jueves, 7 de enero de 2016

LA TRADICION BORBÓNICA



LA TRADICION BORBÓNICA
Miguel Aponte

El país ha otorgado un préstamo a la oposición democrática venezolana. Es el mismo que quitó sin prisa pero sin pausa al régimen chavista, estafador, mentiroso, manipulador, sembrador de ruina y miedo.

Los venezolanos fuimos sometidos y casi acostumbrados a la resignación y al “todo vale”: no preguntar, no cuestionar, no pedir cuentas ni al gobernante ni al vecino ni a nosotros mismos.
Decimos “casi” a conciencia, pues llegó el 6D para demostrarnos que la gente no es estúpida y que la estrategia basada en la compra y el miedo tampoco es fatal, aun con dinero, mucho dinero.

La ruta de la resignación que, con brutal sinceridad, el régimen chavista trazó para todos estaba condenada a naufragar, fracasó -pasando al lado del escepticismo de muchos- y ya sin careta sigue su ruina cada minuto en la acción de unos “jefes” que avergüenzan más y más, no a nosotros que no hace falta, sino a sus propios seguidores decentes.

Pero no se trata, como algunos quieren creer, de un único fracaso chavista, sin tradición y condiciones, originado en la nada de ese chavismo que deja incólume al resto del siglo XX venezolano, sin responsabilidad para los 40 años de débil y engañosa democracia anterior.

En este análisis sumamente peligroso se pretende que todo era perfecto y Chávez llegó a dañarlo. Es maniqueísmo al revés. Ante el chavismo, el peor “izquierdismo”, retrasado, bastardo, fanático, reaccionario, tenemos pues un peor “derechismo”, retrasado, bastardo, fanático, reaccionario: almas gemelas.

Siempre estuvo allí el mismo populismo de origen, retrasado, bastardo, fanático y reaccionario, que antes de sembrarse en la conciencia colectiva actuó primero en la conciencia de los líderes anteriores y también en Chávez; los primeros quizá con dudas, cinismo o recelo, este último con franqueza total y como para cerrar un ciclo que no deseamos ver más.

Es la fórmula degradada que cierta izquierda y cierta derecha, ambas “borbónicas” -tomamos la expresión de Teodoro Petkoff y la ampliamos, a riesgo y excusándonos-, insisten en mantener: sin olvidar, sin aprender y sin pensar; y no se crea que el mal afecta sólo a los viejos, porque reside en el imaginario y no en la edad.

Esta conducta responde a la actitud de aquel que en el fondo no cree y solo usa la democracia para usufructuar el poder; el que no olvida, borbónicamente, a la vez no quiere pensar: repite para no pensar.

Este es, en definitiva, el populismo que se rechazó el 6D. Entonces, la pregunta es, ¿aprendimos o vamos a repetir? La nueva Asamblea, unida y sin desperdiciarse en egos y asuntos menores, tiene la oportunidad y la responsabilidad de iniciar la ruptura con la tradición borbónica, cerrar por fin el ciclo populista, caudillista, militarista y, en verdad, apostar por un país civil y democrático.

03 de enero del 2016
miguelaponte1@gmail.com

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