jueves, 4 de febrero de 2010
MANUEL RODRÍGUEZ MENA - 04F-92: LA SUMA DE TODAS LAS TRAICIONES
1. ONCE AÑOS DE EJERCICIO AUTORITARIO DEL PODER
Durante los once ya larguísimos años que el régimen chavista lleva en el poder, ha recibido desde todos los ámbitos sociales un número creciente de cuestionamientos cada vez más severos a su forma autoritaria de gobernar, y asimismo se le ha enrostrado un aluvión de críticas cada vez más serias a los vicios y defectos, delitos y crímenes en los que ha incurrido para mantenerse y afianzarse en el poder.
Durante once años, asimismo, el régimen chavista nunca ha respondido argumentos con argumentos, ni acusación con defensa, ni crítica con información o explicación. Su respuesta ha sido siempre la misma: descalificativos insultantes y ofensivos o agresiones de diversa índole a todo aquél que actúe u opine en contraposición o de manera diferente al régimen, sea venezolano o extranjero, sea cual fuere su nivel social: “corruptos, ladrones, cachorros del imperio, agentes del imperialismo y/o de la oligarquía, golpistas, fascistas, pitiyanquis, conspiradores para la desestabilización o el magnicidio, enemigos del sistema democrático, atentadores contra el pueblo, apátridas, traidores a la patria, etc.”.
Puede decirse que en la Venezuela de hoy, debido al envilecimiento servil de los poderes públicos y sobre todo de la rama judicial, una acusación pública de Hugo Chávez o de cualquiera de sus secuaces en el poder, independientemente de todo lo infundada que ella sea, suele significar la puesta en marcha de un proceso que ha de terminar en una condena. Son testimonios fehacientes de ello los numerosos venezolanos presos, condenados no obstante que nada pudo probárseles, o los más de diez mil compatriotas (solamente hacia EEUU en el trienio 2006-2008) que han tenido que salir involuntariamente de Venezuela huyéndole a una alevosa agresión o a una injusta condena a prisión.
2. LA LECCIÓN DEL FRACASO GUERRILLERO.
La guerrilla de los años ’60 del siglo pasado tuvo como estrategia capital el derrocamiento del sistema democrático representativo, en función del objetivo fundamental de instaurar un gobierno revolucionario a la manera de la revolución castrista en Cuba.
Empero en el partido al cual los guerrilleros estuvieron vinculados (Partido de la Revolución de Venezuela-Ruptura), “se rechazaba abiertamente la política estalinista, esa manera como se había desarrollado el supuesto socialismo en Rusia y después en Cuba. Decíamos que en Rusia lo que había era un capitalismo de Estado.” (afirmación de la ex-guerrillera Argelia Melet, EL NACIONAL, 9.8.2009, suplemento “Siete Días”, p.4).
Según las crónicas del evento guerrillero, dos de los factores fundamentales de su derrota fueron la acción eficaz de las Fuerzas Armadas y el vacío de apoyo popular a una acción que se proponía destruir el sistema democrático. Por lo tanto, quedó claro que una nueva acción subversiva contrademocrática debería evitar enfrentamiento abierto con las Fuerzas Armadas y enmascararse como democrática ante el pueblo venezolano para lograr su apoyo..
3. HUGO CHÁVEZ ENTRA A LA POLÍTICA COMO CONSPIRADOR CONTRADEMOCRÁTICO
Con posterioridad a su derrota, líderes ex-guerrilleros decidieron reencaminar su proyecto subversivo, fomentando una conspiración dentro de la propia institución castrense que antes los había derrotado. Pretendiendo comprarle un seguro de éxito a cualquier sedición, se aspiraba a que por emerger el golpe del seno mismo de las FFAA, se podía eludir el riesgo de que fuera derrotada nuevamente por ella misma. Se decidió así mismo que la bandera pública del golpe no sería la destrucción de la democracia (que era en verdad su verdadero objetivo), visto el rechazo popular a tal propósito del movimiento guerrillero. Se hablaría de todo lo contrario, de derrocar el gobierno de turno para reivindicar y fortalecer a la democracia “limpiándola” de sus vicios, defectos, delitos y crímenes.
A comienzos del año 1980, líderes ex-guerrilleros entraron en contacto con el entonces teniente Hugo Chávez, llevado de la mano ante ellos por su hermano mayor Adán, y lo cooptaron como uno de los operadores de su plan conspirativo. Se acordó que la insurrección se daría “cuando existieran las condiciones subjetivas y objetivas propicias”. No sería, pues, un golpe sedicioso contra un gobierno ni contra un presidente determinados, sino contra el sistema democrático mismo, consagrado en la Constitución Nacional entonces vigente.
El teniente Hugo Chávez que en aquél entonces hablaba de conspiración contrademocrática con los ex-líderes guerrilleros, se había graduado el 7 de julio de 1975, en el Patio de Honor (que así lo llaman) de la Academia Militar de Venezuela, habiendo recibido el sable correspondiente, como es de rigor, de manos del presidente de la República para el momento, Carlos Andrés Pérez. Para recibir su sable de manos presidenciales, Hugo Chávez y sus compañeros de graduación debieron jurar solemnemente ante Dios y la bandera de la Patria, también según el protocolo, cumplir y hacer cumplir la Constitución Nacional vigente y defender las instituciones democráticas aún al precio de la propia vida.
Al aceptar incorporarse a la conspiración golpista contrademocrática, el teniente Hugo Chávez aceptó así mismo quebrantar el juramento solemne de lealtad a las Fuerzas Armadas de las cuales formaba parte, y al comprometerse a insurgir contra el sistema político consagrado en la Constitución Nacional, asumía asimismo abjurar de su lealtad constitucional. Convino por tanto ante los ex-guerrilleros en ponerse en marcha como traidor a las Fuerzas Armadas, traidor a la Constitución Nacional, traidor al sistema político consagrado en la Constitución, traidor a la Patria y al pueblo que había puesto en sus manos las armas de la República. Todo ello a los 25 años de edad y con el grado de teniente.
Pero también convino en traicionar el valor fundamental de todo auténtico militar, como es el de utilizar las armas republicanas puestas en sus manos actuando siempre según el principio de la fuerza de la razón, tomando en cambio el camino del militarista, que actúa siempre guiado por la razón de la fuerza. Por eso no podía ser otra cosa que militarismo crudo y cruento lo que Hugo Chávez y sus secuaces le hicieran padecer a los venezolanos, como única manera de llevar adelante el objetivo supremo de su proyecto político: la instauración de un régimen totalitario de hegemonía absoluta y total .sobre la sociedad venezolana, con proyección tiránica continental y subversión contrademocrática geopolítica.
En el transcurso de la conspiración entre 1980 y 1992 traicionaría también a los ex-guerrilleros que lo habían cooptado, desviándose hacia la tendencia militarista apartándolos embozadamente de participar en el golpe de Estado, de modo que el liderazgo del mismo fuera predominantemente militar, con participación subordinada de civiles; y también habría de hacerlo con algunos de sus compañeros de conspiración militares que creyeron en su discurso democrático como sedicioso, ocultándoles el verdadero objetivo contrademocrático de la conspiración y el carácter totalitario de su proyecto político. Unos y otros se han quejado, en repetidas declaraciones a los medios de comunicación, del trato desleal del cual fueron objeto.
4. UNA CARRERA DE DOBLECES INFINITAS
Como lógica consecuencia de estos hechos, la carrera política de Hugo Chávez ha estado signada de manera permanente por mentiras y engaños, simulación y farsa, trampas y fraudes, demagogia y cinismo, siempre haciendo ocultamente lo contrario de lo que públicamente dice estar haciendo.
Al día de hoy, el vicio de mentir y engañar lo ha inundado de tal manera, que ha terminado por ser la condición más natural de su forma de ser como político, como gobernante y como persona. Treinta años de doblez sistemática han determinado que el Hugo Chávez de hoy sea, por naturaleza, intrínsecamente mentiroso y engañoso, simulador y farsante, tramposo y fraudulento, desmesuradamente demagogo y desfachatadamente cínico.
5. LA SUMA DE TRAICIONES EMERGE COMO GOLPISMO “DEMOCRÁTICO”
En febrero de 1992 el golpe militarista totalitario producto de la conspiración emerge con la máscara de “rebelión cívico-militar”, criticando ferozmente los vicios, defectos, delitos y crímenes de los gobernantes democráticos y enarbolando banderas de auténtica democracia, honestidad administrativa, justicia social, libertad y progreso social.
Es lo que Hugo Chávez nos dirá una vez más a los venezolanos en este nuevo 4 de febrero. Que su golpe fue en verdad una “rebelión cívico- militar”; que fue una reacción contra los desmanes de los gobiernos democráticos, en particular contra la corrupción, la represión, la enajenación de los poderes públicos, el fraude electoral, el atropello a los derechos humanos, la entrega de la soberanía del país, etc.; que sus objetivos eran los de restaurar el sistema democrático y propender a un régimen de justicia social y de auténtico desarrollo socioeconómico.
Once años en el poder han demostrado, de manera contundente y fehaciente, que sus críticas a los regímenes anteriores y sus ofertas políticas no han sido otra cosa que un larguísimo rosario de mentiras y engaños. En estos once años el gobierno chavista ha incurrido en un número mayor de vicios, defectos, delitos y crímenes que aquéllos que ferozmente les criticó a los ocho gobiernos anteriores, y no solamente no ha cumplido la mayor parte de sus ofertas de desarrollo político y social, sino que ha dedicado toda la potencia de su acción política y de su gestión gubernamental a ejecutar su estrategia capital de destrucción de la democracia con miras a lograr su objetivo supremo de instaurar un régimen militarista totalitario de hegemonía total sobre la sociedad venezolana.
Puede afirmarse sin temor a exageración que el 4 de febrero de l992 fue la culminación de un proceso de traiciones acumuladas sucesivamente, como único cauce posible a un proyecto contrademocrático y por ende antisocial.
6. HUGO CHÁVEZ CELEBRA Y LA MAYORÍA DEMOCRÁTICA VENEZOLANA SE ESTREMECE DE AMARGURA
Como en años anteriores, y quizás con mayor fuerza esta vez por razones electorales, Hugo Chávez tratará de aprovechar la fecha con el torrencial desborde de mentiras y engaños de siempre, para lo único que a él le interesa: el avance de su proyecto político, que tiene como estrategia capital la destrucción total del sistema democrático representativo, camino único que él ha trazado para el logro de su objetivo supremo: la instauración de un régimen totalitario de hegemonía absoluta y total sobre la sociedad venezolana. En función de ello buscará fortalecer el culto a su grotesca figura de político y gobernante totalitario y tratará de acentuar el servilismo incondicional de sus secuaces y partidarios.
La mayoría democrática venezolana estará rumiando una amargura que ya le va durando once años, pero siempre animada por la esperanza de que mientras mayor es la ignominia del poder más corto es el plazo para su total derrumbe.
04.02.2010
Manuel Rodríguez Mena
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