lunes, 2 de noviembre de 2015
ENTÉRESE, ASÚSTESE Y LUEGO PREGÚNTESE
ENTÉRESE, ASÚSTESE Y LUEGO PREGÚNTESE
Miguel Aponte
Entérese:
“el ejecutivo diseña control para la distribución de bienes”. Asústese: “viene
ahora la etapa final de pasar a revertir la distribución de bienes y servicios
en nuestro país, 70% en manos del sector privado y un 30% que controla el
sector público, según informó una fuente oficial de alta
credibilidad.” Ahora pregúntese: ¿qué hace que el vicepresidente de un
gobierno fracasado, se proponga obsesivamente aplicar más y más medidas de
aquellas que lo han hecho fracasar? ¿Cómo es que puede no aprenderse nunca nada
de los errores? ¿Cuándo y cómo la ideología puede embrutecer tanto las vías de
la más elemental lógica? ¿Pueden los complejos más que la realidad?
El socialismo no tiene discurso contra la
pobreza, sino contra los pobres; esto, que luce absurdo, no lo es, pues, al
carecer de teoría económica no puede dar dos pasos sin pisarse un pie.
Cree una necedad imposible: que controlar todo es factible y conveniente. ¿Cómo
puede ser esto suficiente para dirigir un país? Así, los grandes problemas de
la economía real se le escapan de las manos y, como consecuencia, arruina todo
para luego repartir miseria. Luego, una vez que la penuria se adueña del
“proceso”, los burócratas no ven otro camino que la manipulación y, por último,
la violencia contra los mismos pobres que alguna vez juraron defender. Por si
fuera poco, este camino se acompaña de una corrupción económica e institucional
insoportable: es la guinda que corona la “torta maloliente”.
Este ha sido y es siempre el muy
contradictorio resultado de la teoría económica marxista. Los marxistas
posmodernos son justo lo que el chavismo es: alarde cuando son oposición,
incapacidad cuando son gobierno e irresponsabilidad cuando se encuentran con
sus siempre miserables resultados. Un antes y un después del que jamás
aprenden. Pura repetición psicótica: el destino trágico de esto no puede ser
sino la pudrición de lo que tocan, son Midas al revés. Sólo consignas y la
manoseada “huida hacia adelante”, otra repetición. Es por esto que para el
chavismo ya no se trata de erradicar la pobreza sino de vivir de ella.
En efecto, en esa vida de zombis su única
opción es chupar la sangre de los pobres, para lo cual lo que les interesa es
que aumenten. Que el “proyecto” se hunda en todo lo que se propone sin devengar
jamás aprendizaje para los cada vez más escasos chavistas “puros” y para la
cada vez más desprestigiada burocracia, es lo que saca toda la trama del
territorio trágico para arrojarla al despreciable campo de la desgracia: lo que
pudo evitarse y no se evitó por la estupidez humana. El chavismo es la
alcantarilla adonde los marxistas del siglo XXI arrojaron sus teorías: otra
vulgar ideología de la burocracia y nada más. Más y peor de lo mismo que
criticaron. Una vergüenza.
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