viernes, 23 de julio de 2010

ABM - ¡VI MIS PROPIOS HUESOS Y LLORÉ!


La gran noticia, por no decir la única, que tenemos hoy en nuestra gran Venezuela tiene que ver con una exhumación que nos pone ante un caso único en el mundo.

Nadie pudo ver su esqueleto como lo acabo de ver yo. Aún no salgo de mi asombro. Me conmovió como nada lo hizo nunca.

Fue algo exultante que me hizo llorar y llorar, como si anduviéramos él y yo entre los cielos, disfrutando de todas las magias que nos traen la palería, el babalao, la santería y el resto de los credos que mueven nuestros astros.

Los contrarrevolucionarios andan diciendo por ahí que le meto de frente a la cursilería, que estoy enfermo, que soy un sicótico y que debo ir directo para al manicomio. Pero eso a mi no me importa. Lo mío es identificarme y rendirle culto al Padre Eterno.

En ese momento cuando me situé frente a él, además de verme a mí mismo, me di cuenta de que era un niño, lleno de dulzura, gracioso y adorable.

Y lo único que me provocaba era cargarlo, abrazarlo, sisearlo y cantarle arrurrú mi niño.

Y en medio de todo se siente la alegría de quien ha hecho una obra suprema. Es algo en que yo tenía mucho tiempo pensando pero no me había atrevido.

Alguna gente me decía: no lo hagas, no toques esos restos. Te van a acusar de profanador. Dirán que violaste el descanso del muerto de mayor estatura de toda nuestra historia.

Sin embargo, llegó el día en que lo hice y no me arrepiento. Lo celebro.

Sus ojos parece que miraran en profundidad y su boca que pronunciara la palabra libertad.

Sus manos ya hacían pensar que llegarían a empuñar la espada redentora, justiciera, libertaria y revolucionaria.

De allí salió Carabobo y saldrá la superrevolución bolivariana, zamorana y robinsoniana.

Por eso no hay ni habrá en el mundo quien nos pueda igualar. ¡Nacimos para libertadores!

De modo que yo no soy un simple heredero sino el continuador de su obra.

El grito es indispensable: ¡Bolívar y yo vivimos y somos el mismo Libertador y estaremos aquí para siempre, ya no impulsando la independencia de cinco países sino impulsando el socialismo del siglo XXI!

Por esto es tan importante la palabra y petición de Andrés Eloy Blanco que en 1947 pedía que se sacara al Padre de la Patria del sarcófago de plomo y se pusiera a descansar en una urna de cristal y de oro de Guayana.

Que atrás quede la urna impropia y en estado de abolladura y flexibilidad donde habían estado los huesos sagrados de El Libertdor

Y menos mal que hemos tomado a tiempo la decisión, porque se corría el riesgo que el cráneo y el esqueleto se hubieran pulverizado. Ahora, gracias a Dios, tenemos los huesos heroicos conservados para siempre.

Y en nada de esto hay profanación sino glorificación Y de generación en generación se venerará al Padre y al Hijo de la Patria.

Todo el que lo desee podrá acudir al esqueleto y disfrutar del niño que tuvimos el acierto de restablecer, al igual que Guzmán Blanco y López Contreras, para que regresara y se metiera de nuevo en el alma de los venezolanos.

Y para garantizar la vida eterna ya estamos en el camino de establecer la verdad definitiva sobre las causas de la muerte, aunque de antemano sabemos que a él nadie lo puede ni podrá envenenar o fusilar

No olvidemos además que en él opera, como en mí, el efecto Lázaro, se levanta, camina y seguirá caminando por los siglos de los siglos en todas las dimensiones de los despertares.

Yo estoy muy contento con el discurso de los camaradas del partido. Carlos Escarra es muy claro cuando dice que si somos bolivarianos, asegurar la vida por siempre de los huesos de Bolívar es el tema más importante de la actualidad nacional.

Y el mismo Héctor Navarro ha dicho que la exhumación tiene más trascendencia que la olla podrida de los alimentos descompuestos (UN, 20/07, p.18).

Claro, a los escuálidos no les importa Bolívar. Lo de ellos es la obsesión de acusar nuestra revolución como un pudreval. Y esto no lo vamos a permitir.

No aceptaremos, además, que quede establecida esa posición en nuestra memoria ni en el registro histórico de esta revolución.

Porque la guachafita y el desmadre histórico-historiográfico no tienen nada que buscar en nuestro proceso.

Para este redactor queda claro que aquí hoy el oficio de historiador lo ejerce la ‘revolución’ y, en particular, quien ha sido capaz de llevar su acción golpista hasta los propios huesos de Simón Bolívar.

El Universal, 23 de julio del 2010.

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