domingo, 22 de marzo de 2015
RENNYNISMO TARDÍO
RENNYNISMO TARDÍO
Luis Marín
El primero (quizás el único) que en
función pública se atrevió a plantear la necesidad de cambiar el nombre a la
moneda venezolana fue Renny Ottolina, en el que sería su último programa “Para
Reflexionar”, poco antes de ser muerto el 16 de marzo de 1978, fecha
deliberadamente olvidada, en una oscura y nunca esclarecida colisión aérea.
La concibió como parte de una campaña
para “recuperar el nombre de Bolívar”, por lo que esto implica para rescatar la
conciencia de lo que significa ser venezolano. Usarlo en algo tan vil como el
dinero significa que el nombre cada día pierde importancia.
Pedro León Zapata también lo dijo a su
manera, como si fuera un chiste serio: “No sé porqué se empeñan en llamar
Bolívar a una moneda que no vale un Carujo”, en alusión, por supuesto, al
antihéroe por excelencia, Pedro Carujo.
Cuando en 1789 Antonio Guzmán Blanco
cambió el nombre del signo monetario del venezolano de oro, que originalmente
se llamaba peso, como en todo el mundo hispano, quiso rendir un tributo, quizás
de buena fe, aunque no exento de demagogia, pero el resultado ha sido todo lo
contrario.
En verdad, AGB fue la imagen viva del
despotismo ilustrado en Latinoamérica, nadie se tomó tan en serio y quiso
llevar a la práctica con tanto celo el programa de la Ilustración para el
desarrollo de la sociedad. No sólo se le debe la proliferación de obras
públicas, sino también la entronización de la corrupción administrativa. Nadie
se enriqueció tanto en forma ilícita como Guzmán, hasta los próceres actuales,
déspotas iletrados.
Lo cierto es que cuando se menciona al
bolívar, en minúscula, nadie en el mundo piensa en el héroe sino en cuál es la
equivalencia en dólares de un signo monetario; así como quien acumula bolívares
no lo hace por acumular gloria, sino por amasar dinero y el poder que ello
representa.
Que la moneda tenga la efigie de Bolívar
es otra cosa, porque en efecto, todas las monedas las llevan de personalidades
pero no así sus nombres, por ejemplo, la libra esterlina tiene la efigie de la
reina y no se llama Elizabeth, como la peseta tenía la imagen de Franco. En USA
cada billete tiene una imagen distinta, uno de Washington, dos de Jefferson y
así hasta los cien de Benjamín Franklin, pero la moneda se llama dólar. Es
curioso que hasta los chinos hayan puesto en el billete la imagen de Mao, el
más antimonetarista, pero la moneda se llama yuan.
Si se le ocurriera ponerle su nombre al
peso cubano, se destruiría Fidel Castro en el momento en que una mujer
discutiera con el bodeguero diciéndole: “Oye tú, yo no te pago más de un fidel
por ese rollo de papel toalet, eso no, ni hablar chico, ese es un papel de muy
mala calidad, eso no vale más de un fidel y tú me quieres pedir dos”. Se puso
Fidel Castro a la altura de ser medida del papel toalet ¡y lo hacemos con
Bolívar cada día!, pues, para horror nuestro, para horror de horrores, decía
Renny.
Y eso que no alcanzó a ver ni oír lo que
nosotros cada vez que se tilda de “bolivarianos” a sujetos e instituciones de
los que luego se predican una retahíla de crímenes horrendos, desde asesinato a
mansalva de niños, jovencitas, misses, estudiantes, luego secuestros, torturas,
ejecuciones, extorsión, narcotráfico, lavado de dinero, corrupción y pare usted
de contar.
Uno de los crímenes que puede servir de
epílogo a la tiranía castrochavista tiene carácter simbólico: haber escarnecido
el nombre de Bolívar y desprestigiado sin remisión al bolivarianismo.
Lo que nos devuelve paradójicamente a la
campaña de Renny: cuando se separe el nombre de Bolívar, que no hay sino Uno,
del nombre de la moneda, ese día lo habremos ganado de nuevo.
Se habría conformado con volver a
llamarla peso, pero eso no le quita la maquinita de imprimir billetes a los
políticos, de manera que mejor sería llamarla dólar.
Y “Bolívar no habrá sino Uno, que es lo
que yo quisiera”.
ANTIPOLÍTICA
La acusación que más frecuentemente le
hacen los detractores de Renny es la de haber sido el fundador de la
“antipolítica” por su ataque general contra todos los partidos políticos, en el
entendido de que estos serían esenciales para el funcionamiento de la
democracia.
Las dos afirmaciones son falsas. Si
existiera la “antipolítica” ciertamente Renny no es su fundador, es confundir
la “Política” con la politiquería de los partidos, un artificio argumentativo
para dejar colar que política sólo es la actividad que realizan los políticos
profesionales y quien no esté de acuerdo con ellos es “antipolítico”.
La crítica de Renny no estaba dirigida
al sistema de partidos sino a las actividades ilícitas de los partidos, que
violan la ley flagrantemente y convirtieron al país en “un patio de bolas
criollas” donde pueden hacer olímpicamente todo lo que les da la gana,
atropellando a los ciudadanos y saqueando el erario público.
Sería exigir demasiada honestidad
intelectual pretender que los políticos profesionales admitieran la diferencia
entre criticar actividades obviamente ilícitas sin recurrir al subterfugio de
escudarse en la sacrosanta institución desviando el ataque hacia los partidos
en cuanto tales, lo mismo que quienes son señalados por sus actividades criminales
se arropan con la bandera y berrean que se está atacando a “Venezuela”.
También es meridianamente falso que los
partidos políticos sean esenciales para nada, con solo constatar que la
democracia existe desde tiempos inmemoriales y los partidos políticos
como se les conoce hoy en día son un fenómeno recientísimo, que si acaso se
remontaría al siglo XIX, aunque su auge es propio del siglo XX, la era del
totalitarismo.
Tanto más burda es la mentira siendo
imposible ocultar la emergencia de movimientos de electores independientes de
los partidos que han logrado alcanzar el poder incluso en Latinoamérica, como
fue el caso en Perú, Colombia, pero también en Venezuela, con las alianzas de
agrupaciones que dieron al traste con las maquinarias tradicionales.
Los partidos cruzaron la línea de las
triquiñuelas tradicionales para caer en francos delitos, así como los
sindicatos que originalmente eran organizaciones de ayuda mutua se convirtieron
en mafias criminales que practican el chantaje a cielo abierto y resuelven sus
controversias a tiro limpio.
Renny fue el primer promotor de la
meritocracia, término que popularizó, para enfrentar a la partidocracia, al
imperio del carnet partidista, al abuso ilegal e inconstitucional de las cartas
de recomendación como requisito indispensable para poder acceder a cualquier
cargo público y enfilo las baterías contra las prácticas ventajistas de todos
los partidos, incluso los de la izquierda, los puros, “los puros bandidos de la
izquierda”.
Funcionarios honestos con quince o
veinte años trabajando en una institución ven como les nombran de jefe a un
inepto, porque es el que tiene el carnet y la recomendación y otros tantos
pasan por la humillación de tener que pedirlos porque sino ni los toman en
cuenta para el ingreso.
Pero quizás lo que causo alarma en la
casta política fue la efervescencia que comenzó a despertar en el electorado,
la primera vez que se desafió la hegemonía bipartidista con probabilidades de
éxito.
Con una mano en el corazón, ¿quién
podría creer que con un candidato tan opaco como Luis Piñerúa Ordáz, AD podía
enfrentar la ola de independientes que estaba levantando Renny con su
extraordinario carisma y las poderosas armas de credibilidad y confianza que
generaba en el público?
Quizás en aquel momento comenzó el
naufragio del puntofijismo y no el viernes negro, como se dice a veces. Los
partidos le jugaron sucio a Renny y traicionaron a la República.
La mala decisión de borrar a Renny le
cerró un camino civilizado a Venezuela.
ADIOS, SE ACABÓ EL
SHOW
Renny es un gran desconocido para los
jóvenes venezolanos que hoy dan la batalla por la libertad y la decencia en
este expaís, al contrario de hace cuarenta años, cuando no había ni un solo
venezolano que alguna vez no lo hubiera visto, oído y recibido su influencia
directa o indirectamente.
Pero con poca investigación y mínimo
esfuerzo se puede redescubrir su mensaje y, quizás con asombro, constatar que
las taras que denunciaba Renny están aquí presentes, mucho más exacerbadas y
son las causas profundas del naufragio de la República.
Decía, por ejemplo: “Los chinos,
mientras estén bajo el sistema en que están, son mis enemigos naturales, como
venezolano, en ese sentido (…) yo sí, definitivamente, anticomunista. Yo no
creo en masas”.
El proyecto estratégico que le ofrecía a
Venezuela para los siguientes veinte años era el de convertirse en un país
agrícola, porque sino nos vamos a morir de hambre. Ya estamos desabastecidos.
Todo el petróleo y el hierro no va a alcanzar para pagar la comida que tendremos
que importar, si es que no las quieren vender (y a qué precio), porque ellos
también la van a necesitar.
Tuvo el coraje de oponerse a la
expropiación de fincas y a la política de reforma agraria, de inspiración
mexicana, que infaliblemente genera miseria, por el dogma de repartir la tierra
en pequeñas parcelas entre los campesinos; cuando lo que da resultado son
grandes conglomerados de agroindustrias, como funcionan en EEUU, Canadá y
digamos que incluso en Brasil.
Así no se puede progresar, porque “la
naturaleza no conoce de justicia social”. Si se divide la tierra en pedacitos
no se puede producir en gran escala, ni resolver los problemas de riego,
fertilización, dispersión del crédito y un largo etcétera muy bien
fundamentado; pero los caudillos prefirieron tomar el camino decimonónico del
conuco, con los resultados que tenemos a la vista.
¡Para otros si hay dinero! clamaba en
1977 y hacía la larga lista de países que entonces recibían las dádivas de la
socialdemocracia, atada al proyecto internacional socialista, como lo está el
socialcristianismo a la internacional socialcristiana, mientras que aquí no
había dinero ni para dotar al cuerpo de bomberos para apagar incendios.
En la política menuda se atrevió a
criticar a los motorizados porque ya entonces no respetaban ley alguna y
respondía al chantaje populista diciendo que el hecho de ser humilde, si es que
realmente lo eran, no autoriza a nadie a violar la Ley.
¿Cómo se puede arreglar al país?
Haciendo todo al revés, porque los partidos nos tienen en un mundo al revés.
Aquí el que cumple la Ley es un bobo (hoy se dice que la Ley es para los
pendejos). Los corruptos son premiados y ascendidos y ¡pongan preso al
denunciante! Es un hecho notable que Gonzalo Barrios sólo vaya a ser recordado
por aquella ingeniosa frase según la cual “en Venezuela hay pocas razones para
no robar”.
¿Ustedes saben cómo funciona la rosca de
los partidos políticos, esa doble columna de poder? ¿Es el gobernador quien
manda aquí en cualquier estado o el comisario político soviético detrás del
poder constitucional? ¿Quién de los dos manda? Y a que no manda el gobernador
por encima del secretario general del partido y al primero que raspan es al
gobernador. ¡Yo estoy contra eso!
¿Y tú sabes de donde te sale tu
dictador? En que, si en virtud de la Ley no conseguimos una solución legal a
esto y esto continúa como va, tendrás tu dictador dentro de muy poco tiempo. Y
es lo que hay que evitar.
Renny temía que le hicieran algo: ya me
cerraron el programa una vez, a lo mejor me lo vuelven a cerrar. A ver si me
ponen cocaína en el carro, me acusan de narcotraficante y caigo en manos de un
juez del partido.
Por odio no progresa nadie. Por odio no
hay progreso. El odio no puede ser la base para el progreso.
Aunque Renny dijo no estar de acuerdo
con los griegos que rezaban: “Y como era muy querido por los Dioses, murió
joven”.
Hasta en eso, tuvo razón.
Luis Marín
22 de marzo del 2015
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