinónimo o invitación para beber aguardiente. Los pobres viajeros, la mayoría procedentes de tierras adentro de la península ibérica, en las primeras evoluciones de la embarcación ya estaban mareados y no tenían otra salvación que agarrarse de los palos, echarse a los palos, asirse a la verga mayor, para no irse, durante el primer vómito, de cabeza a las profundidades del traicionero monstruo que los esperaba con sus fauces abiertas.

El carajo era la cesta que colocada en lo alto de la verga servía para que un marinero experimentado y con tripas de calidad montara la guardia y avizorara con mayor precisión el horizonte. En esa altura los bamboleos se redoblaban y la borrachera era segura, incluso para avezados marineros. Una órden o una invitación para subir a esas alturas nada halagueñas «del carajo» era frecuentemente sinónimo de castigo y era asumida con desgano en el mejor de los casos, o con rechazo violento en el peor.

Verga, aparte de su acepción naval, también, según el María Moliner, es «el pene del hombre o de las reses» y una vez «seco y retorcido» -el del toro- se convierte en instrumento de castigo, en látigo, para asestar vergazos al hijo desobediente o delincuente y a los criminales de cualquier ralea. Utilizando la palabra verga lo recomienda la Sagrada Escritura en el libro de los Proverbios (XXIX, 19 - XXIII,14 y XIII,15). San Agustín, cuya vida y obra se desarrollan en las postrimerías del Bajo Imperio, primer estado totalitario de tipo moderno, se inspira en estos versículos de la Biblia para escribirle a Bonifacio, Tribuno y luego Conde de África respecto a la conducta que se debía tener con los Donatistas, banda de energúmenos que aterrorizaba el país mediante pillajes, asesinatos e incendios y que habían sido sordos a toda persuación evangélica de dulzura y amor.

Es verdad –dice el doctor de las Confesiones, de la Gracia, de la Reparación y de la Ciudad de Dios- que es mejor corregir mediante la caridad, pero cuando «el mal servidor, incluso comprendiendo perfectamente las palabras que se le dicen, no le da la gana de corregirse» hay que utilizar los «golpes» para enderezarlo. «Se utilizarán los vergajos, pero se salvará su alma de la muerte».

Si a algún espíritu moderno, timorato y gallináceo le dan sudores fríos estos propósitos del «Águila de Hipona» se le puede informar que el peso de la ley, el rigor de la verga, después del fracaso de la dialéctica democrática, dió al traste y mandó p’al carajo a los bandidos que asolaban a esas poblaciones. En última instancia no es un desplante, ni un exabrupto ante la barbarie de los tiempos que corren, traspolar la problemática y las soluciones agustinianas del siglo V a la Venezuela caótica del siglo XXI.

Entre las «poco felices» intervenciones del papa Benedicto XVI (Indelicadeza contra el Islam en la Universidad de Ratisbona, polémica sobre el preservativo en su viaje a África, supresión de la excomunión de los integristas-negacionistas del Holocausto, condecoración con la Órden Pio Nono al embajador de Chávez ante la Santa Sede) aparece una que ilumina, casi como un chiste, las sombras del conjunto: la abolición del limbo. El limbo era aquél lugar inventado por teólogos ociosos y perversos (para fregarle la vida a infinidad de madres) donde iban las almas de los niños que morían sin bautismo antes de tener uso de razón. Era un lugar donde ni fu ni fa, ni Dios ni el diablo, ni goce, ni dolor, ni-ni, ni-ni. Como allí habían esperado como zoquetes los santos y los profetas del Antiguo Testamento la llegada del Redentor, la Iglesia tendrá que encontrarles retrospectivamente nuevo albergue. En todo caso «estar en el limbo» significa, «estar distraido o atontado; no enterarse de las cosas que se dicen o se hacen».

En el limbo creíamos que estaban los políticos de la oposición y la disidencia venezolana cuando, a contra corriente del mayoritario sentir popular, siguen pregonando que el único camino para salir de la trampa en que cayó el país es la vía electoral. Vía electoral que ellos mismos nos han hecho transitar con nefastos resultados como la lista Tascón, la calificación de «mierda» por parte de Chávez del rechazo electoral a la enmienda constitucional en el 2007 y el desconocimiento de los alcaldes y gobernadores electos en noviembre 2008. Después de la vapuleada y bien gaseada marcha del mes de agosto de este año contra la ley cubano-marxista de educación, el maltrecho alcalde de Caracas dijo, después de felicitar la heroica resistencia de la multitud, que «ya tenían ganadas las elecciones legislativas de 2010 y las presidenciales de 2012».

Por la expulsión de Leopoldo López del partido Primero Justicia por no haberse llegado a un acuerdo en lo referente a la nominación de los candidatos a diputados para las elecciones legislativas venideras, supimos que estos angelitos no estaban en el limbo sino en mezquinas componendas que solo tienen como mira su egoísta bienestar personal. Del trio Te-Ro-Bo, de infausta memoria, ha surgido de nuevo como vocero de la oposición Julio Borges, olvidando los miembros de la «Mesa de la Unidad» que por él se perdieron muchas alcaldías y la gobernación del Estado Bolívar en las elecciones de noviembre 2008.

Sin reflexión alguna y liderizados por un arrepentido esbirro del Chavismo (Ismael García) salieron estos dirigentes, sin acordarse de las represalias que padecieron y aún padecen los ciudadanos que firmaron contra el régimen, a solicitar un abrogatorio contra la ley de Educación aprobada entre ratas y media noche el 14 de agosto próximo pasado. Estos ciudadanos, náufragos en su casi totalidad de los partidos Acción Democrática, Copey, el MAS, etc. por cuyos méritos tenemos a Chávez en Miraflores, saben perfectamente como se bate el cobre en Venezuela y más que en el Limbo están en el Infierno donde preparan sus engañifas y coartadas para no salir nunca de la pesadilla que vivimos.

En el limbo creíamos que estaban los médicos (por no nombrar los militares ni otros gremios del país) que silenciosamente contemplan la destrucción de los estudios universitarios de Medicina, su remplazo por falsos médicos cubanos en la cabecera de las camas de los pobres, el parto de las mujeres venezolanas en las aceras que circundan las maternidades por falta de insumos y especialistas, la inopia total de los hospitales y el espectáculo dantesco de las morgues. Pero no, no estaban en el limbo. Por el exceso de trabajo que tienen en las clínicas privadas donde trabajan supimos que están en el paraíso de los buenos negocios a costa del dolor y la enfermedad de los venezolanos.

Muchos periodistas y ciudadanos de buena voluntad si están verdaderamente en el limbo cuando contra viento y marea y olvidando los artículos constitucionales del extremo (25, 333 y 350) también alegan tercamente que la salida del atolladero y del apocalipsis venezolano pasa únicamente por la via electoral. Ni siquiera hablan de una auditoría a fondo del Registro Electoral Permanente que obligue a a las autoridades de Identificación a colocar la dirección del votante en la cédula de identidad, único freno al fraude y los guisos electorales.

Así, cuando Luisa Ortega Díaz fue a la Asamblea Nacional a proponer castigos y penas muy duras contra las ciudadanos que protestan, cercenando así, de un golpe, la libertad de expresión, la periodista Nitu Pérez Osuna entrevistó a Cecilia Martínez, decana cuasi centenaria de la prensa nacional ; concluyó sus declaraciones diciendo que «había que salir de Chávez de cualquier manera» , Nitu, casi ultrajada, le respondió, «De cualquier manera no, por la vía electoral».

En Venezuela desde hace años estamos en dictadura y más que en dictadura estamos en guerra. Ya lo decía Chávez explícitamente y sin ambages en 1998 (ABM, Habla el Comandante, 1998): «La dicotomía entre vía pacífica y armada o violenta es falsa. Para mi todo esto es una guerra». Salvo el desconocimiento del regimen chavista que nos ha sumido en esta guerra y que contraría abiertamente los valores, principios y garantías democráticas y menoscaba los derechos humanos (Art 350) actualmente no hay vías alternativas (léase electorales, dialogantes o negociantes) para neutralizarlo.

Es más todos tenemos la obligación de salir del limbo (Art. 333) y el deber de utilizar todos los mecanismos (no necesariamente electorales, dialogantes o negociantes) para restablecer el estado de derecho. Además el Artículo 25 dice que todo acto dictado en el ejercicio del poder público que viole o menoscabe los derechos garantizados por la constitución y la ley es nulo.

Entonces dejémonos de puerilidades y de discusiones vacuas, tengamos en mente los numerosos presos políticos, el estado calamitoso del país, el uso escatológico que hace el presidente de la Constitución y las leyes, la destrucción de los poderes públicos y sociales. Utilicemos como verga vapuleadora estos tres artículos que la Constitución reserva para casos extremos de dictadura y guerra civil, mandemos p’al carajo, es decir para el banquillo de los acusados y para el castigo a esa caterva de maleantes que han tomado por asalto a Venezuela. En este sentido concluye el antes citado artículo 25 de la Constitución: «Y los funcionarios públicos que ordenen [el menoscabo de los derechos constitucionales] o [lo] ejecuten incurren en responsabilidad penal, civil y administrativa, según los casos, sin que les sirvan de excusa órdenes superiores».

Qué no se ofusquen los timoratos de la política, ni los puristas del lenguaje con «la verga y p’al carajo» ; Don Francisco, el de Quevedo y Villegas, le hubiese propinado a Chávez y sus malandros, antes de mandarlos p’al carajo, una colosal patada por «el ojo que no tiene niña», es decir «por el culo». 07-09-2009

No hay comentarios: