Soy bastante pesimista en eso de crear organizaciones que permitan de manera igualistaria y horizontal tomar decisiones con miras a una transformaciòn social. Eso luce hermoso en teorìa, pero mi experiencia con seres humanos indica que la gente se organiza para salvar su pellejo o defender sus intereses, concretos, específicos y particulares.
La gente se vincula a los partidos para buscar cargos y a las iglesias para buscan tranquilidad espiritual. Los quijotes que se incorporan a las sociedades de padres o a las juntas de condominio salen con las tablas en la cabeza a menos que encuentren el modo de sacarle provecho a la posición.
Sin embargo, creo que son las sociedades organizadas las que pueden lograr la anhelada transformación, pero mientras el dinero sea lo que mueve a la gente, y ese dinero de alguna forma se encuentre, es difìcil pensar en acciones posotivas inmersas en desprendimiento.
Algunos grupos humanos han tenido éxito al conformar redes paralelas de comercio, producciòn y comercializaciòn, la llamada economìa informal nace en grupos incas del Perú opuestos a ingresar en elas normas fiscales y burocràtricas de los gobernantes. Pero las redes paralelas no son positivas per se, tambièn se estructuras para fines inconfesables. Es indispensable definir el objetivo.
Rosana Ordóñez
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