En Venezuela se desarrolla un caudillismo mediático caracterizado por la ingerencia directa de los medios de comunicación social, tanto del Estado como del llamado sector privado, en las decisiones políticas y para lograr y mantener cuotas específicas de poder en las gobernaciones, alcaldía, parlamento, organizaciones regionales y gremiales, y de ser posible, en la Presidencia de la República.
La política está directamente vinculada con la “Línea editorial de los medios cuyos dueños, es decir, los dueños del poder económico que los respalda, deciden a quienes apoyar y a quienes ignorar. En el caso venezolano, cuando se habla de dueños de medios, se hace referencia no sólo a los propietarios tradicionales, en su mayoría relacionados con las grandes transnacionales de la información (1) sino con el Estado venezolano, propietario de una gran red mediática, puesta al servicio del gobierno de turno, como un ente utilizado para la llegada y permanencia en el poder.
Como dice el Doctor Agustín Blanco Muñoz “La política, en fin, está directamente relacionada y definida por los medios” quienes rechazan o incluyen políticas y candidatos en sustitución o al menos en paralelo a los partidos políticos quienes en la Venezuela actual lucen desesperados por contar con el aval mediático para difundir sus ideas, ante la falta de estructuras desde y para los sectores populares.
En la Venezuela actual, las empresas privadas lucen disminuidas frente a las agresiones que, desde diversos campos reciben desde los entes gubernamentales, avalados por una estructura jurídica, como la Ley de Responsabilidad de Radio y TV, la reforma al Código Penal, y la amenaza de una Ley de Medios que dificulta su acción.
Como contrapartida, los medios del Estado no gozan de la simpatía que reciben en audiencia los medios tradicionales y los dirigidos desde la empresa privada. Sostenemos que pese a su profundo papel como caudillo mediático, la decisión de mostrar contenidos de entretenimiento por encima de los informativos, contribuye al aumento de una audiencia genérica.(2)
Mientras los medios del Estado tienen un objetivo propagandístico e ideológico predeterminado, los medios privados tienen un objetivo económico, en el cual los contenidos se valoran en tanto constituyen mercancía, es decir, venden los contenidos, en primera instancia a los usuarios del medio, luego a los publicistas que compran espacios y, usan los espacios de información y opinión para lograr cuotas de poder político, conformando, no un factor de poder, sino un ente que busca el mando y el poder, y determina, de acuerdo con sus intereses, a quien avala y a quienes ignora.
En estos tiempos de pseudo polarización, pues hay tres grupos claramente definidos, los cercanos al Gobierno, los opuestos, y los expectantes o indiferentes, los medios optan por negociar con quienes ocuparán parcelas de poder político, y dejan para el resto, el negocio del entretenimiento. El debate, el protagonismo, para los “ni-ní” está vedado, mientras los caudillos mediáticos tratan de sumarlos a su polarización.
1 Las transnacionales de la comunicación son variadas, desde las periodísticas, las redes informativas, las agencias informativaas y las cadenas de televisión que difunden los mismo contenidos en la mayoría de los canales.
2 Los canales comerciales abiertos acaparan el 92 % de los televidentes y 8 % los del Estado. Entre los privados, el promedio de Venevisión (Canal 4) logra el 65 % alcanzando picos de hasta el 80 % de la audiencia, Televen (Canal 10) el 23 % y Globovisión el 7 %.
Los canales de mayor expresión política tienen la menor audiencia, como serían Venezolana de Televisión (Canal 8), propiedad del Estado, y Globovisión del sector privado. Según encuesta Hinterlaces de 2008.
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