Estamos en presencia de unas leyes habilitantes que, en los hechos, abre paso a un régimen totalitario desembozado. Decimos totalitarismo a secas, y es que esto ha sido fuente de grandes debates. Por ejemplo una de las razones de la separación intelectual entre Cornelius Castoriadis y Claude Lefort, fue, precisamente que el primero se negaba a considerar como totalitaria a la Unión Soviética posterior a la muerte de Stalin. Obviamente el terror estalinista no fue el mismo después de su muerte.
Si examina la experiencia en otros países, reportamos variaciones importantes. En el caso cubano sabemos que el período de los fusilamientos pasó y sólo se recurre a los fusilamientos, cuando se suscitan temores: el caso de los fusilamientos de los balseros que pretendieron escapar, en tiempos de ataque a las torres gemelas, o el caso de los fusilamientos de Tony de La Guardia y Arnoldo Ochoa, en plena perestroika. Una vez superado los temores, la represión asume otros causes.
El totalitarismo se define a partir del control total de la sociedad, y el asesinato siempre es un recurso a la mano cuando, los otros medios represivos resultan insuficientes. En los tiempos que corren, la práctica totalitaria tiene que cuidar al máximo su imagen ante una comunidad internacional con mayores facilidades, gracias a la globalización de las comunicaciones, de conocer lo que realmente sucede al interior de los países.
El paquete de las 26 leyes, introduce, por otras vías, la reforma constitucional negada en el referendo del año pasado, incluso incorpora detalles, sobre lo que simplemente se especulaba en ese tiempo: el grado militar del presidente.
Queda abierto entonces el tiempo de la tenacidad de la lucha democrática (subrayo democrática), que sin apuros, pero sin desmayo debe afrontar los retos que se presenten, e ir construyendo las respuestas que en algunos casos de momento, no se tengan: las elecciones regionales de noviembre sólo deben ser entendidas en esta perspectiva.
Si examina la experiencia en otros países, reportamos variaciones importantes. En el caso cubano sabemos que el período de los fusilamientos pasó y sólo se recurre a los fusilamientos, cuando se suscitan temores: el caso de los fusilamientos de los balseros que pretendieron escapar, en tiempos de ataque a las torres gemelas, o el caso de los fusilamientos de Tony de La Guardia y Arnoldo Ochoa, en plena perestroika. Una vez superado los temores, la represión asume otros causes.
El totalitarismo se define a partir del control total de la sociedad, y el asesinato siempre es un recurso a la mano cuando, los otros medios represivos resultan insuficientes. En los tiempos que corren, la práctica totalitaria tiene que cuidar al máximo su imagen ante una comunidad internacional con mayores facilidades, gracias a la globalización de las comunicaciones, de conocer lo que realmente sucede al interior de los países.
El paquete de las 26 leyes, introduce, por otras vías, la reforma constitucional negada en el referendo del año pasado, incluso incorpora detalles, sobre lo que simplemente se especulaba en ese tiempo: el grado militar del presidente.
Queda abierto entonces el tiempo de la tenacidad de la lucha democrática (subrayo democrática), que sin apuros, pero sin desmayo debe afrontar los retos que se presenten, e ir construyendo las respuestas que en algunos casos de momento, no se tengan: las elecciones regionales de noviembre sólo deben ser entendidas en esta perspectiva.
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