Hoy que me apuntas con pistola en mano.
Yo te diré chavista, tú me dirás escuálido.
Te invito a que dejes de mirar tan altivamente,
!atrévete! mira para abajo.
!No lo puedes negar!
La misma tierra tú y yo pisamos,
también soy venezolano.
Nos duelen las mismas cosas:
la estrofa de los lamentos,
y ella no se detiene
ni con batallas ni con parlamentos.
Luchemos por la justicia,
haciéndola cotidiano y corazón,
y en el ánimo de su gesta
no suenan campanas ni trompetas,
ni se tejen de colores las banderas,
ni se visten de laureles los escudos.
No sigas a un líder cuando sólo tú eres el liderazgo.
Si todo mito y toda épica quedan en el pasado,
no cabe duda que,
cuando caigan las estatuas y los héroes ya no hagan falta,
si algo queda es el ser humano.
Hoy que me apuntas con pistola en mano;
mientras me voy preguntando:
!Qué carrizo es lo que tanto divide a los venezolanos!
No tengo escudos, tengo abierto el corazón,
vamos a darnos un abrazo.
Gerardo Pericchi
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