sábado, 2 de enero de 2016
CHAVISMO Y ECONOMÍA
CHAVISMO Y
ECONOMÍA
Miguel Aponte
Para el régimen y sus ideólogos no existe la
Economía como ámbito relativamente autónomo, como pensamiento y reflexión, como
objetivo de la política y, finalmente, como proceso de creación humana. La
micro y la macroeconomía, pues tampoco. No hay agentes económicos ni circuito
económico. No hay por tanto necesidad de acoplar flujos reales de bienes y
servicios con su contraparte monetaria y en consecuencia no hace falta pensar y
mucho menos procurar el equilibrio entre tales variables.
La Economía es simplemente una torta que
“nadie” colocó allí y que basta con repartir. Ninguno se pregunta cómo llegó a
ser como es y menos aún si es la que debe ser o hay que cambiar algo; y que no
digan que, para ellos, los trabajadores la pusieron allí: ningún trabajador va
a crear nada sin recursos naturales, capital y dirección; todo está
codeterminado, y si bien es verdad que tanto capital como dirección están y
deben estar en sus manos, no vengan a decirnos que con tal propósito será
necesario “eliminar la propiedad.”
Eliminar la propiedad termina convirtiendo lo
privado y lo público en propiedad privada del déspota de turno. Democratizar la
propiedad no es eliminarla sino entenderla de otra manera. Esta es una
discusión fuera de su alcance intelectual, atrapados como están en el siglo
XIX, una falsa identidad cuya verdad es que son incapaces de cuestionar su
propia institución.
En esta Economía de la luna, ¿cómo podrían
pensar en problemas de costos y precios, cómo entender y plantear el tema de la
provisión de bienes a largo plazo, el ahorro o la inversión, cómo creer que
aunque no se vea ni se toque con los dedos, hay una cadena eslabonada entre
producción, distribución y consumo?
Todo ocurre, para ellos, en un mundo mágico de
deseos que termina dividido entre dadores, proveedores, garantes de la
felicidad social, esto es, los burócratas, ellos mismos; y el resto de la
sociedad, compuesta “necesariamente” entre sujetos pasivos -receptores- y
saboteadores -enemigos del proceso-.
Reducen todo a cómo controlar y a quién. Al
pueblo le toca vivir en la miseria del mendigo y si se rebela, inconforma o
busca otro camino, entonces se confundió o se entregó al enemigo y debe ser
reeducado o hay que reprimirlo: jamás tendrá la razón.
De esta manera, el chavismo no supera un muy
peligroso infantilismo psíquico, vive un eterno síndrome de Peter Pan: la
fantasía de una economía irreal que no requiere decisiones más allá que un
primitivo y vulgar reparto de horda.
¿Es ignorancia? ¿Miedo a la realidad? ¿Es
enfermedad? ¿Insania mental? ¿O es puro cinismo? Preguntamos por sus “líderes”
e “intelectuales“, claro, porque respecto a la comunidad política la respuesta
a las pretensiones del régimen fue experta, valiente, cuerda, sincera: un
retumbante “no”.
Miguel Aponte
Domingo 27 de diciembre del 2015
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