miércoles, 27 de octubre de 2010

EDGAR JAIMES - LA ENERGÍA NUCLEAR Y EL DESARROLLO SOSTENIBLE



Está creciendo el interés por la Energía Nuclear (EN) y nuestro país no escapa a ese objetivo ya que en los dos últimos años el gobierno nacional ha iniciado una política dirigida a implantar reactores nucleares con fines de producción de electricidad y otras aplicaciones no bélicas. Algunos expertos lo justifican pero otros opinan lo contrario en virtud de los altos riesgos ambientales y humanos que tiene implícito su uso y manejo.

A nivel mundial la rápida y creciente demanda de electricidad, así como la preocupación por la contaminación del aire y el desafío de reducir drásticamente las emisiones de gas que conducen al calentamiento global, son los factores que los analistas consideran como las principales razones que justifican el uso de la EN.

En América Latina se utilizan como principales fuentes energéticas la hídrica, los combustibles fósiles y en menor grado la térmica en comparación con la nuclear que es de 1,6%, concentrándose en sólo tres países: Argentina, Brasil y México. En Venezuela, el uso de la EN se remonta a la década de los años cincuenta del siglo pasado cuando el científico Humberto Fernández Morán instaló, con el aval del gobierno de Pérez Jiménez, un reactor nuclear en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).

La justificación del uso de la EN a nivel mundial gira en torno al cambio climático toda vez que el calentamiento global es provocado por la contaminación producida por la emisión de gases como el Dióxido de Carbono (CO2), que proviene de la quema de combustibles fósiles, los óxidos de nitrógeno (NOx) y el dióxido de azufre (SO2), estos últimos causantes de la lluvia ácida y degradantes de la capa de ozono. Estos gases se producen por la combustión de carbón y petróleo en las centrales térmicas, refinerías y por el parque automotor.

Por lo tanto, entre las medidas más importantes que se deben tomar para frenar el calentamiento global se encuentra la reducción del uso de combustibles fósiles, los cuales se utilizan para producir la mayoría de la energía eléctrica que se consume. En consecuencia, para reducir su uso es preciso recurrir a otras fuentes de energía. No obstante, las denominadas energías renovables -solar, eólica e hidráulica- son más caras que la EN, ya que un kilovatio de una energía renovable cuesta hasta diez veces más que uno obtenido a partir de la EN.

Entre otras ventajas comparativas y usos benéficos que sustentan el uso de la EN están las aplicaciones agrícolas, agroalimentarias, conservación de alimentos, estudios hidrogeológicos, control de enfermedades parasitarias del ganado; producción de fármacos radiactivos para diagnósticos y terapias nucleares para combatir el cáncer; estudios ecológico-ambientales para detectar contaminantes a través de Análisis por Activación Neutrónica. En la industria se suelen realizar Gammagrafía y Neutrografía como métodos de control de calidad. En arqueología las pruebas del carbono 14 sirven para determinar la edad cronológica de los fósiles. En el campo de la biología, el uso de ciertos compuestos radiactivos ha dado un gran sustento a la investigación genética (http://www.formaselect.com/areas-tematicas/Medio-Ambiente/)

Visto así, es evidente que la EN podría ser considerada como uno de los factores impulsores del desarrollo sostenible en cualquier parte del planeta sobre la base de un suministro garantizado de energía. Dado que las fuentes convencionales de energía son limitadas y su demanda es creciente año tras año, y en razón de que su generación causa un gran impacto ambiental, es obvio que para llegar a un desarrollo sostenible es imprescindible crear un plan energético que garantice un suministro suficiente y favorezca la eficiencia energética y el uso racional de la energía, motivando hacia el ahorro, a la vez que combine distintas fuentes de energía para producir el menor impacto posible para el medio ambiente.

En ese sentido, la EN cumple con tales exigencias y no está sujeta a los cambios en las condiciones climáticas, ya que las centrales nucleares operan 24 horas al día durante los 365 días del año, lo que supone una gran garantía de suministro. Además, no sufre fluctuaciones imprevisibles en los costos lo que produce precios estables a medio y largo plazo.

Sin embargo, en los últimos cinco años se ha suscitado un creciente debate en relación con los riesgos y amenazas que envuelve su producción, uso y manejo, pero principalmente lo referente a la producción, tratamiento, manejo, almacenamiento, traslado y confinamiento final de sus desechos que son extremadamente peligrosos para la salud humana y el ambiente.

Edgar Jaimes
Profesor Titular Jubilado del NURR-ULA, Trujillo, Venezuela

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